Capítulo 53

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Su respuesta fue lamer mis labios y levantar mi pierna para pegar mucho más su cuerpo al mío y rozar más nuestros sexos moviéndose suavemente, sin dejar de mirarme, un jadeo se escapó de mis labios, no podía evitarlo, él me hacía perder completamente el sentido de todo y, aunque la cabeza me gritaba que detuviera esa locura, mi cuerpo entero lo reclamaba, no tenía fuerzas suficientes para detenerlo.

Introdujo su lengua ansiosa en mi boca y la mía la recibió con la misma inquietud. Puso ambas manos en mis nalgas y yo lo envolví con mis piernas, me cargó y comenzó a caminar conmigo mientras yo le lamía el cuello, sentí que mi espalda chocaba con una puerta y como pude la abrí volviendo a besarlo, entramos y me colocó sobre una superficie fría. Se separó, encendió una tenue luz y cerró la puerta, entonces me di cuenta que estaba sentada encima de una lavadora dentro de un pequeño cuarto.

Volvió a mi lado y me besó desenfrenadamente mientras sus manos soltaban las tiras de mi pantalón, le ayude a bajármelo al igual que mi ropa interior, y le quité la parte de arriba de su pijama, le besé y lamí el torso desnudo olvidándome completamente de donde estábamos. Él terminó de desnudarme y me besó los pechos en tanto yo bajaba su pantalón y su bóxer, antes de quitárselo por completo sacó un condón y se lo puso entrando en mí con urgencia.

Me besó para ahogar mi gemido y se movía con rapidez en tanto yo lo rodeaba con mis piernas aprisionándolo. Se separó de mis labios y nuestras narices se rozaban, nos mirábamos a los ojos mientras él seguía moviéndose en mi interior, nuestros gemidos se mezclaban y ambos sonreíamos sumergidos en el enorme placer que estábamos sintiendo, no existía nada más en ese momento, sólo él, yo y el fuego de la pasión. Sentí como llegaba al orgasmo y él me besó para callar el grito que emitiría, hizo los últimos movimientos y alcanzó el éxtasis total sin dejar de besarme. Nos abrazamos y sentí su pecho agitado en el mío.

– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – dijo mientras me abrazaba y acariciaba mi espalda.
– Lo sé, lo sé y me asusta – acepté avergonzada.
– No tienes nada que temer _____ – respondió separándose sólo lo necesario para mirarme.
– Esto es una locura, Kendall.
– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.

Puse mis manos en su rostro y lo besé delicadamente, él me correspondió de la misma manera, después de unos minutos nos separamos y comenzamos a vestirnos en silencio. Cuando iba a abrir la puerta él me jaló de un brazo haciéndome voltear.

– No permitas que te toque, por favor.
– Y tú prométeme que no la tocaras a ella.
– No estamos en la misma habitación, te repito que sólo somos amigos, en cambio, yo no podré dormir sabiendo que compartes la cama con él.
– Sólo será para dormir, lo prometo – le di un ligero beso y salí de ahí.

Crucé lentamente la cocina y la sala sintiéndome en las nubes, jamás me imaginé que esa aventura fugaz de lejos y en verdad me asustaba lo que estaba sintiendo, al menos para mí estaba dejando de ser sólo sexo, mi corazón estaba por quebrantar completamente la tercera regla. Subí cuidadosamente las escaleras y al llegar al último escalón vi que Julieta salía de mi habitación.

Ardiente Tentación (K.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora