CAPITULO 4: COMPRENSIÓN.

256 28 3
                                    

Un autobús, claro, claro. ¡PERO SI AFUERA NO HAY UN SOLO PUTO RUIDO!- grito ya completamente fuera de mis casillas mientras arrugo la nota.

Me dejo caer al suelo totalmente abrumado, conteniendo el llanto.

Ahora tú probablemente dirás: No exageres no es para llorar.

Pero espera, si lo es. Esto no es un videojuego, esto no es" Left for dead" o "Call of duty", ni siquiera uno de los 7 Resident Evil donde hay un punto de guardado y un respawn por si la cagas. Esto no es una película como en: " El amanecer de los muertosl" o "a la mierda con los zombis" , ni una serie como "The walking deas" donde nunca se les acaban las putas municiones. Esto no es un libro o una historia de wattpad sobre zombis donde el protagonista nunca muere.

Esto es la vida real. No hay segundas oportunidades.

En esta nueva vida hay solo una realidad: tomas una mala decisión, ¡bum! muerto, si no reaccionas rápido, muerto. En pocas palabras: Cagala y estarás muerto.

Y si le sumo todo lo demás: estar cuatro días inconsciente y despiertas en un apocalipsis zombi, solo, sin saber nada de tu familia, con una nota que te da la posibilidad que estén bien en un pueblo con posibilidades de que no esté tan desolado como aquí...

Todo eso teniendo solo diecisiete años... Así es que si este no es un buen momento para llorar, lo siento, pero así lo hice, lloro como un niño asustado, porque eso soy.

...

Pero ahora ya tengo un plan y las ideas claras, y para no estresarte te lo resumiré:

Llore un buen rato, maldije mi suerte, maldije a la humanidad, maldije mi destino y dios me perdone hasta a mi madre le toco un poco. ¿Por qué? No sé, en ese momento me sentía olvidado, abandonado, pero ese sentimiento desaparecía con el hecho de pensar que ellos no están porque tal vez ahora estén muertos, él y mi hermanito.

Cuando termine de llorar recordé a Luis, mi amigo, casi mi hermano, después de realizar el ritual corporal de ¿Dónde está mi celular? Recordé que lo había dejado en la mochila y después de comprobar que no tenía batería fui a mi cuarto por el cargador.

No tenía señal en el celular y no tenía ningún mensaje o llamada. Así que tampoco sabía cómo estaba Luis. Me senté en mi cama abrumado, estresado, asustado, hambriento y sin la menor idea de que hacer. Un buen panorama no crees.

Así estuve un buen rato, no sabría decirte cuanto, pero si fueron algunas horas.

Cuando por fin salí del trance logre pensar, y tome una decisión. No perdería a nadie jamás. No otra vez. Si había una esperanza de que mi madre o mi hermano estuvieran vivos yo lo comprobaría, sin importar cuanto me tardara o lo que tuviera que hacer. Así es que un poco más calmado y con un claro objetivo comencé a planear lo que tendría que hacer.

Y resolví algunos problemas, primer problema, santa clara (un pueblito del que son mis padres) estaba a unos setenta kilómetros, más o menos, me tomaría un par de días llegar ahí, comida, necesito bastante comida, luego de revisar la alacena comprobé que Fernando y Alexis vaciaron casi toda mi despensa dejándome algunas cosas, pero no vaciaron el congelador, gracias a dios aun había electricidad y el refrigerador funcionaba, así que decidí hacer carne seca, eso me daría alimento y no se pudriría, era perfecto.

Segundo problema, llegar en una pieza a Santa clara, ¿pero cómo? Bueno se me ocurrió usar ropa lo suficientemente gruesa para evitar que de una mordida me arrancaran un brazo, una pierna, o alguna parte de mi cuerpo.

Llegue al armario de mi cuarto y tome un pantalón de mezclilla color azul y una playera de manga larga con cuello de tortuga, odio los cuellos de tortuga; pero en ese momento me pareció lo mejor, aunque sentía que algo me faltaba, solo con eso no me sentía tan seguro así que fui al cuarto de mi madre y buscando en su closet encontré una chamarra de mezclilla de color azul. Chaqueta que por cierto era de mi padre.

-Perfecto- me felicite mentalmente viendo sobre mi cama la ropa que había elegido.

Me detuve un momento a pensarlo mejor ¿De verdad pensaba hacerlo? Salir y caminar setenta kilómetros lleno de peligros para llegar a un pueblo que probablemente este igual de desierto que la ciudad... dicho de ese modo no sonaba como una buena idea, pero se trata de mi madre y mi hermano, no podía perderlos y menos en esas circunstancias. No podía perder a nadie más.

-Coraje y valor Carlos, coraje y valor- dije en voz alta para mí mismo. Pues eso es lo que necesite en este momento... ahora más que nunca.

LA INFECCIÓN I - ENTRE LOS INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora