Después de insistirle sin parar en la comida, mamá me ha dejado ir a la fiesta de esta noche.
Hugo no se ha pronunciado en ningún momento, Se ha mantenido al margen, cosa que agradezco ya que no he conocido en mi vida persona más entrometida. Simplemente se ha quedado en silencio, mirando su plato.Al final me decido por un vestido azul que me compré hace un tiempo, acompañado de unos tacones negros. No es ropa que use a diario, pero es una ocasión especial, las fiestas en casa de Lorena nunca defraudan.
Estoy casi lista, nunca me ha gustado maquillarme en exceso así que, una vez delineada la raya del ojo, me veo perfecta.— ¿Al final vas a la fiesta? — Hugo está abajo, ¿es que a este hombre nunca le da el sol? Parece que le ha cogido cariño a la casa porque desde que llegó no ha salido de ella.
— No, me visto así para irme a dormir — Le contesto poniendo los ojos en blanco y pensando si me falta algo por llevarme.
— Ten cuidado, ¿vale? — Me mira de arriba a abajo cruzado de brazos, sigue tan serio como esta mañana.
— Créeme, siempre lo tengo — Le guiño el ojo en modo sarcástico — Sé defenderme si eso es de lo que te preocupas.
— Y pásalo bien, pero siempre con cabeza — ¡Venga ya! ¿Quién se cree que es para darme consejos?
— Que si, Hugo. Tranquilo. — Resoplo, no me voy a enfadar, no esta noche.
— Te llevaré — Nada, que no se convence, se levanta y coge unas llaves de la entrada, imagino que son de su coche — Ya es tarde para que vayas tú sola, hoy en día tienes que andar con mil ojos.
— Te lo he dicho, no me hagas repetirte que he sabido defenderme muy bien todos estos años — Protesto, ¿de verdad está pasando esto?
— Te llevaré igualmente. — Chasquea la lengua, esperándome en la entrada.
— Pues llévame, así me ahorro andar con los tacones — Que al menos su insistencia sirva para algo, ¿no? Así no me dolerán los pies antes de empezar la fiesta, llevo tacones una o dos veces al año y no estoy acostumbrada.
Cierro a mis espaldas cuando los dos hemos salido, él camina delante, yo con algo de dificultad debido a los malditos zapatos voy detrás, menos mal que el coche está bastante cerca.
Hugo está más serio que nunca mientras conduce. Me he montado en el asiento de copiloto y ni siquiera me ha hablado en todo el trayecto, aunque sea corto.
— ¿Qué mosca te ha picado? — Pregunto sin poder aguantarlo más.
— No me gusta la idea de que vayas sola por la noche — Murmura.
— ¿Qué crees, que voy a dejarme hacer cualquier cosa? — En serio, me está sacando de mis casillas. — Soy consciente de todo, Hugo. Siempre he sabido qué hacer y en qué momento.
Aparca por fin frente a la casa de Sara y se vuelve hacia mí, sigue serio, mucho.
— Déjame tu móvil. — Pone la palma de su mano hacia arriba.
— ¿Para qué quieres ahora mi móvil?
— Te apuntaré mi teléfono, si pasa cualquier cosa solo tienes que llamarme e iré a recogerte.
¿No me va a dejar tranquila si no lo hago, verdad? Verdad. Resignada lo hago, le doy mi estúpido teléfono en el que rápidamente apunta las nueve cifras del suyo antes de devolvérmelo.
— ¿Cómo quieres que te guarde en mis contactos? — Pregunto ahora con sorna — ¿El nuevo novio, amigo o conocido de mamá?
Suelta la primera carcajada desde hace muchas horas, y no sé porqué, pero a í también me hace gracia.
ESTÁS LEYENDO
En busca de la felicidad
Roman d'amourMel es una adolescente rebelde e incontrolable desde que su padre murió cuando ella tenía nueve años. Desde entonces, su madre cambió por completo con ella, empezó a intentar meter a un hombre tras otro a casa. Mel se niega, no quiere a ningún hombr...