Capitulo 22

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Pov's Nirvana

– ¿Entonces puedes pasar por ella? – Pregunta Damien al otro lado de la línea.

– No sé a qué hora salga de acá Damien.

– Claro, ahora como te gustan menores que tú, ya no le puedes hacer un favor a este vejestorio.

– Maldita sea Damien. – Oigo su carcajada. – ¡Fue solo un beso! ¡Supéralo!

– Deberías satisfacer tus necesidades con él. Mira que está flechado por ti.

– Yo no uso a la gente, a diferencia de otros.

– Ya yo no soy de esos hombres enana. Ahora soy una nueva persona.

– Si claro. –Ruedo mis ojos. – ¿A qué hora sale Lena?

– Cinco de la tarde. Eres la mejor, te amo, chao. –Cuelga antes de que pueda despedirme.

Guardo mi teléfono en el bolsillo y toco el timbre.

– Hola a ti. – Abre Abraham luciendo un traje gris, imagino que estaba trabajando.

– Hola a ti también. – Paso.

– Ya tienes todo instalado en la habitación.

– Perfecto ¿Les gustó el boceto?

– Lo amé, tienes un gran talento Nirvana. – Me mira fijamente a los ojos, cosa que me intimida un poco.

– Ehm, gracias. – Miro a mi alrededor y veo que la casa está mas amueblada que la vez anterior. – ¿Ya se mudaron definitivo?

– Casi.

– Genial, les está quedando muy lindo. – Sonrío ampliamente y obtengo una media sonrisa de su parte. – ¿Y Samantha?

– Ni idea, creo que estaba con Miranda.

– Bueno, iré a trabajar.

Camino en dirección al cuarto y al llegar ahí veo todos mis implementos de trabajo.

Será mejor empezar.

***

Un ruido estruendoso me sobresalta y casi hace que arruine lo que llevo del mural.

Decido bajar a ver qué es lo que ha ocurrido. Espero que no le haya pasado nada malo.

Sigo el sonido del ruido hasta llegar a la cocina en donde me encuentro a un Abraham maldiciendo por lo bajo con unas ollas en frente.

– Hombre cero, cocina uno. – Digo recostada en el marco de la cocina. Abraham voltea a mi dirección y repasa con la mirada mi atuendo. No muy disimuladamente. – Vaya que eres disimulado.

– ¿Qué le pasó a tu anterior ropa?

– Esto. – Señalo mi camisón y mi short desgastado. – Es mi ropa de trabajo.

Asiente. – Y también estás toda manchada de pintura.

– Si, eso es el pan de cada día. – Sonrío. – ¿Qué intentas hacer?

– Pasta. – Dice y suelto una estruendosa carcajada. – No te rías. – Me frunce el ceño.

– Lo siento. – Trato de callar mi risa. – Vamos muchacho, mamá Nirvana te enseñará.

– No vas a tocar la comida llena de pintura. – Demanda.

– Tienes razón, te diré que hacer entonces.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2016 ⏰

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