Capítulo X

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{ Elián } 

Después de caminar un rato por las oscuras calles de Tenebris junto a Arthur y de tranquilizarme, mi compañero decidió comerme la cabeza con una conversación la mar de incómoda

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Después de caminar un rato por las oscuras calles de Tenebris junto a Arthur y de tranquilizarme, mi compañero decidió comerme la cabeza con una conversación la mar de incómoda.

- ¿Te encuentras mejor? - dijo Arthur mirándome con sus ojos rasgados y oscuros.

- Sí estoy más tranquilo.- dije pasándome la mano por mi cabello.

- ¿Elián has estado informando a los de arriba sobre la misión?

- No.

- ¡¿Qué?! - dijo parándose en seco y con ojos como platos. -¡¿Porque demonios no lo has echo ?!

- Dios, no paras de hacerme preguntas, te pareces a...

- A Helena.- dijo Arthur interrumpiéndome el paso.- Vayámonos a Lux, tenemos que informar a los de arriba en persona, antes de que nos echen y nos quiten la misión, por tu culpa.- dijo en tono serio.

- No puedo irme y... ¿Helena?, ve tú solo.- seguí caminando sin ponerle importancia.

- ¿Helena? ¿Estás de coña? Elián, esa tenebrisia no tiene nada que ver con esto.- Arthur seguía parado mirándome fijamente.-¿Es que no lo entiendes? Helena corre más peligro junto a nosotros.- suspiró profundamente. - Vayámonos Elián, después volveremos, pero no metas a Helena en esto, nunca más.- terminó por decir Arthur con el ceño fruncido.

Miré al cielo, la fría noche de Tenebris se quedaría grabada en mis recuerdos, pensaba en Helena... Últimamente siempre lo hacía.

-Vale, hagámoslo.

                                                                      { Helena }

Acostada en mi cama y mirando al techo solo pensaba en todo lo que me había pasado estos últimos días

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Acostada en mi cama y mirando al techo solo pensaba en todo lo que me había pasado estos últimos días. Había sentido y vivido cosas que nunca me hubiese imaginado. No paraba de sentir y pensar en ese luxiano. Todo esto es como si fuese un sueño...

"Había más luz de la que nunca había visto, el sol deslumbraba las grandes tierras y las nubes no existían. Cuando me fijé en una figura masculina. Elián. Sus ojos verdes me miraban fijamente, sus labios carnosos formaron una hermosa sonrisa y su pelo ondulado le hacía perfecto. Me encaminé hacia el cuando unas nubes oscuras aparecieron en una nanosegundo y se formó una tormenta. Elián corría hacia un remolino de viento y terminó desapereciendo."

Abrí los ojos al oír ruidos desde mi ventana con la reparación agitada me levanté de la cama y me dirigí a la ventana, la abrí lentamente y miré hacia abajo. 

- ¿Elián? ¿Q-qué haces aquí?

- ¡Baja! ¡Tenemos que hablar! 

- Mmm vale.- Me puse rápidamente una mejor camisa, me miré al espejo y me arreglé un poco el cabello peinándome con mis dedos y bajé las escaleras sigilosamente. Elián me esperaba al lado del árbol de mi jardín.

- Dime ¿Qué quieres? - dije sonriendo, aunque parecía algo serio.

- Helena... Yo...- dijo pasándose la mano por su pelo castaño.

- ¿Qué te pasa? - Dije preocupada.

- Vengo a despedirme... - Dijo desviando mi mirada.

- ¡¿Qué?! ¿¡Porque?!- notaba que mi cara se ponía roja del enfado.

- No puedo decirte el porqué solo vengo a decirte adiós y también gracias.- dijo volviendo su mirada hacia mi.

- Me dejas sola después de haberte mostrado lo único que me daba esperanza, pensaba que me ayudarías y ahora lo único que haces es... ¡ Huir de la realidad como lo hace todo este puto mundo! -sentía que mis ojos se humedecían y que las lágrimas no tardarían en aparecer.

- ¡No puedo! ¡Simplemente no puede ser Helena!- dijo levantando la voz.

- ¡¿El qué no puedes Elián?! - Dije cuando mis lágrimas recorrían mi mejilla.

- No puedo hacerte daño... - dijo Elián mirándome con sus ojos verdes que tanto amaba mientras se tapaba la cara con sus manos.- Lo siento, adiós. - empezó a caminar.

¡Espera Elián! ¡Yo... Yo creo que te quiero! - dije sin darme cuenta que le había abierto mi corazón sin más. 

Elián se paró, se giró para mirarme mientras regresaba hacia mi.

- ¿Qué has dicho? - Dijo Elián estupefacto tan solo a unos centímetros de mí.

- Que creo que te qui - Me calló con sus labios carnosos, formándose un dulce beso que lentamente se convirtió en un beso apasionado, mientras cerré los ojos y jugaba con su pelo. Dejé paso a su lengua, su fragancia invadía mis fosas nasales y nuestros labios parecían inseparables.

Desde ese día todo cambio, mi corazón no fue el mismo ni mi mundo tampoco.


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