CAPITULO 9

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¿Y ahora qué pasa? ¿Estaba a punto de besarme? Ooogg... resoplé y me sumergí bajo el agua, no pretendía ahogarme, no era tonta, pero no quería salir a la superficie y volver a encontrarme con aquella boca que me incitaba a besarla. De pronto noté cómo una mano tiraba de mí.

-¿Pretendes ahogarte?

Su cara era de preocupación, tampoco había estado tanto tiempo bajo el agua, si me acababa de sumergir, qué exagerado...

-Hace calor...

Le dije intentando salir del paso. Aquella sonrisa volvió a deslumbrarme casi tanto como el sol.

-¿Te apetece que vayamos a aquellas rocas? Vamos...

Echó a nadar, ¿para qué pregunta? Me quedé un momento admirando sus brazos cómo salían y entraban en el agua, aquella espalda tan perfectamente marcada... madre mía, no se me iba a quitar este calor nunca. Empecé a nadar tras él, cuando llegó al espigón me esperó a que yo llegara, me costó lo mío, a pesar de saber nadar no tenía la agilidad que tenía él. Me recibió con una sonrisa y me tendió la mano para ayudarme a subir.

-A mí esto me da miedo, ¡eh! ¿Aquí hay erizos?

Se echó a reír y empezó a subir detrás de mí.

-No te preocupes que te cubro las espaldas, mira bien por donde pisas...

A mí lo de cubrirme las espaldas me puso muy nerviosa y ya me remató el notar sus manos en mi cintura, pero no dije nada, no podía. No era fácil subir a las rocas y mucho menos descalzos, al final nos haríamos daño, lo estaba viendo venir...

-No sé por qué te hago caso... subir es una cosa, pero ¿después cómo bajamos? Yo no pienso tirarme de cabeza...

-¿No decías que solías venir siempre a esta playa?

Me paré y lo miré, ¿me estaba vacilando? Lo vi señalar a nuestra izquierda. Qué tonta... una vez arriba había un camino que conducía a la playa y por ahí no había problemas para subir o bajar.

-Si estaba ese camino ahí ¿para qué me haces subir por aquí?

-Era una excusa para acercarme a ti.

Lo volví a mirar, esta vez arqueando las cejas, él se echó a reír escandalosamente y me soltó. Al llegar arriba todo era camino plano, me adelantó y empezó a andar hasta llegar al final del espigón, yo lo seguí y me senté junto a él al final del camino con los pies apoyados en las rocas. Era curioso, pero me sentía muy a gusto estando con él, me ponía nerviosa, eso era cierto, pero por momentos me olvidaba del artista y empezaba a disfrutar de la persona. Era muy simpático y bromista, al menos me hacía reír. Amable, atento, educado... tenía una serie de cualidades que harían que cualquiera cayera rendida a sus pies. Y luego estaba su cuerpo, sus manos, su boca, era tan condenadamente perfecta que si me dejara podría perderme en ella, no pude evitar acordarme de ese beso y se me aceleró el corazón. Lo miraba de reojo y no me podía creer que alguien como él estuviera sentado a mi lado, que hubiera venido expresamente para verme y que estuviéramos compartiendo una tarde tan bonita. De pronto me miró y sentí vergüenza de que me pillara mirándolo. Y me sonrió.

-He visto que tenías un libro ¿de qué es?

-Poesía

-Interesante...

Estuvimos hablando de gustos literarios, del último concierto al que habíamos ido. Esa pasión que desprendía al hablar de música me hacía inmensamente feliz, porque yo también compartía esa pasión. Hablamos de cine, series y otros gustos en los que me sorprendió ver que coincidíamos. Creo que pasamos allí más de una hora, estaba tan a gusto que no me quería ir. De pronto lo vi pensativo y preguntó.

-¿Tienes algo que hacer esta noche?

-No ¿por?

-Me preguntaba si querrías cenar conmigo... pero esta vez con menos vino.

Se echó a reír y a mí me subieron los colores, lo miré y entorné mis ojos, podría haberlo insultado, pero no sé qué pasaba que no podía enfadarme con él y no pude evitar reírme también.

-Eres... en fin... ¿y a dónde me llevarías?

-Ya se me ocurriría algo para sorprenderte ¿qué tal si nos dejamos llevar?

Aquella cara de pillín que puso me desarmó por completo, no sé qué cara debí poner, pero él se echó a reír.

-Vale, está bien. Dime hora y lugar y allí estaré.

-¿Por qué no me das tu dirección y paso a buscarte?

No pude evitar reírme.

-Ayy Pablo... en serio, dime la dirección o un punto de encuentro y allí estaré a la hora que me digas.

Soltó una carcajada que me sonó a música celestial.

-No sé si te pillará cerca, pero ¿qué te parece si quedamos a las 9 en el parque que hay en frente de donde vivías antes?

-¡Perfecto! -Quise reír, pero aguanté bastante bien.

Se quedó ahí mirándome un rato sonriendo, volví a desear saber qué pensaba esa cabecita, le devolví la sonrisa y hablé mientras me levantaba.

-Tú a mí también...

-Yo a ti también ¿qué? –Dijo poniéndose también de pie.

-Tú a mí también me caes bien.

Y me fui hasta donde estaban nuestras cosas y empecé a recoger, "esta noche tenía una cita", pensé y no pude evitar sonreír.

CUANDO TE ALEJASWhere stories live. Discover now