Capítulo 17.

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"El amor es como una guerra, fácil de iniciar, difícil de terminar, imposible de olvidar".

Elizabeth se tiró sobre la cama, mirando al techo. Con semblante serio, no estaba segura de cómo se sentía en aquellos momentos.

Confundida, enfadada y triste. No entendía qué acababa de ocurrir en los pasillos, le costaba procesar la información. Además, estaba preocupada por Saun. Hacía horas que no sabía nada de él.

Su mente se trasladó de nuevo a aquel extraño suceso.No había visto aquella marihuana en su vida. Y tampoco sería tan estúpida de dejarla allí. Aquello no era suyo. Y, evidentemente, tampoco de Saun. Solo había pagado el pato para salvarle el culo, pues cuando aquella bolsita apareció, se quedó tan sorprendido como ella. 

Entonces, ¿de dónde había salido aquello?

La respuesta no tardó en aparecer en su cabeza: alguien se la había jugado.

Y ese alguien era rubia, alta y una auténtica zorra.


Saun salió del despacho de Ms. Jones y se dirigió a la cancha de baloncesto. Cogió una pelota y, con tranquilidad, la hacía botar por la pista. Apenas había tirado un par de veces a canasta cuando escuchó los pasos de alguien acercándose a sus espaldas.

- Sigues siendo igual de bueno en baloncesto -Jake observaba la pelota-. Me sorprendí mucho cuando mamá me dijo que dejabas el equipo, siempre has tenido un talento increíble para los deportes.

- Por fin algo en lo que soy mejor que tú, para variar -respondió.

- Sabes que eso no es verdad, Saun.

Saun recogió la pelota sin decir nada y volvió a tirarla contra el tablero. Canasta.

- ¿No tienes nada que decirme? -continuó Jake.

- ¿Por dónde quieres que empiece? -respondió irónico.

- Pues por ejemplo por el momento en que te pillan con drogas en el instituto -se cruzó de brazos.

- Ah, ya, eso -dijo, quitándole importancia.

- Quiero pensar que eres consciente de que es gracias a mí que todavía sigas aquí -reprochó-. De lo contrario, ya estarías expulsado.

- ¿Se supone que debo darte las gracias? -lo miró.

- ¡Se supone que debes darme una explicación! -dijo, alzando la voz con enfado.

Saun resopló. Jake suspiró, caminó hasta las gradas y se sentó en la primera fila.

- Mira, Saun -su tono era de nuevo calmado-. Voy a serte sincero. Creo que aquella marihuana no era tuya. Y creo que estás mintiendo.

- Tú no tienes ni idea -replicó.

- Sé que no fue en tu taquilla donde la encontraron -siguió-. Sino en la de Elizabeth Martins.

- Ella no ha hecho nada -dio un paso hacia él, desafiante.

- Bueno, en realidad, algo habrá hecho esa chica si te has comido este marrón tú solito solamente por protegerla -sonrió, y Saun frunció el ceño-. Oye, no me mires así, joder, que tengo 28 años, no hace tanto que tuve tu edad...

Saun miró al suelo. 

- Es solo que... ella tampoco se merecía cargar con las culpas.

- No te culpo -respondió-. Yo también creo que ella no ha hecho nada. Es buena chica, ¿sabes? Con mucho carácter, pero buena chica. Y muy guapa, además.

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