PROLOGO.

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El ruido del agua del fregadero llena la cocina, ella lava los platos y suelta un largo suspiro de cansancio. Gracias a dios ha salido temprano del trabajo ya eran varias las veces que le tocaba doblar turno y el cansancio comenzaba a pasar factura.

"Pero antes del descanso está el deber" era lo que pensó al llegar a su casa y ver el desorden de platos sucios, juguetes y demás cosas.

Pero ya casi terminaba y pronto tendría su merecido descanso.

Al terminar llega a su sofá solo para sentarse, cerrar sus ojos y sentir su cuerpo reposar, es una mujer joven de pelo largo, castaño y rizado, piel blanca y unos ojos color miel, justo debajo de estos unas claras ojeras comienzan a dibujarse.

-Mamá- la voz del niño suena desde las escaleras.

-¿Qué paso hijo?

-¿Qué haces?...

-Descansando hijo, ¿qué paso?- le pregunta tratando de ocultar el cansancio de su voz.

-Nada, es que...- su hijo baja lentamente por las escaleras hasta sentarse en el sofá de al lado- hace unos días te pedí que me contaras... bueno, que me contaras como conociste a papá y prometiste contarme cuando llegaras del trabajo.

La madre mira a su hijo, y por un pequeño instante creyó sentir algo de enojo. ¡Estaba cansada del trabajo y por ahora lo único que quería descansar!... pero se le estaba olvidando un detalle, él aún era un niño, un niño que no conoce lo que es el cansancio y el estrés de un trabajo. Un niño que vive en un pequeño mundo donde su mayor preocupación es no poder jugar o escuchar la radio, en sus tiempos hubiera sido la televisión o el internet, pero esas cosas ya no existen, vive un mundo donde sus energías se renuevan rápidamente con una sola noche de sueño.

¿Y cómo sabía todo eso ella?

Porque alguna vez, hace unos años ella también había sido niña y también como todo niño alguna vez en su vida pregunto o preguntara como se conocieron sus padres. Es una curiosidad natural y simple, pero con una larga respuesta, una respuesta que abarca parte de un mundo que ya no existe, un mundo que murió con parte de ella.

Finalmente suspiro dándole una mirada de ternura a su hijo, ahora él era su mundo.

-Muy bien- dijo finalmente su madre ante la mirada de emoción de su hijo- te lo contare. ¿Estás listo?

El niño asintió decididamente siendo todo oído.

Ella sonrió tiernamente... abriría una puerta en su mente, una puerta que sello hace años. Abriría el cuarto de los recuerdos.

LA INFECCIÓN I - ENTRE LOS INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora