Capítulo 72

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– Esto sí es una muy grata reconciliación completa, voy a hacerte enojar más seguido – dijo mirándome a los ojos con mi rostro entre sus manos.
– No te acostumbres, quizá la próxima vez no corras con tanta suerte.
– Te amo _____, te amo – dijo en mis labios desarmándome completamente.
– Yo también te amo Kendall – respondí con voz apenas audible sin quitarle mi vista de sus ojos y volvimos a besarnos.

Después nos abrazamos con fuerza sin decir nada, pero yo tenía la sonrisa *beep* tatuada en mi cara, no sólo habíamos hecho el amor, porque en esta ocasión así había sido, no sólo sexo, me había dicho que me amaba y mi corazón no podía sentirse más dichoso, pero de pronto, un detalle cruzó por mi mente y me separé para mirarlo, él notó mi confusión y también me miró desconcertado.

– ¿Qué sucede corazón?
– Kendall – pasé saliva – tú no... esta vez no usaste protección.
– Ya no tengo porque hacerlo, las cosas han cambiado, nos amamos, ya no es necesario – respondió frotando su nariz en la mía.
– Pero... – no pude completar la frase, esa idea me aterraba sólo de pensarla.
– ¿Existe algún riesgo? – preguntó separándose un poco para verme a los ojos.
– No, hoy no – dije no muy segura, necesitaba hacer bien las cuentas.
– Ya quita esa cara, si te tranquiliza seguiré usando, ¿vale?
– Vale, sólo cuando haya riesgo – respondí sonriéndole mientras pensaba en que tenía que buscar algún método anticonceptivo para mí.
– Lo que tú digas corazón, yo haré lo que tú me pidas – me dio otro corto beso en los labios y luego me abrazó de nuevo.
– Bueno, por el momento dejarme trabajar, tengo que terminar unos asuntos urgentes, no puedo irme hasta que los acabe – dije separándome.
– Bien, me quedaré contigo, al fin que todo mundo piensa que sigo en Europa – respondió mientras se arreglaba la ropa.
– ¿En serio no tendrás problemas por venir así de improviso? – pregunté en tanto me colocaba mi ropa interior y acomodaba mi falda.
– No, pero tengo que reportarme.
– ¿Cuando regresarás? – pregunté casi con pánico, ahora lo extrañaría mucho más.
– Pasado mañana, quería quedarme hasta el domingo, pero me es imposible, el viernes tengo una cena a la que no puedo faltar, es el cumpleaños de uno de los socios y podrá disculparme el que no haya ido a la junta, pero no el que falte a su festejo y también Jazzy irá a visitarme porque habrá una pequeña boutique en el hotel y quiere ver el espacio, llega el sábado por la tarde.
– No te preocupes, yo entiendo que tienes una vida y muchos asuntos que atender – dije caminando para sentarme en mi silla.

– _____, yo no te voy a dejar sola, ¿vale? – exclamó tomándome de un brazo para que volteara –siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú – añadió entrelazando ambas manos con las mías – nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Jazzy, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.
– Aún no sé si pueda – dije en tono juguetón.
– Pues, si no puedes te secuestro, pero de que irás a esa boda conmigo, irás – respondió pegando su frente a la mía.
– Está bien, pero ya déjame trabajar o nunca saldremos de esta oficina.
– Yo no tendría ningún inconveniente en quedarme aquí contigo encerrado.
– Ya basta Kendall, en serio.

Me dio otro pequeño beso en los labios y nos soltamos, me hizo la silla hacia atrás para que me sentara, como todo un caballero, y seguí trabajando en el ordenador. Él se sentó frente a mí y sacó su blackberry. Hizo un par de llamadas mientras yo seguía trabajando con el logotipo, después vi que escribía y escribía en el aparato. Cuando terminó con sus asuntos, movió la silla para sentarse a mi lado, le expliqué un poco lo que estaba haciendo, luego respondí unos mails y terminé un par de pendientes más. Y finalmente como a las ocho salimos de la oficina, cargo al oso y después tomo su pequeña mochila que había dejado en recepción, mientras yo me reía divertida, saqué mi celular y le tomé una foto con el oso en las manos.

– ¿Podemos ir a tu departamento corazón?, ahora Julieta está en el mío y no quiero que nadie sepa que estoy aquí – dijo al salir del edificio.
– No lo sé, podrías quedarte en alguna suite del Hotel Rose Imperial.
– Por supuesto, siempre y cuando tú te quedes conmigo, recuerda que vine única y exclusivamente para estar contigo.
– Claro que te puedes quedar en mi departamento – respondí sonriendo.

Le hice la parada a un taxi y subimos los tres, porque al oso lo pusimos en el asiento de adelante, al lado del conductor que nos miro extrañado, le sonreímos y subimos a la parte trasera, íbamos abrazados sin decir nada, escuchábamos la música de fondo que traía el taxista.

Al cabo de unos veinte minutos llegamos a mi departamento, Kendall volvió a cargar el oso y yo volví a reírme, se veía tan lindo, entramos y le indiqué donde estaba mi habitación para que lo dejara ahí en tanto yo entraba a la cocina a ver que había para cenar, pero no tenía nada digno y se lo dije, entonces propuso pedir una pizza y se sentó en el sillón mientras le servía un vaso de agua. Se lo llevé y me jaló para que me sentara en sus piernas, me quejé porque no alcanzaba el teléfono y me lo pasó, pedí una pizza de peperoni mientras él me besaba el hombro, yo le recriminaba con la mirada, pero él seguía y se reía por mis expresiones.

– Listo, en media hora llega – dije entregándole el teléfono de vuelta.
– Bien, tiempo suficiente – exclamó acostándome en el sillón y se colocó encima de mí.
– Eres insaciable Kendall, ¿te tomas algo? – exclamé acariciando su cabello.
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondió para luego besarme apasionadamente mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo.

Ardiente Tentación (K.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora