Capítulo 14

10 4 2
                                    

--Hola, buenos días ¿has dormido bien? ¿Te acuerdas de lo que pasó anoche?
--¿Qué pasó?
--Te despertaste a beber agua y me asustaste porque hiciste mucho ruido.
--Ah... ¿Te asusté mucho?.
--Mucho. ¿Vamos a desayunar?
--¡Vamos!-- dijo con una sonrisa en la cara.

--¡Rin, rin!-- Volvió a sonar el teléfono de Tía Verónica, era un whatsapp de Federico.

--Hola, sabes lo qué pasa hoy, verdad?
--Hola, sí claro-- contestó sin saber a que se refería.
--Acuérdate, a las 8 te espero :)
--Claro.

--¿Qué pasa?-- dijo Belinda mirando la cara seria de su tía.
--No se.
--No te entindo...
--¿Sabes lo que pasa hoy a las ocho?
--Sí. Hoy tenías una cita con Federico en el Anocheza.
--¿¡Y por qué no me lo has dicho antes!?
--Pensé que lo sabias-- dijo riendo.

No fue un día muy interesante.
El tiempo pasaba y cada vez quedaba menos para las ocho.

--¡Estoy lista!
--¿Vas a ir así?-- dijo con mala cara.
--Es una cita en una cafetería, no vamos a ir a un restaurante de lujo-- dijo un poco molesta.
--Aún te queda tiempo.
--Lo sé.

Tía Verónica iba vestida con unos pantalones vaqueros azules oscuros y una camiseta color salmón simple, acompañada de un collar plateado.
En cuanto a peinado llevaba su moño ligeramente despeinado, como siempre.

--¡Ya son las ocho!-- exclamó Belinda.
--Prometeme que te vas a portar bien.
--¿Acaso yo no voy?
--No. ¿Pensabas qué sí?-- dijo un poco sorprendida.
--Pues sí-- dijo desilusionada
--Me voy, pórtate bien, ¿vale?

Abrió la puerta y se fue.

Entró a la cafetería, había mucha gente. Se sentó en una mesa vacía y esperó, en cuestión de segundos apareció Federico.

--Hola-- dijo él con una sonrisa entregándole un ramo de rosas.
--H-hola-- dijo sorprendida pero a la vez con una sonrisa en la cara.
--¿Qué tal estás?
--(...)-- Tía Verónica seguía sorprendida.
--¿Qué? ¿quién pensabas qué era?
--No se, pero el director del instituto al que va a ir mi sobrina seguro que no.
-- *sonrió*

***

--¡Rin, rin!

Mientras, se escucha que alguien toca al piso donde estaba Belinda sola en casa.
Belinda, sobresaltada, se levanta y se dirije a la puerta lentamente.
Vuelven a tocar. Se da cuenta de que el sonido viene de un extraño teléfono, lo coje y no sabe que hacer con él. Se lo acerca a la oreja y decide hablar:

--¿Diga?
--¿Belinda?

--Esa voz... Era tan familiar, ¿dónde la había oido antes?-- se preguntaba Belinda.

--Sí, soy yo. ¿Y tú?
--Belinda soy Sara. Ábreme, por favor.


Belinda Mcmurffie ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora