Capítulo 3:

26 0 0
                                    

Estaba saliendo de mi casa cuando sentí mi celular sonar, lo saqué de la mochila y me fijé que tenia una mensaje y al parecer era un número desconocido, lo abrí y por la foto me pude dar cuenta que era Matt.

-Hola ¿Cómo estas?, ¿Sigues viva?

-Hola, no se podría decir que tengo la mejor vida de todas, pero si.

-¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿tiene que ver tú mamá?- siempre tiene que ver mi mamá en todo lo que me pasa pero preferí omitirlo.

-Algo hací, pero volví a salir de mi casa.

-¿Qué tal si nos vemos, para que te puedas desahogar con alguien?

-Ok, nos vemos en la esquina de mi casa.

A los cinco minutos después ví aparecer a Matt, al parecer si vivía cerca de mi casa. Ésta vez se puso un poleron gris y unos jeans azules, ya que se acercaba el otoño y en ésta época empieza hacer mucho más frío por la noche. Al verlo inmediatamente sentí un aire frío recorrer por todo mi cuerpo, yo sólo estaba vestida con unos pantalones negros veraniegos y una polera verde de tirantes.

-Gracias por venir, ojalas no te haya interrumpido ni molestado.

-No te preocupes no te olvides que fuí yo quien te propuso venir. Bueno cuéntame que te pasó.

Le conté todo lo que pasó al llegar a mí casa. No sé como se lo pude contar no soy de las personas que le cuente sus cosas a todo el mundo, y más si son temas familiares. Conocí a Matt sólo hoy y sabe más cosas que muchos que me conocen hace tiempo, algo en él me hacía sentir que podía confiar. Sólo le oculté algunas cosas, como los golpes de cuando era más pequeña de mi madre, algunos insultos, y los castigos repentinos que de vez en cuando a ella se le ocurrían de la nada.

-Entonces hoy viste por primera ves a tú padre- dijo mirándome con el ceño fruncido analizando todo lo que le había dicho hace minutos atrás -Y aún nisiquiera te ha dirigido la palabra, y tú madre estaba hecha loca porque volvió.

-Exacto, si es que le puedo llamar padre, porque aunque mi mamá no fué la mejor de todas ella fué la que me crió, mientras que él se fué sin dejar rastro- sentí los ojos húmedos por algunas lágrimas, al parecer la situación me afectaba más de lo que yo esperaba.

Sentía como Matt trataba de pensar algo que decirme, sabía que no tenía ninguna idea que decirme, pero lo que a mi me importaba en éste momento era no estar sola, y haber podido desahogarme.

-No sé que decirte sobre esto, además no me gusta ver a las personas tristes, y más si son bellas chicas como tú- dijo apartando una lágrima de mi mejilla, hizo que se me saliera una sonrisa sincera hacia él. -Lo que si puedo hacer es distraerte se que no lo resolverá, pero al menos sabes que tienes alguien que te apoya, a pesar de habernos conocido hoy, pero creo que eso es lo que menos importa en este momento.

-Gracias enserio, has sido de mucha ayuda hoy. Lo único que quiero pedirte es que no le cuentes a nadie lo que pasó, no quiero que de un día para otro todos se pongan a hablar de mí.

-Obvio no sé le contaré a nadie, puedes confiar. Cambiando de tema ¿que te parece si vamos a tomarnos algo? Muy cerca de aquí venden unos chocolates deliciosos, dicen que lo dulce es bueno para pasar las penas.

-Jajajaja pero esas son las penas de amor, pero aún haci te tomo la palabra, no he comido hace horas.

Fuimos hasta el lugar era una bonita pastelería era pequeña pero acogedora, aparte que el chocolate era delicioso, creo que vendré más veces a éste lugar.

Hablamos de todo mientras comíamos, de él, de mí, como sería nuestros días en el liceo juntos.

Agarré mi celular para ver la hora que era, pegué un pequeño saltito en la silla, eran las doce y cuarto de la madrugada. Se me había pasado la hora volando.

-¡Me tengo que ir! Ya es muy tarde y no me di ni cuenta. Será mejor que valla a mi casa para que no me vean que salí y para ver como van las cosas.

-Yo también tengo que irme, te voy a dejar a tu casa entonces.

Llegamos frente a mi casa por segunda vez en este día, me dió algunos consejos para no explotar cuando tenga que hablar con mi mamá. Nos despedimos y se fué casi trotando por el frío que hacía.

Saqué las llaves de la mochila, sentía que me temblaban las manos, metí la llave a la cerradura, y tomé una bocanada de aire para quitar mi nerviosismo. Estaba a unos pasos de donde se encontraba mi papá.

Cuando pequeña siempre fantasiaba con éste momento, en cómo me tiraría a sus brazos y hablaríamos de todas las aventuras mientras no estuvo en la casa con mi mamá y con migo. Pero crecí, madure más, y me dí cuenta que las cosas no son tan simples, de un día para otro no se conoce a alguien que debería ser unas de las personas más importante de tu vida, y hacer como si nada mientras él estuvo ausente, y nisiquiera sabe tus gustos, ambiciones, sueños, cosas pequeñas pero que son relevantes en la vida.

Al menos no estaba gritando mi mamá eso era algo positivo, quise sacar todo mi nerviosismo para poder entrar a mi propia casa. ¡Espera! Ésta es mi casa, donde yo vivo, si él se fué eso ya no importa, ahora ya no pertenece a ella. Él debería estar en esta situación matándose de nerviosismo y planear como me mirará a la cara.

Con todo eso aclarado en mi mente me dió valor para abrir a la puerta y afrontar lo que fuera a venir.

No juzges sentimientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora