Narra Vegetta:
Luego de un año, recordé el timbre de su voz, la dulzura en sus besos, la suavidad de su piel, la calidez de su respiración, su sonrisa tan hermosa, su mirada tan penetrante.
Charlé con Willy para ver si recordaba, y al parecer tiene recuerdos. No todos, pero los más importantes.
Llegamos al departamento. De tan solo cruzar la puerta, lo alcé a upa de modo que sus piernas rodeaban mi cintura y sus brazos mi cuello.
Los dos lo necesitábamos.
Lo llevé a la habitación, acomodándolo suavemente en la cama mientras besaba dulcemente sus labios.
Por unos intantes nuestros labios se separaron, lo miré a los ojos y mi respiración se detuvo al ver la pasión que se reflejaban en ellos.
Alzó su mano, apoyándola en mi espalda y quitó mi camisa rápidamente. Una vez ya desnudado completamente mi torso, deslizó sus dedos recorriendo cada zona de mi espalda, erizando completamente mi piel. Extrañaba su conexión, esa energía que sentía al tener su tacto.
Mis besos bajaron a su cuello, y sus manos ascendieron en mi nuca, apretándola fuertemente.
Le quité la sudadera y lamí sus pezones con un movimiento ovalado.
Willy gimoteó, acariciando mi abdomen con sus dedos pulgares, haciendo movimientos suaves.
Con una mano me cogió de la mejilla, y con la otra la cadera e hizo un moviviento de modo que yo quedara debajo de él.
Se pegó a mí completamente, sintiendo como su piel herbía y como nuestros miembros ya estaban erectos por simples roces.
Bajó a las alturas de mis piernas, desabrochando el botón y la cremayera de los vaqueros, dejándome en calzoncillos.
Ya sabía lo que vendría.
Alzó la mirada al techo y con una sonrisa mordió su labio inferior tan fuerte, hasta dejarlo en un tono pálido. Esa acción me había exitado bastante.
Se acostó encima mía y rozó nuestros miembros de una manera extremadamente brusca, encendiendome completamente.
Mi polla estaba muy dura, no soportaba la presión del Bóxer.
Me quité el Bóxer y Willy se dedicó a acariciar mi pene.
Cogió suavemente el miembro y dió cortos besos húmedos por los lados hasta llegar a la punta, donde besó por más tiempo. Ascendió su mano hasta el borde de la cima, levantando el pulgar para colocarlo en la ingle, apretujando fuertemente, haciéndome arquear mi columna de placer.
Me miró a los ojos, estaban brillosos, hundió su ingle en la boca hasta metérsela casi por completo, provocando borazes gemidos de mi parte.
Entrelacé mis dedos con mechones de su cabello y moví su cabeza hacia mí, haciendo que mi pene esté completamente dentro de su boca, tocando su campanilla, provocandole sus arcadas.
-Aaah, madre mía -No restistí reprimir el gemido-.
Willy seguía moviéndose, mientras que yo fingía embestidas y profundizaba con mis manos cada movimiento.
Punto de vista tercera persona:
Willy siguió y masajeó los testículos de Samuel, el cual éste daba gemidos roncos.
-Ya -Dijo Willy separándose de él-, ahora métemela.