El gran día

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Ha estado lloviendo más de lo común.

Lindsey Stirling sacó un nuevo vídeo, y realmente no me gusta, pero me gusta su cabello y su música; entonces supongo que me debe gustar el vídeo, pero no lo hace. Supongo que la suma de todos los gustos en realidad no lo abarca todo. ¿Cuál es la razón de que no me guste el video de mi artista favorita donde es ella misma? Quizá no me guste quien realmente es.

Giro en la cama y pienso en que a las personas no les gusta que otras personas piensen distinto, y supongo que  no me gusta que las personas sean ellas mismas. Es raro, ¿no?

Lindsey Stirling sacó un nuevo vídeo llamado My Story, y es curioso; es curioso que haya historias que puedan ser contadas mientras otras no. Es curioso que haya historias que sean más admitidas que otras por el simple hecho de ser: A) más románticas B) más divertidas C) más importantes D) más normales.

Seamos sinceros, nos lleva bien el hecho de que nos pueda pasar a nosotros, ¿cierto? O sea, hablo de que cosas buenas nos pasen. Siempre allí estará esa esperanza. La esperanza de que llegue la carta de Hogwarts, la esperanza de encontrar al conejo con prisa, la esperanza de ser especiales para alguien.

En su primer momento será súper raro, algo así como: «Espera, esto no es normal, es una broma. Hey, Mark, ¿hiciste esto?» En su momento toda  primera vez será rara, para eventualmente volverse normal.

Esas cosas raras que se vuelven normales son las que deseamos que nos pasen, aunque generalmente pensamos que todavía siguen siendo raras; pero esos deseos se esparcen, terminan siendo también de otros; otros que los aceptan y también piensan que también es algo  raro fuera de lo común. ¿Pero si todos piensan lo mismo, no sería normal? A eso es a lo que me refiero, terminamos aceptando lo que nos parece normal, y luego tomamos ese normal y lo volvemos especial.

He aquí el vicioso círculo humano. Todo pasa por aquí: las amistades que parecen raras, o el primer amor que parece raro. Luego se vuelve normal porque nos acostumbramos; lo tomamos especial, porque siempre hay una parte de cada persona o cosa que hace de algún momento de nuestras vidas especial; pero luego termina, no hay excepción. Pudo haber sido un no tan mal amor, o una no tan mala amistad, pero utilizamos el no tanto para disminuir el hecho, que siempre será el mismo.

A decir verdad, mi historia no es un tanto buena, y no es un tanto feliz; solo es realista, que no quiere decir normal. Dios, afuera sigue lloviendo, y no sé por qué me preocupa esto. No planeo salir aún, de hecho no he salido en mucho tiempo. He pasado los últimos días en casa, leyendo  filosofía,  literatura y biología. He tratado de leer todo lo que pueda dejar de hacerme yo.

No es tonto, se los aseguro: gastamos gran parte de nuestras vidas tratando de ser otros sin darnos cuenta, y me cansé de hacer las cosas sin darme cuenta, así que si inevitablemente pasarán, no veo por qué evitarlo; pero el problema con tratar de no ser tú, es que debes dejar de pensar como lo haces; debes dejar de amar a las personas que amaste, dejar de odiar las cosas que odiaste. Debes olvidar para dejar de ser, y no soy buena olvidando ni dejando de odiar.

Entonces no funciona, y trato de dejar de ser yo pensando que soy más lista y linda de lo normal, y  mi autoestima aumenta (que es muy bueno y me hace sentir fuerte), pero no lo sé, el sentimiento de dejar de ser yo siempre está presente y aguarda en el verdadero significado de la existencia. Las cosas que me hacen no pueden ser borradas o dejadas atrás; yo  se compone de cosas hechas y sentimientos encontrados, de propuestas recibidas y rechazos. Yo es ese juego de preposición/conjunción, que a veces pasa por vulgarismo; yo es esa frase que termina en tres puntos suspensivos.

Pero volviendo a hablar de la sociedad sin entrar en el relativismo del yo; es como si la sociedad no se hubiese encargado de criarnos para hacernos caer, y eso tiene sentido. A nosotras nos crían desde pequeñas con muñecas y bebés a los que le debemos dar del biberón y darle un nombre, y todo eso. Nos crían desde pequeñas para ser madres, como si nuestras vidas se redujeran al hecho de ser solo madres.

Lo mismo pasa con caer. Nos crían desde pequeños para vivir felices para siempre. Nadie nos prepara para caer, nadie nos prepara para dejar de ser nosotros, y cuando pasa, simplemente nos desplomamos.

Nos resulta más fácil traer una vida al mundo que continuar con la nuestra.

Y ahora todo es lluvia y lluvia; siempre está lloviendo, nunca para, nunca cambia, al igual que el tiempo. La ciudad durmió con agua y probablemente cuando me levante de la cama afuera seguirá lloviendo, y yo deberé continuar.

La distancia más largaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora