Capítulo V

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Capítulo V



Me dejó desconcertada.


-Oh, pues... -No supe ni cómo responder.


-Y dígame, ¿qué la trae por esta región?


Me molestó pensar que aquel hombre me llevaba de nuevo ventaja.


-No creo que deba decírselo.


Él dejó escapar un suspiro.


-Pensaba que habíamos acordado ser amigos.


-Sí, pero eso fue antes de saber que se negaría a darme su nombre.Difícilmente puedo ser amiga de alguien que carece de nombre.


Me miraba como si todo lo que yo dijera le resultara muy pero que muy divertido.


-Muy bien. Puesto que es mi amiga, llámeme Terrence.


-No puedo llamarle por su nombre de pila. -Mi voz se tiñó de consternación.


-¿Le resultaría más fácil si yo la llamara Candice?


-No se atreverá.


-Pues claro que sí, Candice.


Sus ojos brillaban con picardía y volví a sonrojarme.


-Su comportamiento es indecoroso.


Soltó una risita.


-Por lo general, no. Solo esta noche -me corrigió.


Me di cuenta de que seguía mirándole a los ojos, de un azul más oscuro de lo que me había parecido en un principio; así como de que aún era mucho más apuesto cuando sonreía, igual que en ese momento. Resultaba de lo más embarazoso, pues no podía olvidar mi desastrosa apariencia. Aparté la mirada avergonzada al pensar en cuál debía de ser mi aspecto.


-Para que lo sepa -dije mostrando una dignidad que no sentía-, he sido invitada a pasar una temporada en casa de una amiga de mi madre.


-¿Y por qué la ha invitado?


Su voz parecía indiferente, si bien su mirada traicionaba su interés. Me pregunté por qué querría saberlo, aunque me pareció una pregunta inofensiva.


-Lady Eleonor invitó en primer lugar a mi hermana y fue muy gentil al ampliar la invitación e incluirme a mí también.


La carta de lady Eleonor confirmando la invitación había llegado a casa apenas unos días después que la de Annie.


-¿Y qué le ha pasado a su cochero? -preguntó tras un momento de silencio.


De pronto recordé a James, postrado en el piso de arriba, puede que incluso a las puertas de la muerte. Y yo mientras jugando a aquel jueguecito estúpido, riendo a carcajadas y pensando en los ojos de aquel hombre. Pero ¿qué me pasaba? ¿Acaso era una insensible?


-Nos asaltaron de camino, un bandido, y le disparó -respondí intentando no rememorar los detalles más duros del incidente.


-¿Un bandido? ¿En este camino? ¿Está completamente segura? -preguntó con el ceño fruncido.


-Si los bandidos acostumbran a llevar la cara tapada, a vociferar «¡La bolsa o la vida!» y a arrancar por la fuerza los colgantes a las damas, entonces sí, estoy bastante segura.


El horror de lo sucedido estaba empezando a ganarme y de repente me sentí demasiado conmocionada para seguir hablando.


-¿La lastimó?

La Dama RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora