Capítulo XIV {Elián}

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  Lo siento Arthur... Perdóname. Perdóname. Te fallé y no me lo perdonaré.

- Que pena, parecía un buen tío. - Dijo Fer cuando me apuntaba con la pistola. Me levanté y miré a mi amigo lleno de sangre, su rostro más pálido que nunca y con los ojos cerrados. Helena seguía sujetándole la mano con fuerza, sus lágrimas de culpabilidad corrían por sus rojas mejillas. La culpa es mía, sino la hubiera conocido,ella no habría sufrido y Arthur no habría muerto.

- Si te piensas que vas a salirte con la tuya...- dije mirándole con rabia.

- Shhh, sin arma no vas hacerme nada.- dijo con una sonrisa.- Sabes me lo he pensado mejor... La chica será la primera. - Apuntó a Helena 

- Elián.- dijo aterrorizada.

- Fer, no pierdas tu tiempo matándola, no sabe nada. Mátame a mí. - dije pensando en mi hermano, mi padre, Arthur... Lo había perdido todo, solo me quedaba ella, no puedo permitir que desaparezca la única persona que me hace sentir vivo. Cerré los ojos y sonreí mientras oía los gritos de Helena y mi corazón se estremeció. Un disparo sonó por toda la sala. 

- ¡ELIÁN! - Gritó Helena.

Abrí los ojos, Fer cayó al suelo y la sombra de un hombre pude ver.

- Eres un grano en el culo, Fer. - Dijo el hombre caminando hasta la luz.

- ¡Sara todo despejado!- Gritó el hombre en dirección a la ventana y una mujer de pelo azabache entró con un salto por aquella ventana.

- ¿Lo has matado? Eres un bruto.- dijo ya en el suelo y dirigiéndose hacia mi.

- ¿Quiénes sois? - dije acercándome a Helena.

- Tranquilo no mordemos, somos espías de Tenebris.- dijo la mujer con una sonrisa. ¿Espías? Es imposible...

- ¿Por qué espías tenebrisios tendrían que estar ayudando a un luxiano? - Dije frunciendo el ceño.

- Es una larga historia que me da pereza contarte, pero en resumen, estamos aquí para ayudarte. - Dijo el espía pasándole un botiquín a su compañera. La mujer se acercó a Arthur y se agachó para tomarle el pulso.

- ¿¡Qué haces?! - Dije agachándome y cogiendo la mano de la espía con fuerza.

- Salvarlo.- Sus ojos azules parecían... ¿Sinceros? Le quité la mano de encima y miré a Helena que había dejado la mano de Arthur y se limpiaba las lágrimas.

La tenebrisia abrió el boletín,cogió una jeringuilla y la colocó en su brazo.

- Me llamo Sebas.- dijo el hombre de ojos marrones.

- Ah me llamo Elián. 

- Listo, ahora solo hay que curarle la herida, ha perdido mucha sangre pero con esto se recuperará.- la chica se dirigió hacia Helena, le sonrió y le inspeccionó el morado de su mejilla.

- Sara  tenemos que irnos.

Llegamos a mi casa, después colocamos a Arthur en una cama y la atmósfera era cada vez más tensa.

- ¿Me podéis explicar que está pasando?- dijo Helena mirándome con sus ojos grises.

- Yo lo que quiero saber porque una chica como tú esta metida en estos líos.- dijo la mujer inspeccionando a Arthur y después mirando con ceño fruncido a Helena.

- Sara cállate.- dijo el tenebrisio sentándose en una silla.- Déjanos explicarte Elián, hemos venido no solo para ayudaros sino para pediros ayuda.

- Todo es un desastre... Los rebeldes solo hacen más que cagarla y  pensábamos al principio que servirían de ayuda para abrirle los ojos al dictador de Tenebris en no provocar una guerra, pero... todo cambió.- dijo Sara tapándose la cara con las manos.- Nos enteramos que los rebeldes cambiaron de jefe y que este quería matar al dictador y  originar una guerra justo lo que no queríamos.

- ¿Y por qué el dictador no hace nada en evitar a estos rebeldes? Os pensáis que yo, un espía luxiano os puede ayudar, os estáis equivocando, os agradezco la ayuda pero no puedo.- dije evitando la mirada asesina de Sara.

- El dictador está enfermo, ahora mismo nuestra unión corre un gran peligro- dijo Sebas mirando al suelo.

- Elián, tenemos que ayudarles, no podemos permitir que se produzca una guerra, por una vez olvídate de quiénes somos y de quiénes son ellos, Lux y Tenebris, olvídate de eso, porque en realidad somos todos lo mismo, humanos.- dijo Helena a unos centímetros de mi y rozándome la mano con delicadeza, sus ojos grises se veían más oscuros que nunca.

- Elián... - una voz rota sonó por toda la habitación, era la voz de Arthur.

- ¿ Arthur ? - dije acercándome rápidamente a mi amigo.

- No nos podemos rendir... - dijo Arthur en un susurro.

Pensé en ese mismo momento que yo no me merecía a Arthur ni tampoco a Helena que una persona de alma oscura como yo no tendría que haberles conocido nunca... Pero al ver la sonrisa de Helena y saber que el corazón de Arthur palpitaba... Entonces me olvidé incluso de que era un luxiano o un espía y entendí a lo que se refería Helena, simplemente soy un humano.

-Os ayudaremos.



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