Capítulo IX {Elián}

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Caminábamos por los callejones de la unión hasta que llegamos al bar donde se reunían los rebeldes.

-¿Dead Bar? No tiene buena pinta... - dijo Arthur algo nervioso.

-Ya bueno, ¿Cómo quieres que se llame un bar lleno de rebeldes? ¿El bar Nothing Muerte?- Arthur se colocó delante mía.

-¿Estás seguro?-dijo poniéndose las manos en los bolsillos.

- Siempre lo estoy. -Sonreí y entramos por la puerta principal. Había una barra con dos hombres de unos 40 años que nos miraban fijamente, alrededor había unas mesas de maderas pequeñas en las que habían unos pocos hombres bebiendo y gritando groserías. 

- ¿Quieren algo? - nos preguntó la camarera de pelo rosa mientras limpiaba un vaso.

- Sí, ¿Dónde está Fer?- dije en voz alta para que la camarera me oyese. El silencio se hizo en la sala y todos los hombres que estaban en ese repugnante bar nos miraban.

-¿Quién eres?- la camarera dejó el vaso y apoyó sus manos en la barra.

- Nayel y este es mi compañero.- un nombre que me había inventado sobre la marcha ya que no podía decir mi verdadero nombre, aunque terminé por decírselo a Helena...

- Ya veo, sigánme.- llegamos a unas escaleras que nos conducía a un sótano.

- No tenéis ningún arma, ¿Verdad? Porque sino tendrán que dármela. 

- No tenemos nada.- Miré a Arthur que parecía estar más nervioso de lo que pensaba. 

- Vale, buena suerte... - Dijo con una sonrisa pícara.

Tenía que descubrir si eran esos militares que poco después se convirtieron en rebeldes, los mismos que mataron a...

-¡Nayel cuanto tiempo!- dijo levantándose de la silla y con un cigarrillo en la boca me daba palmadas en la espalda.

- No fue hace mucho que nos vimos Fer.- dije sonriendo falsamente. Fer era unos de los subordinados del jefe de los rebeldes pero con más poder que los demás, incluso pensé al principio que el era el jefe, por el miedo que le tenían los demás. 

- Te presento a un amigo de confianza.- señalo con la mano a Arthur.

- Tus amigos son mis amigos.- dijo sonriendo de oreja a oreja.- Sentaros ¿queréis jugar una partida de pocker? - me senté y Arthur al lado mío, se le notaba tenso.- Sí claro, jugaremos si no les importa a tus acompañantes.- dije dirigiendo mi mirada a los hombres de aspecto similar al de Fer, es decir, repugnantes.

-No hay ningún problema...- dijo uno de los hombres.

Empezamos a jugar, no me gustaba jugar al pocker pero eso no significa que se me diera mal.

-¿Sabes?, tu cara me recuerda a alguien.- dijo el hombre de cabello oscuro y con una cicatriz en la frente.

- ¿Así, a quién? - dije sin ponerle importancia.

- Me recuerdas a un luxiano que conocí hace unos años... Era un hombre que solo nos traía problemas pero su hijo se interpuso en nuestro camino más de lo que debería... Bueno al final ninguno de los dos duró mucho.- dijo serio. Tragué saliva. No puede ser... No me puede estar pasando esto, estos hombres... No pueden ser ellos. Simplemente no puede ser.

-Ya veo, los luxianos tenemos rasgos parecidos.

- Sí tienes razón, pero tus ojos son muy parecidos a los de su hijo, es gracioso pero parecéis iguales...-dijo encendiendo un cigarrillo.

 Eran ellos.

-Puedo preguntar, hace cuanto fue.- dijo Arthur. Menos mal que habló el, porque si no ya me hubiera levantado a matarle. 

- Mmm, fue hace tres años.¿Por qué?- dijo el otro acompañante, un hombre calvo y de ojos negros.

- Perdona es que soy muy curioso y fue... ¿Complicado matarlos? - Siguió Arthur. Mi sudor corría por mi frente.

-¡Qué va! El hijo era un niñato, creo que tenía 16 años y el padre un iluso.- dijo riendo a carcajadas. Me levanté de la silla dejando las cartas en la mesa.

-Ha sido un placer jugar, pero tengo cosas que hacer.-Subí las escaleras con rapidez y salí del bar corriendo. Entré en un callejón llenos de cubos de basura. Me apoyé en la nauseabunda pared bajando hasta quedarme sentado, sentí que me faltaba el aire y que me mareaba.

-¡Joder!- dije hiperventilando. Arthur llegó con el rostro pálido. -¡¿Estás bien?! 

-¡Tenía que haberles matado en ese mismo instante!-dije poniéndome las manos en la cara. -¡Pero después me acordé de la puta misión! ¿¡Viste como hablaban de mi padre y de mi hermano gemelo?!

-No es tu culpa Elián...

- ¡SI ES MI CULPA, MURIERON POR MI CULPA!- le dije a Arthur. Sé que no debería hablarle así, pero no puedo... La rabia que tengo y el asco que me tengo a mismo ahora, no la puedo transmitir con palabras.

-Elián...- Arthur colocó su mano en mi hombro.

-No Arthur, por culpa mía mataron a mi hermano gemelo y nunca me lo perdonaré.

LA UNIÓN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora