Prólogo

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Las frías sábanas de aquel lunes hacían que me sintiera vacío por dentro, pero, haciéndole caso omiso a las reflexiones de angustia vital que solía tener por las mañanas, decidí levantarme y prepararme para ir a clases. Una ducha, fría como la soledad. Ropa, negra como mi vida. Un camino, solitario como yo. 

Era mi primer día en el instituto, al cuál me cambié sólo para poder estar con mi única amiga en el mundo hasta la fecha: Kayssa. Ella era morena, con un costado del cabello rapado, con algunos piercings y tatuajes, revolucionaria, feminista y casi psicótica, con una risa increíble y unos hoyuelos preciosos. Con una mirada que reflejaba el aspecto más profundo de su alma, el más bonito. Llegué al edificio y lo primero que vi fue su sonrisa resplandeciente. Me abrazó o, más bien, hizo un placaje en mi contra, haciéndome retroceder algunos pasos. La primera sonrisa del día que se dibujaba sobre mis labios le pertenecía a ella, siempre lo hacía.

El día corrió tranquilo, aburrido excepto por las pequeñas bromas que susurraba Kay, sentada detrás de mi en algunas clases, haciéndome reír ocasionalmente, la chica irradiaba luz a cada gesto que realizaba. Había pasado las tres primeras horas paseándome por la institución, presumiendo de mejor amigo ante el instituto entero cada vez que había un cambio de clase, a pesar de que creía que nadie le prestaba atención alguna cuando me presentaba a los demás pues, ¿Quién querría pararse a ver a alguien como yo?

Oh, Cuán equivocado estaba, que idiota fui al pensar eso. Si tan sólo hubiera sabido que en la cuarta hora mi vida cambiaría por completo...

Lenguas Muertas. [Cake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora