Capítulo 23: Ocultación de comida + Confiar.

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Pasé el resto de la tarde con mis hermanos: jugando con Elliott, corriendo y bromeando con Zac...Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien y sobre todo, que no me sentía tan ligera y libre de cargas.

- Bueno chicos, me tengo que ir. - les informé suspirando pesadamente, no tenía ganas de dejarles. - El lunes como muy tarde vendré a por vosotros. - susurré en la oreja de Will. Él asintió y me envolvió en un cálido y fuerte abrazo, al momento me vi rodeada por los tres, mientras que Elliott seguía soltando alguna lágrima.

- Te echaremos de menos, nana. - dijo Elliott en un puchero, yo le sonreí y le revolví el pelo.

- Solo una semana, enanos. - contesté mientras me acercaba a mi moto y me despedía de ellos moviendo las manos.

Me puse el casco y arranqué a Betty, esperé que los tres se fueran de vuelta al orfanato y me fui dirección a mi casa.

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- ¡Ya estoy en casa! - grité dejando mi bolso y las llaves encima del recibidor. - ¡HUELO A PIZZA, NO INTENTÉIS OCULTARLA DE MI! - volví a gritar.

- Mierda, abortad misión. - oí un susurro proveniente de la cocina. - ¡Mierda no la escondas ahí!

Fui sigilosamente hacia la cocina, esperando pillar a aquellos abortos de mono, in fraganti. No era la primera vez que intentaban ocultarme la cena y os digo, que ninguna de esas veces han acabado bien las cosas. Para ellos, claro. Yo acababa felizmente comiendo encima de sus cadáveres.

Pero eso es otra historia.

Sin hacer ruido, abrí la puerta de la cocina. Nadie, no había absolutamente nadie...o eso creían que yo pensaba. Los muy idiotas creía que yo era tonta o algo.

Para quien no se lo imagine, estas personitas, que se suponen que son mayores que yo y ni si quiera se como hacen para aprobar el curso...Estaban escondidos debajo de la mesa. Si es que tienen un cerebro minúsculo, oye.

Por suerte, no estaban todos, por lo menos pensaron que ahí ocho personas no cabían.

- ¿Creéis que soy imbécil? - pregunté aguantándome la risa y cruzándome de brazos frente a la mesa.

-¿Ni un poco? - preguntó Adam, con una pizca de esperanza. Le desafié con la mirada y él, como cachorro acojonado, bajó la mirada y se calló.

- Soltad la mercancía. - dije con tono autoritario, todos salieron de debajo de la mesa y con cara de niños inocentes, me entregaron la caja de pizza.

Aun conteniendo mi risa para parecer enfadada, abrí la caja y tal y como esperaba, estaba vacía. Les miré y ellos sonrieron como si no hubieran echo nada malo. En serio, a veces pueden ser tan críos.

- ¿Sabéis lo que pasa ahora no? - pregunté dejando la caja a un lado y cruzándome de brazos. Ellos negaron a la vez y suspiré. - Como no llegue en menos de 40 minutos una pizza a esta casa, correrá sangre y no será la de mi período.

Dicho eso, me giré y subí a mi habitación escuchando gritos de desesperación y peleas para ver quien llamaba antes a la pizzería.

Al llegar mi habitación, me desvestí y me metí a la ducha, estuve unos minutos allí y sintiéndome como nueva salí para poder ponerme el pijama. Miré mi movil para ver cuanto tiempo de vida les quedaba a mis hermanos y por suerte para ellos, aun tenían tiempo.

She is Bad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora