Capítulo 74

622 40 0
                                    

Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras él veía el noticiero. Regresé y me senté en sus piernas de nuevo, él me abrazó de la cintura y yo recargué mi cabeza en su hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y él suspiró, fui desabrochando su camisa y apagó el televisor, me cargó y me llevó a la habitacion, cerró la puerta con su pie y me colocó en la cama, yo me levante y terminé de quitarle la camisa, le besé el torso en tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo bajé al igual que su bóxer, entonces él me detuvo.


– Te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamó quitándome la blusa y luego él terminó de quitarse su ropa.

Miró mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y frotó mis labios con los suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomó una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y cómo hacerlo, lo miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, realmente estaba disfrutando del sabor de mi piel.

Llegó a mi muslo y se concentró en él; besándolo, lamiendo, succionando para luego detenerse en mi entrepierna, sentía su aliento sobre la piel y se me erizaba, a cada momento más anhelaba por sentirlo dentro de mí. Pasó por mi pelvis, se detuvo en mi ombligo, yo doblé la otra pierna y él la acarició con las yemas de sus dedos y después delicadamente con sus uñas, la  sensación me hizo arquearme y volvió a pasar sus uñas a lo largo de toda mi pierna, para este punto mi respiración era totalmente errática y los jadeos escapaban cada vez con más frecuencia.

Llegó a mis senos y estuvo besándolos y acariciándolos en tanto mis manos se entretenían con sus cabellos finos y sedosos. Siguió subiendo dejando besos entre mis pechos y continuó con su camino de besos ahora en mi cuello, con sus dientes jugó con él y yo apretaba su espalda, continuó hasta el lóbulo de mi oreja y luego exhaló en ella, todo mi cuerpo se erizó ante su tibio aliento, besó mi frente, mis párpados, mis mejillas, mi nariz y finalmente mis labios que lo devoraron con impaciencia. Se separó escasos milímetros mirándome con pasión y deseo, pero había algo nuevo en su mirada, algo aún más excitante, un brillo que en nada se parecía al de nuestro primer encuentro.

– Kendall, hazme el amor – musité con voz apenas audible.

Me respondió con una gran sonrisa en su rostro, tomó mis piernas y las subió para que quedaran sostenidas en sus hombros y entró en mí, esta vez dejé que el gemido se escuchara, él volvió a sonreír mientras entraba y salía en un delicioso ritmo que me hizo apretar la colcha. No smirábamos fijamente, ambos estábamos sumergidos en el inmenso placer que experimentábamos, el no poder besarnos intensificaba aún más la excitación y el goce del momento, además, que podíamos observar plenamente las expresiones retorcidas de cada uno, en tanto, nuestros gemidos se mezclaban en el aire envolviendo la habitación. Kendall aumentó el ritmo de sus movimientos más y más, enloqueciéndome, haciendo que me perdiera completamente en el deleite que su cuerpo me proporcionaba y de pronto una nueva y cálida sensación recorrió mi interior cuando él llegó al orgasmo y sus fluidos me inundaron provocando que yo también llegara al éxtasis emitiendo un intenso grito que se unió al de él.

Volvimos a amarnos un par de veces más, casi sin descanso, nos cubrimos de besos y caricias, repetíamos nuestros nombres sin cesar, a la par de apasionadas palabras que antes no decíamos y que hacían que la experiencia fuera aún más satisfactoria.

– Hasta mañana Kendall – dije con la voz adormilada y los ojos casi cerrados.
– Hasta mañana corazón – me dio un pequeño beso en la mano – te amo.
– Yo también te amo.

Nos quedamos dormidos con las manos y las piernas entrelazadas. La alarma incesante del despertador sonó y a mí me parecieron que habían pasado apenas cinco minutos desde que me dormí. Me estiré para apagarlo y sentí su brazo aferrado a mi cintura y su cuerpo pegado al mío, era inevitable que una sonrisa se dibujara en mi cara. Tomé su mano para retirarla y levantarme, pero me apretó más contra él.

– Kendall, tengo que ir a trabajar – repliqué.
– No vayas.
– Amor, yo qué más quisiera que quedarme aquí contigo, pero en verdad no puedo, estoy llevando casi la mitad de las cuentas de la agencia y hay mucho que hacer – dije colocándome encima de él.
– Repórtate enferma, por favor – suplicó acariciando mis brazos.
– En serio que no puedo, además, recuerda que Scott nos vio ayer juntos, seguro no lo creería – respondí enmarañando aún más su cabello.
– _____, no debe preocuparte el quedarte sin trabajo, yo tengo muchos contactos, podría recomendarte en la mejor agencia de Nueva York.
– Te lo agradezco Kendall, pero prefiero ganarme las cosas por mí misma, no quiero que digan que si tengo trabajo es por ti y no por mi talento.

Ardiente Tentación (K.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora