Siempre creí que, si el sentido de la vida era un puzzle, nos faltaban prácticamente todas las piezas. Creía que estábamos indefensos y perdidos, queriendo poner orden en un caos ciego, aferrándonos a una esperanza ridícula. Y ni hablar de echar un vistazo a la tapa para hacernos una idea de qué pinta tendría todo al final.
Pero un Guardián como Nahum era la demostración misma de que yo estaba equivocado. Se desmontaba en un estallido desordenado y se reformaba a la perfección una y otra vez. No me hablaba, no con palabras, pero sus piezas reflejaban imágenes. Y en los largos ratos que pasábamos a solas, aprendiendo a entendernos mutuamente, me animaba a montarlas, a verlas completas.
La mayoría de veces, se trataba de imágenes de mí. Otras eran de Gina. Para mi sorpresa, algunas eran de Beatriz. Le decía a Nahum una y otra vez que no me la mostrara, que no era el momento para eso. Le expliqué todo, cómo nos abandonó, que nunca nos había buscado, ni siquiera a su hija. Se lo repetía cada vez que me la mostraba. Pero Nahum era más tozudo que yo. Mucho más.
Trataba de dejar de montarle en cuanto adivinaba su silueta en la imagen. Le rogaba que me dejara ver en su lugar a Gina, cómo estaba, donde. Pero mi Guardián esperaba a que terminaran mis protestas en silencio, y mientras yo me calmaba, él me alcanzaba una pieza que me faltaba por poner y me invitaba a continuar. Varias veces, me negué a aceptar esa invitación.
Me sorprendió mucho darme cuenta de en cuantas ocasiones sí lo hice.
Me atreví al final a preguntar a mi Guardián cual era su propósito. Por qué estaba conmigo. Ser uno de los Hijos quiere decir ser todo lo que puedes llegar a ser, si tienes el valor de aceptarlo. Tu Guardián, el Guardián Sagrado, es a la vez tu aliado para que lo logres y la fuerza para conseguirlo. Manuel había terminado explicándomelo así, después de horas de intentar hacerme comprender toda la profundidad de lo que realmente significaba. Al final me lo planteó así, y me pidió que siguiera hablando con Nahum, trabando amistad con él.
Eso intentaba aquella noche, cuando salí a la calle sin ningún sitio a donde ir. Dicen que a veces el viaje es más importante que el destino, y eso era lo que yo esperaba que ocurriera.
– No sé qué intentas hacer –le dije a Nahum, que caminaba a mi lado en una forma esbelta, vagamente femenina, con un ondulante cabello de piezas flotante–. ¿Lo que me muestras es real, verdad?
Asintió. Su rostro no tenía rasgos ni boca, apenas un espacio vacío para los ojos. Pero en ellos brillaba una luz oro y esmeralda, asombrosamente expresiva.
– ¿Por qué no me llevas con Gina? Me la has enseñado sufriendo, un montón de veces. Esperaba que ese chaval, Lorca, estaría con ella, hasta que el otro día vino a la casa siguiendo a Manuel. Menuda pinta de cordero camino al matadero traía... ¿era yo también así, antes de que llegaras?
Otro asentimiento. Nahum caminaba como lo hacía Gina de niña, las manos cruzadas tras la espalda, con grandes zancadas, y mirando alrededor todo el tiempo. Era tan curiosa, tan tierna. Pero se volvió dura muy, muy rápido. Fue su forma de responder a no haber contado con mi ayuda cuando debí estar ahí. Se hizo fuerte y decidió por sí misma mientras yo bebía y bebía.
Jireh, el Guardián de Ester, me había limpiado de eso. Llevó horas, largas horas de sentirme vacío y enfermo y pequeño. Todos los sentimientos que solía ahogar con alcohol. Tuve que experimentarlos todos, una visión rápida pero intensa de cada momento arrancado a mi hija, a mi familia, a hacer las cosas mejor. Mi arrepentimiento salió de lo profundo de mis entrañas y arrolló la autocompasión que había sentido en su lugar todo ese tiempo. Ya no era un remordimiento que se me comía desde dentro, sino una convicción, un deseo, un ansia, de hacer las cosas bien y arreglar lo que había hecho mal, tanto como aún pudiera.
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Alianza de Acero: una novela de Dark'n'Soul
FantasyGina Serna lo ha perdido todo. Su familia, su corazón, su bondad. Sólo le queda la venganza. Tulius, el influyente hechicero, la quiere para si. El Djinn, el demonio insinuante, ansía hacerla suya. Gina, por su parte, planea utilizar al segundo para...