7. Descubriendo.

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— Kyle, en serio. Dime de una vez a dónde vamos. — le pregunté por enésima vez, molesta.

Estamos arriba de su auto, aun conduciendo, hace aproximadamente una hora y no tengo la menor idea a donde nos dirigimos, lo cual lograba poner mis pelos de punta y mi mal humor palpable.

—La curiosidad mato al gato, Miller. Estamos por llegar.

—Voy a denunciarte. Esto es secuestro. —Se río de mi comentario y siguió ignorándome, haciendo que me ponga más nerviosa de lo que estaba.

Era gracioso que después de tanto tiempo sin tener una cita, aceptara salir con un alguien que conocí hace una semana y que no se nada de su vida. Bueno, en realidad si sabía, pero no era nada más que simple rumores que consiguió Em de Tyler -que nunca hablaba demasiado de su primo- y algunas cosas sin sentido que me comento mi madre.

— Hellen, ¿Te gusta el agua?

Fije mi viste en él y comencé a soltar carcajadas fuertes.

— ¿Preguntas en serio?

—Si—sonrió.

— Bueno, sí. Me gusta el agua. Me encanta. ¿A qué viene esa pregunta?

— Ya verás.

Negué con mi cabeza y me comencé a observarlo.

Su cabello negro corto pero desaliñado, sus labios, de los cual no borró su sonrisa en todo este trayecto. Sus ojos finos color café, acompañados de su mirada segura.

Kyle no era feo en lo absoluto, era lo suficiente atractivo para el ojo de cualquier chica. Incluyéndome, por supuesto.

Kyle desvío su mirada del frente y la enfocó en la mía, con una sonrisa arrogante.

—Me pone nervioso que me observes tanto.

Me reí y saque mi viste de el

— No te observando.

—Si lo hacías

—Eso quisieras

—Claro que quiero.

Volví mi vista hacia el

—No hablas en serio- repuse, alzando ambas cejas. — ¿no?

—Obvio que es en serio. 

—No sabes lo que dices. —desvíe mi mirada.

—Sí que lo sé. Llegamos.

Estacionó el auto y bajamos de él. Me di cuenta en donde estábamos y por qué tardamos tanto, estábamos en el mar, en la costa.

Mordí mi labio inferior, sonriendo. 

—No puedo creer que me hayas traído acá- comenté.

—No era el plan original.

— ¿No?

Negó con una sonrisa. 

—  Entonces ¿cuál era?

—Quería llevarte a otro lugar— comenzó a sacar una canasta del auto— pero cuando te vi con ese vestido, pensé que estabas perfecta para verte caminar por la arena, aparte, tenía que verlo moverse por la brisa del mar.—sonrió.

Sentí que mis mejillas se tornaron coloradas y le di la espalda a Kyle para que no se diera cuenta de mi sonrojo.

Comenzamos a caminar por la arena, hasta que frenamos y comenzó a armar una especie de picnic con una manta, en la canasta tenía dos cervezas y unos sándwich.

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