CAPITULO 1: EL DÍA DEL CAMBIO.

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HACE AÑOS.

23 de Septiembre de 2017.

Ubicación: Monterrey, Nuevo León, México.

-Maldición- murmuro para mí mismo al ver el lento avance del minutero.

Termino por suspirar dejando caer mi peso y resbalo lentamente por la banca. Giro la vista y veo a varios de mis compañeros con la misma cara de enfado que yo.

-Muy bien, creo que alcanzaremos a ver el teorema de sustitución. Perfecto. Bueno chicos si "f" es una función polinominal o una función racional, entonces...- la voz monótona del profesor resuena en el aula mientras ejemplifica la clase dibujando unos límites en el pizarrón.

Juego con el lapicero entre mis dedos, en un vano intento de disipar mi aburrimiento. Las matemáticas y en este caso el cálculo nunca han representado un problema para mí. En esa materia siempre me ha ido bastante bien, pero eso no le quita lo tedioso que es. No es difícil, es tedioso.

Números y más números, operaciones, reglas. Las matemáticas para mí siempre ha sido una materia muy rígida y flexible a la vez; sin embargo con una cosa en común. Es muy fría y tediosa.

La clase (como suele pasar con todas) pasa con una lentitud asombrosa, pero solo tengo que sobrevivir a la escuela para llegar a mi casa. Para al fin, despejarme en cosas más interesantes a mi gusto.

La chicharra anuncia el receso y todos salimos de las aulas a estirarnos y platicar, pero yo prefiero un rato a solas. Así que me dirijo a las chanchas deportivas de la escuela cuando alguien me llama.

-Carlos- me llama Diego rodeado de varios chicos con un balón entre manos- ¿No quieres jugar? Es que necesitamos un medio.

-No gracias, será a la próxima- le contesto amablemente.

-De acuerdo. Como quieras.

Detrás de las chanchas de futbol esta un gran árbol, debe medir unos cinco metros de alto, sus anchas ramas se enredan y alzan ofreciendo una gran sombra, al llegar al árbol pongo una mano en su tronco y lo contemplo mirándolo hacia arriba. Después me tumbo en su sombra cerrando los ojos.

Las risas y gritos de mis compañeros jugando en las canchas llegan hasta mí rodeándome de sonidos alegres y agradables.me acuesto en el césped y cierro los ojos y doy cuerda a mis pensamientos, dándole vueltas a cosas sin importancia como siempre. No se cómo funcione la mente del hombre, pero al menos en mi caso, siempre me llegan ideas absurdas a la cabeza en los momentos más inadecuados.

Creo que eso es algo general, el hecho de que nosotros no compartamos nuestras ideas públicamente se debe a la vergüenza que pasaríamos, si alguien nos pregunta: ¿En qué estás pensando? Obviamente no contestaríamos con la verdad. Se escucharía muy raro que contestáramos con un: cuantas artes marciales necesito para ser campeón de la UFC.

Pero bueno, creo que es el...

-Sabía que estarías aquí- abro los ojos y descubro a Luis parado a mi lado.- ¿Otra vez huyendo del mundo?

-De la gente- le corrijo.

-Claro, porque hay una gran diferencia en eso- afirma sonriendo y sentándose a mi lado- durmiendo otra vez verdad.

-Tal vez...

-Sabes, cuando duermes ni una bomba te despertaría. Duermes como un tronco.

-Eso crees.

-Tal vez no- dice pensativo- un tronco no ronca tan fuerte.

Doy una risa sincera mientras el también compone una sonrisa.

-¿Y qué haces aquí?- le pregunto tratando de incorporarme.

-Estaba aburrido, y pensé en alegrarte el día.

-¿Viniste a alegrarme o a joderme el día?

-Ambas- dice Luis mientras sonríe alegremente- como cualquier buen amigo.

Luis es mi mejor amigo. Casi mi hermano, lo conozco desde que éramos niños. Desde el preescolar prácticamente, es como mi hermano. Nuestros padres igual eran amigos, y su familia nos ha apoyado mucho desde la muerte de papá.

Es un chico de mi edad, un poco más bajito que yo, de piel clara, cabello y ojos negros. Algo frio a simple vista, pero cuando lo conoces mejor, es más social por así decirlo.

Pasamos el receso hablando de cosas sin importancia. Prácticamente hablamos de cualquier otra cosa fuera de la escuela ¿Por qué? Sencillo, hablar solo de la escuela es aburrido.

-...es por eso que no debes invitar a Mateo a tu casa- dice Luis con una sombra de molestia en la cara.

Apenas recobro el aire y me continúo riendo sin control mientras caminamos al salón.

-Entonces- trato como puedo de adoptar una postura seria- invitaste a Mateo a tu casa.

-Sí.

-A jugar COD, Resident y esas cosas.

-Sí.

- Te fuiste al baño, lo dejaste solo, y cuando volviste lo encontraste viendo porno en tu televisor.

-Si- este "si" sonó más amargo, casi con odio- y justo cuando le iba a gritar llegaron mis papás a la sala.

No pude contener la risa dando fuertes carcajadas. La cara de su padre, un hombre serio y demás, la cara de su madre que es bastante expresiva. Y ambos con cara de ¡¡¡QUE HACES!!!!

-Me gritaron porque él les dijo que fue mi idea ponerlo, ese hijo de perra...

-¿Y te dijo porque lo hizo?- le pregunto mientras me limpio las lágrimas.

-Recuerdas en primer semestre cuando inscribimos su correo en una página porno gay...

-No...

-Entonces no estaba contigo... pero ahí lo tienes. Pensé que se le había olvidado, fue hace dos años.

-Hay gente que perdona pero no olvida- digo encogiéndome de hombros.

Luis suspira pesadamente y se detiene en la puerta.

-Además de que me regañaron y me dio mi mamá con la chancla, me castigaron por tres meses y me tien...

Luis no termina la frase cuando de pronto escuchamos un sonido lejano. Muy fuerte. Se escucha como apagado, como si hubieran dado un cañonazo lejos de aquí, pero lo suficientemente cerca para saber que lo hicieron.

Todos en el salón guardan silencio y Luis y yo nos acercamos a la ventana del salón.

Otra vez se escucha lo mismo.

Por la ventana vemos como en el centro de la ciudad grandes columnas de humo se alzan al cielo. Nadie habla. Solo observan con nosotros por la ventana.

Explosiones- dice una voz en mi cabeza.

Mis compañeros murmuran hasta que la profesora entra al salón y todos toman sus asientos.

Yo me siento a un lado de la ventana, y de nuevo se escucha otra explosión.

LA INFECCIÓN I - ENTRE LOS INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora