Capitulo 5

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Se miro en el espejo. Sólo vio a una mujer que cada día se estaba quebrando y que al paso del tiempo sólo sería un cascaron vacío de lo que fue antes.

Se coló polvorete para cubrir su leves hematomas que estaban desapareciendo, había pasado un mes desde la paliza de su padre y su "esposo" no lo sabía, suplicó a Diantha que no le dijera nada y que dejara a Leandros seguir su rutina de trabajo.

Se coloco suficiente maquillaje para ocultar los golpes en el rostro, satisfecha se coloco los aretes de perla y un poco de labial color rosado pálido, se puso un poco de crema en el cabello para amoldar sus rizos para que no parecieran rebeldes sin causa.

Lista y contenta consigo misma se puso un vestido sencillo, de corte recto, con maga de tres cuarto y que le llegaba hasta mitad de los muslos, el vestido se ajustaba su figura, blanco como su piel, busco con el closet las zapatillas, negras de tacón de ocho centímetros, se las coloco y después suspiro.

Hoy su marido llegaba con las visitas menos esperadas para ella, su suegra y sus cuñadas venían a comer, había ordenado al ama de lleves que eligiera el mejor menú y pusiera la vajilla de porcelana, el mantel adecuado al igual que vino.

Lista se levanto de la silla y a pesar de que le dolían las costillas podía aparentar normalidad. Si le tocabas los otros golpes obvio que le dolerían así que evitaría ser toca. Sus pasos eran amortiguados por la alfombra persa de alta calidad, la figura de la diosa afrodita estaba en una mesilla al doblar para las escaleras, la diosa mostraba una belleza sin igual, sus pechos desnudos eran exuberantes al igual que su delgada figura, tomo aire y comenzó a bajar las escaleras con cuidado ya que el golpe en las costillas le dolía.

Escucho voces y unas cuantas risas, todos estaban hablando griego y ella no entendía nada de lo que hablaban, nerviosa se pasó las manos por el vestido y entro a la sala de estar.

Su suegra era una mujer hermosa a pesar de su edad avanzada, griega hasta la médula y cuando la vio hizo una mueca, no le sorprendía, ella no había estado de acuerdo con el matrimonio, después vio a su suegro el señor Aristóteles Petronides un magnate que se dedicaba a las bolsas de valores y con unas porciones navieras que aumentaban su riqueza, después estaban Helena y luego Katra la hermana menor de su esposo.

- buenas tardes a todos -saludo cordialmente cuando entro a la sala.

El único que se acercó a saludarla de un beso y abrazo fue patriarca de la familia, el señor Aristóteles, le dio una sonrisa cariño y él le hablo en italiano ella le regresó el saludo de igual forma.

- estas bellísima niña -le dijo el anciano.

- gracias -le agradeció el halago.

Leandros la rodeo con posesividad y ella ahogó una mueca cuando su mano toco el golpe de su costado, se aguanto las ganas de quitarle la mano pero estaba en presencia de la familia de su esposo y no iba a ser descortés.

La comida fue bien, su suegra y sus cuñadas no la habían tomado en cuenta para nada, se sintió mal pero no se quejaría, Leandros se portó de manera impecable con ella adelante de su padre.

Agobiada por altanería de su suegra salió de la sala y fue a la cocina junto al ama de llaves, agarro una jarra de agua y se servio un poco, tomo un pequeño sorbo y después soltó un suspiro.

- ¿quiere un poco de pastel de fresa señora? -le pregunto Diantha.

No quería ser grosera así que acepto la rebanada de pastel y le dio las gracias, no lo comería donde estaba su suegra ya que en varias ocasiones la miro mal por verla comer y si la veía comer pastel le diría lo gorda que se pondría.

Matrimonio por conveniencia (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora