Décimo primer capítulo

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(Narra Alexa)

- Elena.- escuché a Ronald sorprendido desde la puerta principal. Miré el reloj de la sala de estar confundida, era la 1:37 de la tarde, aún era temprano para que ella estuviera aquí.

- No puedo hablar, Ronald, ¿dónde está ella?- dijo temblorosa. Salté del sillón donde me encontraba y corrí a la puerta.

Ella me miró con ojos brillando y muy abiertos. Estaba algo pálida y despeinada pero nada más parecía fuera de lugar.

- El, ¿qué pasó?- murmuré preocupada.

- Yo... Lo siento, no sabía a quién más recurrir... Sé que no estás muy bien en este momento. Perdón, pero yo...- su vista se centró en un punto detrás de mí. Nunca la había visto así de afectada. Fruncí el ceño haciendo un gesto de preocupación.

- Soy tan estúpida.- susurró y empezó a reír levemente, causándome escalofríos.

Ahora que lo pienso era una mezcla entre risa y llanto. Ronald y yo nos miramos confundidos.

- ¿Qué le pasa?- dijo él susurrando. Me alcé de hombros con genuina confusión.

- No lo sé, tú eres el psicólogo.- le recordé y él me fulminó con la mirada. Sonreí por su acto infantil.

- Y tú eres la adolescente, deberías saber de cambios de humor.- me sacó en cara. Abrí mi boca indignada. Un solo codazo en el abdomen y eso lo dejó callado. Sonreí victoriosa.

Volví la vista a Elena que parecía no haberse dado cuenta de nuestra silenciosa pelea. Seguía con la vista perdida y respiraba lentamente, como si estuviera dormida.

- Elena....- pregunté chasqueando los dedos frente a su rostro.- ¿Qué pasó?

- Lo golpeé... Ale, le partí la nariz.- dijo pero sin despertar de su trance.

Un hormigueo se hizo presente en mi estómago, eso no suena nada bien. Ella no es así. No es tan impulsiva, al menos no físicamente.

- ¿Qué?- dije sin poder creerlo.- ¿A quién?- le dije a centímetros de su rostro y la tomé por los hombros. Su mejilla derecha se veía roja a esta distancia y estaba segura que no era un sonrojo parcial.- ¿Estás bien? Mierda, Elena respóndeme.- pronuncié desesperada agitándola suavemente. Ella seguía mirándome como la mayor estúpida del mundo.

Mi corazón se desembocó y la angustia empezó a molestarme. Tengo que saber qué pasa, tengo que saber que ella está bien.

- Alexa, déjala respirar.- intervino Ronald separándome de ella con suavidad. Lo miré con los ojos con viva preocupación.- Anda, cálmate.- susurró.- Ella está aquí.

El desastre que estaba dispuesta a desatar se aminoró con solo esas palabras. Tenía razón, lo de mis hermanos me había destrozado y mi sistema nervioso ya no era el mismo.

Respiré en busca de oxígeno varias veces antes de hablar. Inhala, exhala.

- Está bien.- pronuncié roncamente de mala gana. Él sonrió orgulloso y asintió. Un incómodo silencio se hizo presente pero aún así no rompimos el contacto visual.

Un timbrazo de su celular me hizo reaccionar. Se aclaró la garganta y leyó lo que supuse fue un mensaje. Su rostro cambió y pareció alarmado.

- Yo... debo irme, y yo...- bajó la mirada algo avergonzado.- ¿Estarán bien?

Asentí rápidamente y le sonreí levemente para convencerlo. Si él debía irse no sería justo mantenerlo aquí.

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