Rescate

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David había llegado al Kokânna, y se había dirigido de inmediato a la bahía médica. Al llegar, vio como Jenny estaba esperando fuera de la sala, con lágrimas en sus ojos. Cuando David intentó acercarse a ella, Jenny lo miró fijamente, con la cara enrojecida, y con el ceño fruncido. Se levantó de la silla en que estaba sentada, y caminó con paso firme hacia David.

-¡¿Cómo te atreves?! - dijo Jenny, atravesándole la cara con un bofetón.

- Jenny, yo... - intentó decir David, pero fue cortado por ella.

- ¡Es tu mejor amigo! ¡¿Es eso lo que le haces a tus amigos, David Dryden?!

- Entiéndeme, no quería...

- Es segunda vez que está al borde de la vida y la muerte, David. - dijo Jenny, con más lágrimas corriendo por sus mejillas.

- Lo sé... Lo siento...

- No me sirve un lo siento, David. Él está allí adentro. Tú estás aquí afuera. Punto.

- Jenny, Leo fue por decisión propia...

- Maldición David, ¿crees... crees que no lo sé? - dijo Jenny, con un sollozo - Cuando se trata de justicia él y tú... el y tú son... son exactamente iguales... - terminó Jenny, no aguantando el llanto que tenía atragantado.

- Yo también estoy preocupado por él - dijo David, abrazando a Jenny.

Aunque David hubiese querido cambiar de lugar con Leo, sabía que eso era imposible. Se sentía enormemente responsable por aquella situación. Si no hubiera dudado en disparar, Leo no estaría dentro de aquella sala. La voz de Saidu salió por el sistema de comunicaciones del Kokânna.

- Atención tripulación. Nuestra campaña ha sido un éxito para Anora, pero aún tenemos compañeros allá afuera. El Thalmâ está peleando contra el Lumiruna en este instante, e iremos a darle apoyo. Aseguren sus posiciones que entraremos en órbita en diez minutos.

- ¿Entraremos en combate con Leo en la sala de operaciones? - Dijo Jenny, alarmada por las órdenes del general.

- Veré qué sucede en el puente - Dijo David.

- Voy contigo.

Ambos se dirigieron al puente de la nave, para determinar la gravedad de la situación, y pedir una explicación a Saidu.

- ¡General Telal! ¿Es cierto que entraremos en combate? - preguntó David.

- Sólo si es absolutamente necesario, David. Sé que tu amigo está en la sala de operaciones, pero en este momento tenemos que ir a rescatar a nuestros compañeros... Rechazar el Lumiruna solidificará nuestra libertad.

- Sólo le pido conciencia, general.

- La tendré, soldado - dijo Saidu.

El Kokânna, el Abraktük y el Irnittu encendieron sus motores para prestar apoyo al Thalmâ, mientras que el Enketu, el único crucero con capacidades navales a cargo de Nayen, se quedaría en la capital para mantener el orden y generar presencia una vez que los Anorianos empezaran a despertar del shock. Cuatro cruceros contra una Nave de Batalla de clase Kamina deberían ser suficientes, aunque todo dependería de la habilidad de sus comandantes.

El Lumiruna había perseguido al Thalmâ hasta el cinturón de asteroides de Ymêrida, y el crucero había entrado en él, no sin antes dejar un faro cercano a uno de los asteroides señalizando su ubicación a los demás cruceros. Gracias a su tamaño, el Thalmâ podía navegar sin problemas entre los asteroides de tamaño mediano, aunque los pequeños seguían siendo una carga pesada para los escudos del crucero. El Lumiruna tenía pocas opciones. Una de esas opciones era enviar a los interceptores a atacar al crucero, mientras que el propio Lumiruna abriría camino destruyendo los asteroides de mayor tamaño, y que podrían ser una amenaza para la nave. El Lumiruna lanzó los interceptores a buscar el Thalmâ, y su capitán ordenó que se movieran hacia dentro del cinturón de asteroides a un impulso de 1/8 del motor, para tener tiempo de utilizar las baterías antiaéreas para abrirse camino.

Nova Sol - Rebelión {COMPLETA} Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora