Capítulo 14.

78 6 0
                                    

"Siempre hay que arriesgarse a hacer cosas nuevas. Si aciertas, es una recompensa. Si te equivocas, es una lección."

- ¿Dónde te habías metido? -le reprochó Edith- ¡Nos están esperando!

A pesar de la insistencia de Eli por ocultar su salida nocturna, al final Edith se lo había dicho a Daniel. Y a Evan también.

- Jo, es que me da penita, aquí no conoce a casi nadie... -se justificó en su momento.

Salieron en dirección al muro trasero del recinto. Allí, junto a un árbol, los chicos las estaban esperando.

- ¡Por fin! -dijo Daniel- ya he llamado a un taxi, nos espera en 15 minutos al otro lado del muro. ¿Cómo vamos a saltarlo?

- Venid -Elizabeth les indicó el lugar de huida-. Tenemos que saltar por aquí.

- Yo primero -Evan se ofreció-. ¡Esto me mola mucho!

Se colocó delante del muro, y buscó la piedra rota para apoyar el pie. Cogió impulso y se agarró a un trozo de hiedra. Llegó a lo alto del muro con facilidad y, una vez allí, de un salto puso los pies en la tierra. Había conseguido que incluso pareciera sencillo.

- Venga, ¡daos prisa! -Edith nos apuró.

Era el turno de Daniel. Repitió los movimientos de Evan y, aunque no con tanta facilidad, logró llegar hasta lo alto del muro.

- Vamos, Eli, ¡sube!

Antes de intentar subir, se quitó la mochila y la hizo pasar por encima del muro. Apoyó el pie con cuidado, y se impulsó. Antes de conseguir llegar arriba, su pie de apoyo resbaló y se hubiese caído de no ser porque Daniel la agarró del brazo.

- ¿Estás bien? -preguntó.

Asintió con la cabeza. Se incorporó y saltaron a la vez. A la vez que aterrizaban en el suelo, Edith llegaba a lo alto del muro.

- Oh, oh... -los miró desde arriba- esto está muy alto...

- ¡Vamos, Edith, apura! -dijo Eli mientras recogía su mochila del suelo.

- ¡No puedo! ¡Me da miedo! -respondió nerviosa.

- Edith, no tengas miedo -Evan la tranquilizó-. Vamos, salta.

- De verdad que no puedo...

- Confía en mí. Yo te cojo.

- ¿Seguro?

- Sí, pero apura.

Cerró los ojos y cogió aire. 3, 2, 1...

 Y aterrizó en los brazos de Evan.

- ¡No me lo puedo creer! -dijo entusiasmada- ¡He saltado ese pedazo de muro!

- Venga, Cenicienta -Eli interrumpió su momento de ilusión-, si no te das prisa vamos a perder la carroza.

Al otro lado del muro, en la parte trasera del colegio, había un bosque de árboles. Había que atravesarlo para llegar a la carretera. Sacaron un par de linternas y se pusieron a correr. A los pocos minutos, estaban en el arcén esperando al taxi.

- ¿Teníais pensado iros sin nosotros?

Se dieron la vuelta sorprendidos y vieron a Ian y a Saun saliendo del bosque.

- ¿Cómo os habéis enterado? -Edith los miró perpleja.

Elizabeth se quedó petrificada. No podía ceer lo que veía. De repente, le entraron ganas de salir corriendo. Se dirigió hacia Saun como un toro a punto de embestir.

- Qué coño estás haciendo aquí -lo miró con furia.

- Oh, vamos, preciosa, ¿eres la única que tiene derecho a divertirse? -sonrió sarcásticamente.

- Está bien -Elizabeth se dirigió a Edith-, yo me largo de aquí.

Caminó de vuelta al bosque seguida por Edith.

- Eli, ¡espera! ¡Elizabeth! -la agarró del brazo.

- Déjalo, Edith, de repente se me han quitado las ganas...

- Escúchame bien, eres mi mejor amiga, y no voy a permitir que ningún gilipollas te joda la vida -la miraba con seriedad-. Así que vas a olvidarte de él y vas a disfrutar la noche. Haz que ese idiota vea lo que se ha perdido al dejarte escapar, ¿me has oído?

Tenía razón. Esa noche iba a pasárselo bien. Saun no era más que un capullo que no merecía la pena. 

Saun sabía que Elizabeth estaba furiosa, pero no le importaba. Quería que viese que no siempre iba a hacer lo que ella quisiera. Cuando ella y Edith volvieron del bosque, vio como tiraba la mochila que llevaba al suelo y la abría. De ella sacó un par de botines negros de plataforma con hebillas plateadas y una chaqueta negra. Se quitó las Vans y las guardó en la mochila; luego, se puso los botines. Se quitó la sudadera y la guardó también. Mientras, él no le quitaba los ojos de encima. Bajo aquella amplia sudadera y su capucha, llevaba unos pantalones negros ajustados y una camiseta lencera de escote en color gris oscuro. Además, se había pintado los labios de rojo, y se había alisado el pelo. Joder, estaba increíble.

- Haz el favor de cerrar la boca, que se te va a caer la baba -le susurró Ian riéndose.

- Cállate -se rió.

- ¿Y cómo tenéis pensado venir? -Daniel se dirigió a ellos con frialdad- solo hay 4 plazas en el taxi, lo siento.

- Menos mal que hemos llamado a otro, ¿eh, colega? -Ian le sonrió con maldad.

En el rostro de Daniel se pudo ver la decepción.

No pasaron cinco minutos hasta que dos taxis llegaron y los recogieron. En uno se subieron Elizabeth, Edith y Daniel, y en otro Saun, Ian y Evan.

- ¿Sois conscientes de que si nos pillan podemos darnos por muertos, verdad? -Edith tenía remordimientos de conciencia.

- Lo sé -respondió Elizabeth- ¿A que es genial? A la ciudad, por favor.

Y los coches se pusieron en marcha.

Naughty girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora