CAPITULO 7: ¿AMIGOS?

289 32 8
                                    

Quedo colgando de la rama y por un momento creo sentir alivio. Pero el ruido de la puerta al romperse me saca de esa dulce fantasía.

Con ambos brazos me acerco más al tronco del árbol, y los gritos de los infectados se escuchan por la ventana, giro la vista y veo como un par de ellos no saltan con la suficiente fuerza para llegar a la rama. Terminando así por dar un golpe seco en el parque, como si dejaran caer un costal de papas. Y así caen todos, uno tras otro, como si creyeran poder triunfar donde los demás cayeron.

¿Y ahora... cómo bajo de aquí?

Ese es el siguiente problema, nunca me he subido a un árbol y mucho menos bajado de él.

Busco una salida y veo una rama debajo de mis pies, parece lo suficientemente gruesa para poder soportar mi peso, asi que termino por soltarme y tratar de caer de pie en la rama.

Algo Estúpido.

La rama cruje bajo mis pies y termina por romperse, me doy un golpe en el lado derecho y la rama se rompe, luego en el izquierdo y otra rama rota, ramas y más ramas se parten hasta que finalmente termino tendido boca abajo en el césped.

-Me lle-lleva la...- no puedo terminar de quejarme cuando todo mi cuerpo se queja de todos lados.

Como puedo logro sentarme y me acerco a mi machete, con todo lo que paso no me di cuenta cuando lo solté.

Cojeando con una pierna adolorida, con una cabeza punzante, todo mitórax quejándose y un entumecimiento en mi antebrazo entro en un auto negro que tenía la puerta abierta.

Solo busco un lugar para calmarme, donde respirar y poder contener el llanto y es que en verdad estoy muerto de miedo, solo han pasado apenas un par de horas y ya he estado a punto de morir un par de veces. Con manos temblorosas reviso mis cosas y parece que mis penas solo aumentan ya que la pantalla de mi celular se estrelló, dejándolo inservible. Lo que en mi puta vida me había pasado me pasa en la puta invasión zombi.

-Perfecto, sencillamente perfecto- escupo molesto mientras golpeo el tablero del auto con los ojos llorosos.

...

Una vez que estoy más calmado (y menos adolorido) sigo con mi camino, aunque sea cojeando.

Casi estoy por llegar a la casa de Luis, la peste en las calles es penetrante, el olor a descomposición ahora forma parte del ambiente.

El olor de la muerte ahora forma parte de la vida.

Los cadáveres ahora forman parte del panorama, el silencio forma parte de la atmosfera y solo lo rompe mis pasos... mis pasos y los gritos de los infectados,

Las calles casi vacías o con infectados rondando, algunas veces me encuentro pequeños grupos en una calle, otras veces solo hay un par de ellos. Aun así prefiero evitar riesgos y rodeo las calles que tengan aunque sea solo uno de ellos. Cada que escucho a alguno volteo a todos lados con el corazón en un puño.

Respira...

No llegare muy lejos si no pienso mejor las cosas, esta vez tuve suerte. No muchos salen ilesos de la caída de un árbol o como mínimo caminando. Como ya he dicho esta vez tuve suerte. Pero es mejor no tentarla demasiado.

Primera regla: piensa y luego actúa.

Al ver a mi derecha hay una pared manchada de sangre y recargado en esta hay un pequeño cuerpo, un cuerpo de lo que alguna vez fue un niño, sin rostro, con brazos y piernas carcomidos, el vientre abierto y sin nada adentro. Como si solo fuera un cascaron vacío.

LA INFECCIÓN I - ENTRE LOS INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora