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La tomó, la leyó y lloró un poco. Era triste verlo llorar.

—Entonces... ¿lo que dijiste ayer?

—Mentí —dije.

—No parecía.

—Pero lo hice.

—Sabes, las palabras duelen al instante —Recordaré siempre que dijo esto— no duelen luego, duelen allí mismo cuando te ven a la cara y te lo dicen.

—Lo siento.

Se limpió las lágrimas y buscó un lápiz, pero no lo tenía.

Este es otro punto donde siempre me detengo a pensar, sobre si el hecho de que alguno de los dos no hubiese tenido un lápiz habría influido catastróficamente en nuestro futuro; pero realmente no lo sé, tal vez si hubiese firmado ese día, todo ahora sería distinto.

— ¿Tienes un lápiz?

—No, lo olvidé. Lo siento.

— ¿Te lo puedo dar mañana?

—Claro.

Ese día también salimos con unos amigos. Él se alejó a hablar con uno de ellos, y le dijo que ya había pensado en las consecuencias, pero que lo necesitaba a él para organizar todo.

Pensé que se trataba de mí. Pensé que me preparaba algo para mi cumpleaños, que era pronto, o para que volviéramos; pero ese amigo, también era el mejor amigo de su ex. Entonces no lo comprendía completamente, pero la esperanza residía en mí.

Sí, había olvidado todo solo por el hecho de que había sentido que lo había lastimado, así de estúpida era.

En la tarde volvimos a tomar el omnibus, y cuando estábamos a punto de salir él me dijo:

—Sabes, no firmaré nada.

Traté de pensar, pero no corría nada por mi cabeza y sentía como me cerraba.

— ¿Debo tener esperanzas sobre esto?

—Si tú quieres.

—Si yo quiero —musité.

— ¿Por qué no firmarás? —pregunté luego.

—Porque estoy sintiendo que te debo algo. ¿Me entiendes? Y no quiero sentirme así. Y realmente quiero estar solo, y no quiero tener nada por ahora. Y no es porque mis sentimientos hacia ti hayan cambiado, porque no lo han hecho, pero ahora no.

Ese por ahora fue el segundo factor para que tuviese esperanza; pero él no sabía lo que significaba, él siempre utilizaba las palabras por usarlas, era como si solo las disparase de su boca. Caminamos un poco más y  me invitó a almorzar. Yo le dije que debía llegar a casa temprano.

—Vamos ¿estás huyendo de mí?

—Sí, sí lo estoy haciendo, no puedes lastimar a una persona y luego esperar que esa persona actúe como tú quisieras que actúe, porque tengo sentimientos.

— ¿Tú crees que yo no?

—Sí, sé que los tienes, pero a veces es más fácil tomar una decisión que escucharla.

—No, no lo es, y tú lo sabes.

—Sí, lo sé, y por eso lo digo.

Y eso fue todo.

Llegamos al final del jueves 14 de enero.

La distancia más largaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora