CAPITULO 5

76 10 0
                                    


Casi no pude dormir esa noche, no podía parar de pensar en el beso de Pablo, en cómo me acariciaba y cómo se fue dejándome con la palabra y aquel beso en la boca. No tenía ganas de levantarme de la cama, solo quería cerrar los ojos y dormir, pero no había forma. Eran las 10:30 de la mañana así que decidí levantarme, desayunar algo, ducharme y pensar en otra cosa que no fuera Pablo.

Miré mi móvil, el cual tenía en silencio desde ayer, no quería saber nada de nadie. Tenía unas 4 llamadas perdidas de mi madre, debía llamarla antes de que se le ocurriera presentarse aquí a ver si me había pasado algo, todavía no le había contado lo de David y no sé si me apetecía mucho hablar del tema.

Y luego estaba el WhatsApp, tan deseado a veces y tan odiado otras cuantas, entre los muchos mensajes acumulados del grupo de amigos en las que no paraban de poner fotos de sus vacaciones y los del grupo familiar, tenía mensajes de David, no sé si quería leerlos, pero finalmente los abrí. Ni se me había ocurrido que este momento iba a llegar. Necesitaba venir a por sus cosas y tenía que hacerlo hoy, no sé si quería volver a verlo... una parte pequeña de mí se moría de ganas, podía sentirlo y otra parte de mí deseaba con todas mis fuerzas partirle la cara y no verlo más. Al final ganó la segunda parte, no iba a partirle la cara, no por falta de ganas, sino porque soy pacífica y estoy en contra de la violencia, sino porque decidí no verlo más.

-Tendrás tus cosas en el salón, solo tienes que recogerlas e irte. Puedes pasar esta tarde a las 5, no estaré en casa, no te olvides dejar tus llaves aquí, no quiero que las llaves de mi casa anden sueltas por ahí.

No sé si fui demasiado seca o borde, no me iba a andar con simpatías después de lo que me hizo.

Me contestó con un simple "Ok", tampoco esperaba más.

Debía inventarme cualquier excusa para salir, no quería estar aquí para cuando llegara y él solía ser demasiado puntual así que a las 4:30, una vez que recogí todas sus cosas y las puse en el salón, me marché de casa.
Me fui a casa de mi madre, estuve hablando con ella sobre lo que pasó con David, tampoco le di muchos detalles porque sabía que en cuanto ella se lo contara a mi padre seguramente si se llegaran a encontrar los dos en la calle, mi padre no se iba a andar con chiquitas y le iba a cantar las cuarenta.

Sobre las 8:30 volví a casa, solo esperaba que no se hubiera llevado algo más que no le pertenecía sino, sí que me las iba a tener que ver con él. Gracias a dios no tenía mucho que reclamarme, la casa era mía, yo ya vivía aquí antes de que decidiéramos vivir juntos, así que los muebles y demás cosas de la casa eran mías, él solo se ocupó de traer su ropa y objetos personales, partimos el alquiler y demás gastos en dos y listo.
Cuando subí a casa y abrí la puerta escuché ruidos, no podía ser... ¿¿todavía estaba allí?? No supe si darme la vuelta y volver más tarde, me quedé en la entrada intentando escuchar hasta que oí la voz de una mujer... ¡Ah no! ¡Eso sí que no! Cerré la puerta de golpe y me dirigí al cuarto, que era de donde provenían las voces y ahí estaban los dos, David y su nueva novia que parecía sacada de un catálogo de modelos de ropa interior.

-¿Se puede saber qué haces aquí todavía... y con esta? – Me di cuenta que lo de que era pacífica tenía su límite, en estos momentos no sabía ni el significado de la palabra, tenía ganas de gritar y si... también tenía ganas de partirle la cara a este desgraciado.

-Al final no he podido venir a la hora que me dijiste, te iba a llamar, pero como me dijiste que no estarías en casa...

-¿Qué hace ella aquí? – Ignoré su explicación, intenté respirar hondo para no parecer una fiera, me contuve bastante.

-No podía llevarme mis cosas yo solo y le pedí que viniera a ayudarme.

-¿No te dije que tus cosas estaban en el salón? ¿¿Qué hacéis en mi cuarto?? – Mi paciencia empezaba a agotarse, iba a explotar en cualquier momento, lo estaba viendo venir.

-Quería estar seguro de que no me dejaba nada.

-¿Tú te crees que soy tonta? Salid de mi cuarto...

-Pero...

-¡¡Que salgáis de mi cuarto, joder!! –Ambos se quedaron mirándome pero no se movían, volví a respirar hondo, la fiera ya estaba aquí – ¿No tienes bastante con lo que me has hecho que encima tienes la cara dura de traer aquí a esta tía? ¡¡Y para colmo la metes en mi cuarto!! – Me fui hacia él y empecé a darle empujones, no lo quería allí, a ella no la toqué porque ni siquiera quería mirarla – ¡¡FUERA!!

-Vamos – le dijo él a ella y empezaron a andar hacia el salón. David se giró y me dijo – Si veo que te has quedado algo mío volveré.

-¡Pero serás cabrón! ¿Me estás llamando ladrona? ¿Para qué voy a querer quedarme yo algo tuyo? ¡¡Imbécil!! ¡Por aquí no vuelvas nunca más! No quiero saber nada más de ti, ¿Me entiendes? ¡NADA!

Empezaron a coger sus cosas y yo perdía la poca paciencia que me quedaba, me estaba volviendo loca, tenía dolor de cabeza, me estaba empezando a marear y un nudo se instaló en mi garganta. Cuando salieron por la puerta me derrumbé, creo que se agotaron todas las lágrimas que podían salir de mis ojos, no recuerdo haber llorado así nunca, me tumbé en el sofá y lloré, lloré y lloré hasta que me quedé dormida.

CUANDO TE ALEJASWhere stories live. Discover now