CAPITULO 1

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Me había pasado las últimas tres horas conduciendo sin rumbo fijo, sin saber a dónde ir, intentando deshacerme de esta nube negra que no paraba de lloverme encima y me empañaba los ojos, hasta que recordé ese lugar en el que no solía haber nadie, donde podías sentirte libre, despejada, tranquila, en paz y hasta feliz por mucha mierda que te salpicara la vida, vine un par de veces con David, mi ex (desde hacía 4 horas), lo encontramos un día que nos perdimos cuando intentábamos ir por primera vez a Córdoba, el GPS se rompió y estuvimos dando vueltas hasta que nos vimos volviendo a Málaga y dimos con este maravilloso lugar. A pesar de que estaba a una hora de casa, solía venir sola cuando me sentía atrapada y necesitaba desconectar. Y aquí estoy, sentada en mi roca favorita frente a este lago que con solo mirarlo y respirar su humedad te limpia por dentro, pero hoy nada conseguía sanarme. Debí imaginar que este sitio me recordaría a él, hace 4 horas que ya no estamos juntos, ha conocido a otra y ha decidido tirar a la mierda los dos años y medio que hemos compartido, el caso es que me duele más el hecho de que me haya engañado con otra, que el que ya no estemos juntos, ¡maldito cabrón! De nuevo mis ojos se empañaron y no pude reprimir el grito de rabia que desde hacía rato quería salir de mi pecho y rompí a llorar desconsoladamente, puse mi cara entre mis manos y así me pasé llorando y sollozando no sé cuánto rato. De pronto oí una voz a mi espalda.

-Perdona, ¿te encuentras bien?

Me sobresalté, no esperaba que hubiera nadie, nunca solía haber nadie por allí, a pesar de eso no miré, me daba vergüenza que me vieran así.

-Toma

Me acababa de ofrecer un pañuelo de papel que cogí y agradecí con apenas un hilo de voz. Esa voz masculina volvió a hablar.

-¿Puedo ayudarte en algo? No sé, ¿necesitas agua, otro pañuelo, alguien a quien romperle la cara? Jeje

Por un momento dejé de llorar, esa voz me resultaba familiar, ¿Dónde la había escuchado antes? Seguía dándome mucha vergüenza mirar, pero ya la curiosidad me podía, me limpié los ojos con el pañuelo y como notaba su presencia tan cerca, miré. Casi me da un infarto, tenía agachado a mi vera al mismísimo Pablo Alborán, me miraba con una media sonrisa, pero se le notaba el gesto preocupado, no pude articular palabra, solo me quedé ahí mirando, hasta que él rompió el hielo.

-Hola, me llamo Pablo, ¿estás bien?

Me llamo Pablo dice... Como si hubiera alguien que no lo conociera... Acerté a decir mi nombre, que aún no sé ni cómo lo recordé.

-Yo soy Alma.

-Encantado Alma, precioso nombre ¿Qué tal la garganta? Has pegado un grito que ya me gustaría a mí esa capacidad pulmonar.

Creo que me debí poner colorada, muy colorada, porque este calor que me estaba entrando no era normal. Y no sé si era su sencillez, su amabilidad o la sonrisa que me estaba dedicando, que me sentí algo más aliviada y salí del shock que me había producido encontrarme con él de golpe.

-Umm sí, estoy bien, gracias... pero no me hables de capacidad pulmonar que tú de eso andas sobrado. –Intenté sonreír, pero por lo visto había perdido esa capacidad con tanto llanto.

-¿Por qué dices eso? –Dijo haciendo notar aún más su sonrisa.

-Te he escuchado cantar... Y lo haces muy bien, por cierto.

Ahí se ve que recuperé la movilidad de mi cara y sonreí por primera vez, me seguían subiendo los colores, lo notaba, él estaba ahí frente a mí, mirándome y sonriendo y yo que lo más cerca que lo había tenido era el último concierto que dio en Málaga y estaba a unos 30 metros del escenario, no me podía creer lo que estaba pasando. Además, hacía meses que acabó la gira y no se sabía casi nada de él, volver a verlo era como un sueño.

CUANDO TE ALEJASWhere stories live. Discover now