CAPITULO 10

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Me di prisa en llegar, recoger las cosas de la playa, ducharme y pararme frente al armario a elegir el modelo que me pondría esta noche, no quería pasarme, deseaba ir elegante pero informal. Al final me decanté por un vestido negro de tirantes, era de lo más sencillo, ajustado a la cintura y la falda con un poco de vuelo, pero sin pasarse, me llegaba un poco más arriba de la rodilla, si, este era perfecto.

Quería llegar un poco antes porque no quería que Pablo me viera venir desde casa andando, no sé por qué, pero prefería que siguiera sin saber dónde vivo, así que simularía que acababa de salir del coche, como vivo un par de calles más lejos de donde vivía antes, seguía aparcando el coche en el mismo lugar de siempre.

A las 9 menos veinte ya estaba lista y salí de casa, el parque estaba a 5 minutos así que cuando llegué Pablo aún no estaba por allí. Tampoco tardó mucho en aparecer, "qué puntual", pensé. Hizo amago de bajarse del coche pero no le di tiempo, ya estaba yo abriendo la puerta del copiloto y acoplándome en aquel asiento, de pronto un olor suave y rico me inundo las fosas nasales, quise cerrar los ojos y no dejar de aspirar, pero no daría muy buena imagen. Saludé y Pablo se me acercó y me besó en la cara, como si hiciera días que no me ve y yo sin pensarlo le devolví el beso.

-Estás guapísima.

-Gracias, tú también.

No podía evitar ruborizarme, su piropo unido a aquella sonrisa era demasiado para mí. Esa sonrisa no tenía descripción, no existían las palabras, al menos yo no las encontraba. Y estaba tan guapo... vestía un polito azul marino, con una tela fina que se dejaba caer ajustándose perfectamente a su anatomía, y unos pantalones negros que decidí no mirar mucho porque entonces estaría totalmente perdida. Tenía que recomponerme inmediatamente si no quería que me empezaran a brillar los ojos y poner cara de tonta.

-Bien y ¿a dónde vamos? –Pregunté.

-A un sitio que creo que te va a gustar.

-Cuánto misterio...

-Confía en mí.

Esa sonrisa otra vez, podría quedarme a vivir en ella. Condujo por calles que no conocía, no sabía exactamente a dónde me llevaba y eso era algo que me ponía ansiosa, quería saber, pero me relajé y me dejé llevar. Hubo un momento en que salimos de la carretera, ya todo era camino de tierra y árboles, seguíamos subiendo, ¿nuestra cita sería en el campo? Qué bien... me desanimé por un momento. Giró el coche a la derecha y vimos una pantalla gigante a lo lejos.

-¿Cine de verano? –Me hizo gracia y me dio por reír hasta que lo miré y lo vi serio.

-Si no te gusta podemos ir a otro lado.

Aiss me dio tanta pena que pensara que me reía de él, en realidad me hacía mucha ilusión, siempre había querido ir a un cine de verano, se veían los coches aparcados a lo lejos, yo esto solo lo había visto en películas, ni siquiera sabía que en Málaga existía esto y me hizo gracia pensar en esa idea.

-¡No! No es eso... Me gusta mucho la idea, de verdad, siempre he querido ir a uno, te lo digo en serio.

Parece que me creyó, porque sonrió y me invitó a salir del coche.
Desde donde estábamos no se podía escuchar nada, la verdad, la pantalla se veía porque se notaba que era bastante grande, ni siquiera sabía qué película estaban poniendo, pero miré a la compañía que tenía y eso me dio exactamente igual.

Pablo fue al maletero y sacó una cesta de mimbre, no me lo podía creer, había preparado un picnic. La apoyó sobre el capó del coche y me invitó a acercarme.

-Mira, sé que esto no es un restaurante, pero he pensado que quizás te gustaría...

-Esto es perfecto, Pablo, de verdad.

No pude dejar de mirar cómo se le iba iluminando la cara. Empezó a sacar de la cesta varios tuppers con recetas que no había probado nunca y que tenían muy buena pinta.

-¿Esto lo has preparado tú? – Pregunté sorprendida.

-Sí... si piensas que tengo una criada a la que le ordeno que tenga las cosas listas cuando llego a casa, te equivocas.

-No pienso eso... – le dije seria, era verdad, ni me había parado a pensar en eso.

-Lo sé, lo siento... no quería contestar así. Pero es que hay gente que cree que porque me van las cosas muy bien en mi trabajo ya vivo entre lujos, que no me va mal, pero entiéndeme, soy una persona muy sencilla, normal como cualquier otra, me gusta hacer las cosas, descubrir, aprender, valerme por mí mismo en todo lo que pueda...

-Pablo... no tienes que darme explicaciones, sé que no eres alguien a quien le cieguen las cosas lujosas y no te conozco mucho, pero sé darme cuenta de las cosas. Y la verdad, me alegra mucho que seas así.

Se quedó un rato mirándome a los ojos sin dejar de sonreír y yo me empezaba a perder, lo notaba.

-Bueno, ¿comemos? –Dije por fin.

-¡Claro!

Sacó un par de copas y una botella de vino y las colocó sobre el capó del coche, ahí nos apoyamos y empezamos a comer y saborear cada cosa rica que Pablo había preparado para nosotros.
Hacía tanto que no me sentía tan feliz... Se había tomado la molestia de preparar un montón de cosas. Solo el hecho de traerme aquí pensando en que me podría gustar, me hacía sentir pletórica, me gustaba pensar que no era el típico al que le gusta sorprender a una chica con regalos caros o restaurantes de lujo, esto para mí ya lo era, tenerlo al lado y poder disfrutar de su compañía, esto era un lujo.

Cuando ya no pudimos más, recogimos y nos sentamos en el capó a ver la película de terminar... a ver, porque oír, lo que se dice oír, casi no se podía escuchar nada. Y una vez más parecía que me había leído el pensamiento.

-Siento mucho que hayamos tenido que ponernos tan alejados, pero sería una locura si me meto ahí en medio y la gente me ve.

-Lo entiendo, no te preocupes, además se está genial aquí.

La única luz que nos alumbraba era la de la luna que estaba a un par de días de ser luna llena. Las estrellas que cubrían el cielo le daban el toque mágico al paisaje. Me quedé largo rato mirándolas, con la luz de la ciudad era difícil distinguir tantos puntitos allá arriba y quería aprovechar ya que estábamos en mitad del campo. Y de pronto...

-¡¡OOH!! ¡¡He visto una estrella fugaz!! ¡¡Nunca había visto una!! –Me emocioné de tal manera que si no llega a ser por la distancia, estoy segura de que todos los que estaban viendo la película me hubieran mandado a callar.

-¡Pide un deseo! –dijo Pablo.

Cerré los ojos y obedecí, esto me hacía una ilusión... Al volverlos a abrir Pablo habló.

-Lo habrás deseado con ganas, ¿no?

-Con más ganas que nunca...

Lo miré y ahí estaba mirándome fijamente y con su sonrisa que tanto me gustaba. No podía apartar mis ojos de los suyos, tenía algo que enganchaba. De pronto se empezó a acercar más a mí, podía sentir su aliento sobre mi boca y podía notar cómo mis piernas perdían las fuerzas.

-Me gustas, Alma.

Aquellas palabras se incrustaron en mi pecho, quise gritar que él también me gustaba, pero ya tenía su boca sobre la mía. Fue el beso más tierno que había recibido en la vida, volvió a mirarme a los ojos y ninguno dijo nada, acercó su mano a mi cara y la acarició con su pulgar y volvió a besarme, esta vez con más ganas, como queriendo devorar cada una de mis palabras que no conseguían salir de mi boca, nuestras lenguas se encontraron y parecían reconocerse en el encuentro, mordió mi labio inferior y yo me deshice por completo. Nuestras respiraciones alteradas, nuestros corazones queriendo salir del pecho y nuestras manos que empezaron a buscar el cuerpo del otro. Él dejo de besarme, me tumbó sobre el capó y se recostó a mi lado, empezó a recorrer mi cuello con su lengua, dándome pequeños besos que me volvían completamente loca, por un momento sentí miedo, miedo a que se volviera a marchar y con la voz entrecortada hablé.

-Pablo... ¿te volverás a ir?

El me miró a los ojos y atrapó mi cara con su mano recorriéndola con sus dedos.

-Esta vez no... no sin ti.

Volvió a besarme de nuevo... y entonces mi deseo comenzó a cumplirse.

CUANDO TE ALEJASWhere stories live. Discover now