Pov's Nirvana
– ¿Entonces puedes pasar por ella? – Pregunta Damien al otro lado de la línea.
– No sé a qué hora salga de acá Damien.
– Claro, ahora como te gustan menores que tú, ya no le puedes hacer un favor a este vejestorio.
– Maldita sea Damien. – Oigo su carcajada. – ¡Fue solo un beso! ¡Supéralo!
– Deberías satisfacer tus necesidades con él. Mira que está flechado por ti.
– Yo no uso a la gente, a diferencia de otros.
– Ya yo no soy de esos hombres enana. Ahora soy una nueva persona.
– Si claro. –Ruedo mis ojos. – ¿A qué hora sale Lena?
– Cinco de la tarde. Eres la mejor, te amo, chao. –Cuelga antes de que pueda despedirme.
Guardo mi teléfono en el bolsillo y toco el timbre.
– Hola a ti. – Abre Abraham luciendo un traje gris, imagino que estaba trabajando.
– Hola a ti también. – Paso.
– Ya tienes todo instalado en la habitación.
– Perfecto ¿Les gustó el boceto?
– Lo amé, tienes un gran talento Nirvana. – Me mira fijamente a los ojos, cosa que me intimida un poco.
– Ehm, gracias. – Miro a mi alrededor y veo que la casa está mas amueblada que la vez anterior. – ¿Ya se mudaron definitivo?
– Casi.
– Genial, les está quedando muy lindo. – Sonrío ampliamente y obtengo una media sonrisa de su parte. – ¿Y Samantha?
– Ni idea, creo que estaba con Miranda.
– Bueno, iré a trabajar.
Camino en dirección al cuarto y al llegar ahí veo todos mis implementos de trabajo.
Será mejor empezar.
***
Un ruido estruendoso me sobresalta y casi hace que arruine lo que llevo del mural.
Decido bajar a ver qué es lo que ha ocurrido. Espero que no le haya pasado nada malo.
Sigo el sonido del ruido hasta llegar a la cocina en donde me encuentro a un Abraham maldiciendo por lo bajo con unas ollas en frente.
– Hombre cero, cocina uno. – Digo recostada en el marco de la cocina. Abraham voltea a mi dirección y repasa con la mirada mi atuendo. No muy disimuladamente. – Vaya que eres disimulado.
– ¿Qué le pasó a tu anterior ropa?
– Esto. – Señalo mi camisón y mi short desgastado. – Es mi ropa de trabajo.
Asiente. – Y también estás toda manchada de pintura.
– Si, eso es el pan de cada día. – Sonrío. – ¿Qué intentas hacer?
– Pasta. – Dice y suelto una estruendosa carcajada. – No te rías. – Me frunce el ceño.
– Lo siento. – Trato de callar mi risa. – Vamos muchacho, mamá Nirvana te enseñará.
– No vas a tocar la comida llena de pintura. – Demanda.
– Tienes razón, te diré que hacer entonces.
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An Unexpected Meeting
RomanceHeather Reynolds, la fotografía es su pasión, ser odiosa es su vocación. Nirvana Brown, sarcástica por nacimiento, artista por excelencia Shannon Hamilton, tímida normalmente pero en el escenario es otra persona. Tres chicas totalmente diferentes...