Encantadora maldición

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    Pov. Bonnibel

Aún era el amanecer y mis maletas y demás ya estaban totalmente listas, taché el último requisito de mi lista y de poco en poco subí las maletas y cajas al automóvil de mi hermano – ¿Lista Bonnie?- me pregunto este mientras acomodaba la última maleta –Totalmente- dije entusiasmada, vi hacia el automóvil notando que ya no había espacio para dos personas -Gumball quiero pensar que cabremos los dos, pero el auto no creo que lo permita- el de cabellos rosados al igual que los míos volteo a verlo, y definitivamente notó que no cabíamos –Emmmm-dudó un momento - ¿Qué te parece si te vas de otra manera? Creo que se te haría más cómodo- hice un suspiro para nada aliviador -como tu digaas- tomé mi billetera y me alejé en camino hacia el autobús, solo esperaba que las cosas no fueran mal, después de todo el primer día escolar iniciaba mañana.

Pov. ???

Iba saliendo de casa para tomar la carretera que me llevaría hacia la universidad y no era de esperarse que esta fuera una privilegiada, veía a mi alrededor mientras manejada y con qué sorpresa me encontré, la chica de ayer, paré el automóvil y abrí la ventanilla de este – ¿Vas a algún lado princesa?- ahora que lo notaba su piel era un color carne inusual, un tanto blanca, sus ojos eran violetas y su cabello un rozado parecido al de un caramelo, vestía un vestido amarillo con un listo rosa amarrado a su cintura, de cerca era mucho más linda de lo que me esperaba, bastante adorable –y entoncees...- trate de llamar su atención una vez más, pues quedo sumergida en sus pensamientos al voltearme a ver.

Pov. Bonnibel

-¿Quién eres para empezar?- dije mirándola atentamente, era una chica de apariencia alta (pues no podía ver su cuerpo completo) cabello largo negro azulado y ojos rojos carmesí, tenía unas facciones impresionantes, ningún chico se le escaparía –oh perdona por no presentarme- cambio su sonrisa a una más confiada aun –Mi nombre su alteza o como se diga, es Marceline Abadeer, - aparté la vista y suspire –¿y qué quieres de mí?- logré escuchar de ella salir una pequeña risa –nada menos que llevarte a la universidad, es adónde vas ¿no? O tal vez me equivoco- la voltee a ver de nuevo – ¿y cómo voy a saber que no me harás daño?- inclinó la cabeza un poco – ¿desconfiarías de una amiga?- miré hacia el suelo y pensé sobre ello, sabía que podía estar en peligro, pero había algo que me hacía aceptar su oferta, tal vez su mirada que persuadía, o su sonrisa que me ponía loca por dentro, era una sensación diferente, probablemente había caído en su encantadora maldición.

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