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Le conté sobre el silencio, le conté que me había dejado en visto con lo de la cita. Le conté que ya no había nada que buscar allí, y empecé a llorar.

Y eso era justo lo que no quería. Puse la cabeza en su regazo y lloré, y ella me abrazó, y si no hubiese sido fuerte; si ella no hubiese estado allí, pretendiendo ser fuerte solo para dejarme ser débil a mí; no sé lo que habría hecho. No sé qué habría hecho si ella también hubiese llorado, y nos hubiesemos desmoronado una sobre la otra.

No recuerdo nada más de este domingo.

El lunes aún me había dejado en visto. Así que pasemos al martes.

La distancia más largaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora