CAPITULO 11

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Íbamos en el coche de camino a mi casa, había sido idea de Pablo, se notaba que las ganas le podían porque empezó a conducir más deprisa. El camino se me hizo eterno, ninguno dijo nada, pero se podía escuchar nuestras respiraciones nerviosas. En cada semáforo nos mirábamos con una media sonrisa. Dios, tenía tantas ganas de besarlo...

Llegamos a mi portal y Pablo se rió.

-¿Qué clase de mudanza has hecho tú? O sea, ¿Cuando vine a buscarte te tenía así de cerca y yo sin saberlo? – Se mordió el labio inferior mientras sonreía y yo quise morir. No pude evitar reírme con él.

Bajamos del coche y cruzamos la calle, si el paso llega a ser más ligero hubiéramos acabado corriendo, me reí al vernos con tanta urgencia.

Entramos a mi portal y subimos las escaleras casi de dos en dos. Al llegar a mi puerta intenté meter la llave en la cerradura pero Pablo se pegó tanto a mi espalda que no conseguía mantener la concentración, hundió su cabeza en mi cuello y aspiró lentamente, cosa que a mí me aceleró el pulso aún más, notar su calor me ponía muy nerviosa y yo que no conseguía abrir la maldita puerta.

-Pablo... Por favor. –Logré decir casi sin aire.

Se retiró sonriendo y poniendo las manos en alto en señal de disculpa y yo lo quise abrazar. Conseguí abrir la puerta y entramos. No me dio tiempo a cerrarla cuando ya tenía a Pablo de nuevo pegado a mí, me quitó el bolso y las llaves de las manos y las dejó sobre la repisa del recibidor. Me pegó contra la pared y comenzó a besarme como si alguien le hubiera dicho que este sería el último beso de su vida. Casi perdía el equilibrio al notar sus manos recorrer mis muslos por encima de mi vestido. Conseguí librarme de él, no quería hacerlo en la puerta de casa...

Me alejé unos metros de él sin dejar de mirarlo entrando en el salón y él empezó a caminar en mi dirección a paso lento, con el ceño fruncido y la sonrisa más pícara que vi jamás y para colmo se estaba mordiendo el labio inferior, me entró la risa tonta, pero era de los mismos nervios.

-¿Quieres beber algo? –fue lo primero que se me ocurrió decir.

-Si... a ti.

Aquello fue como escuchar mi canción favorita, esa que podrías poner en bucle y jamás te cansarías de escuchar.

Llegó hasta mí y me agarró de la cintura y yo me dejé hacer, me dio un pequeño beso en los labios, siguió por mi cara, aparto mi pelo con su mano y siguió besando hasta el lóbulo de mi oreja, lo atrapó con sus labios y luego siguió por mi cuello hasta pararse en mi hombro, con la punta de su dedo índice recorrió el camino que habían dejado sus besos y eso me puso el vello de punta, lo miré a los ojos y su cara era de satisfacción al verme casi rota.

-Vamos a tu cuarto... -susurró.

Intenté recuperar la compostura y lo cogí de la mano para indicarle el camino y él me siguió.

Cuando entramos fue hacia la cama y quitó la colcha de un solo tirón, a mí me hizo gracia ese gesto, y pensé que si no llega a ser él, me habría enfadado por el desorden, y mucho. Volvió hasta mí con gesto divertido y me acarició el pelo con ambas manos, me agarró con una mano por la nuca y comenzó a besarme con tantas ganas que nuestras bocas parecían una. Noté mientras me besaba cómo con su mano libre buscaba por mi espalda la cremallera de mi vestido, parecía todo un experto porque la encontró en seguida, la bajó tan lentamente que el roce de sus dedos en mi espalda hicieron que me estremeciera aún más, intenté gemir pero su boca tapaba la mía. Me volvió a morder el labio inferior, sentí como casi perdía el equilibrio y me agarré fuerte a sus brazos, Pablo sonrió y siguió dándome pequeños besos en la boca y siguió otra vez el camino de la perdición, al llegar a mi hombro de nuevo, introdujo su dedo índice debajo del tirante de mi vestido y lo dejó caer a un lado y volvió a besar mi hombro desnudo. Giró su cabeza hacia mí y me volví a encontrar con sus labios, más besos... y volvió a descender por mi cuello, esta vez en el lado contrario, hizo lo mismo con el otro tirante del vestido y con un pequeño desliz mi vestido cayó al suelo. Pablo sonrió y volvió a besarme. Yo bajé mis manos hasta el final de su camiseta y metí mis manos debajo de ella, Pablo se aceleró al notar el contacto de mis manos en su abdomen y dejó escapar un pequeño gemido, seguí subiendo y él levantó los brazos con una sonrisa de oreja a oreja. Le quité la camiseta y admiré su pecho desnudo frente a mí. Ya que estaba, y antes de que él volviera a "atacar" me animé y fui a por el pantalón, intenté quitarle el cinturón pero él me ayudó porque el ansia le podía, una vez que nos deshicimos de ellos, me rodeó la cintura con sus manos y subió por mi espalda hasta que se deshizo de mi sujetador. Me ruboricé al ver cómo Pablo miraba mis pechos al descubierto, paseó su mirada por mi cuerpo hasta llegar a mis ojos, me volvió a besar mientras me llevaba hasta la cama, me tumbó y se recostó a mi lado recorriendo mi cuerpo con su mano, se paró en mis pechos y los acarició, yo me sentí flotar, supliqué para mí que esto no fuera un sueño. Siguió bajando su mano hasta mis caderas y se deshizo de mis braguitas y acto seguido hizo lo mismo con su ropa interior. A ver cómo lo digo... ver a Pablo completamente desnudo a mi lado era como tener acceso libre al museo más importante del mundo. Era sencillamente perfecto, no podía parar de admirarlo.

Salí durante un momento de mi ensimismamiento y le dije que esperara. Me estiré hasta la mesita de noche y saqué un condón, me sentí tan contenta de no haber dado todas las cosas a David, ese pensamiento me hizo reír.

Pablo me abrió las piernas con delicadeza y se instaló sobre mí.

-Tenía tantas ganas de tenerte así, para mí...

-Esta noche soy tuya...

-¿Solo me das esta noche? –dijo abriendo mucho los ojos pero sin perder la sonrisa a la que yo correspondí.

-Ssshhh cállate y bésame.

Pablo me obedeció sin rechistar, no dejaba de acariciar mi cuerpo yo abrí aún más mis piernas y él supo que ya no podía aguantar más y se introdujo en mí.

El vaivén de su cadera me hizo estremecer, primero fueron movimientos suaves y lentos y los iba intercalando con movimientos más acelerados, parecía una coreografía, me estaba volviendo completamente loca. Me cogió de las manos y puso mis brazos por encima de mi cabeza y no dejaba de besarme, yo quería tocarlo y protesté. Se dio cuenta de lo que yo quería y me soltó. Me abracé a su espalda como queriendo que nuestros cuerpos se unieran aún más y ya no quedaba espacio entre nosotros. Nos dejamos llevar por la pasión entre caricias y besos y mi cuerpo comenzó a temblar. Creí tocar el cielo, escuchaba su respiración entrecortada en mi oído y juntos entre jadeos alcanzamos el orgasmo.

CUANDO TE ALEJASWhere stories live. Discover now