Capítulo 11.

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"El amor que no es una locura no es amor."

Caminaba con rapidez a través de los oscuros pasillos perseguida por el eco de sus pasos. Estaba buscando algo, aunque no tenía claro lo qué, tal vez un rayo de luz, una ligera brisa... 

Llegó hasta el final de un pasillo y se encontró de cara a una puerta que, para su decepción, estaba cerrada. Dio media vuelta decidida a probar suerte en otra distinta.

Buscaba y buscaba y ninguna de las múltiples puertas se abría. Intentó pedir ayuda pero nadie la escuchaba. Estaba sola. 

Alzó la mirada y vio a Saun al fondo del pasillo, de pie, quieto.

- ¡Gracias a Dios...! Esto parece un cementerio -pronunció mientras caminaba hacia él. 

Él no contestó. Seguía sin moverse, como una estatua.

- Ayúdame a encontrar la salida -dijo cuando llegó hasta él.

Pero él seguía sin hablarle.

- Saun -pronunció para llamar su atención- ¿Me estás escuchando? ¡Saun! 

Él la miraba, pero sus labios seguían sellados.

- ¿Saun? ¿Por qué no me contestas? ¡Deja de ignorarme! Saun... -decía cada vez más desesperada- por favor Saun, dime algo... -comenzó a sumirse en un inexplicable mar de lágrimas- ¡Por favor! -lo zarandeó.

Él comenzó a alejarse. Caminaba tranquilamente sin mirar atrás a pesar de sus súplicas. Un fuerte dolor en el pecho comenzó a aplastarla, impidiéndole respirar, moverse, hablar. Y cuando se esfumó en la oscuridad del lugar, el techo bajo el que encontraba se derrumbó, dejándola sepultada entre escombros.

Se despertó sobresaltada. Empapada en sudor y con el corazón a punto de salirle por la boca. Miró el reloj: las cuatro y cuarenta y ocho de la mañana. Maldita sea. 

Se levantó de la cama y encendió la luz del baño. Se miró al espejo, abrió el grifo y se echó agua por la cara. Todavía no salía de su asombro.

********

Se frotó los ojos, cansada. Sacó los libros en la taquilla y la cerró.

- Uau, estás horrible -Edith la observó.

- Tú también lo estaría si no hubieses dormido en toda la noche -suspiró.

- ¿No tendrán unos vaqueros y una sudadera algo que ver con eso, verdad? -le susurró con cautela.

La fulminó con la mirada mientras Edith se reía.

- Lo peor es que estás en lo cierto... -se quejó.

- ¿Qué? -la miró asombrada- ¡¿Por qué nunca me cuentas nada?! 

 La sujetó del brazo y la arrastró al baño de las chicas.

- Empieza a hablar -le ordenó- ¿Saun otra vez?

- Tampoco hay mucho que contar -se sentó sobre los lavabos-, he tenido...

- ¿Un sueño erótico? -la miró con ojos chispeantes.

- ¿Qué? ¡NO! -la golpeó en el brazo.

- ¡Era una posibilidad...! -rió entre dientes.

- He tenido una pesadilla....

¡Vaya si había tenido una pesadilla! Aquella espeluznante escena parecía salida de una película de terror de poco presupuesto.

- En definitiva, un sueño -dijo mientras se hacía una trenza frente al espejo- ¿y qué decía?

La miró extrañada.

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