Décimotercer Martes

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Alto, pálido, ojos verdes, cabello rubio y despeinado. No era en absoluto lo que yo recordaba. Me sonrió un poco, jugueteando con las mangas largas de su camiseta de Pink Floyd.

—¿Tú eres Luke? —Su voz era bonita, me sorprendió al hablar pues había algo en aquel chico que, sinceramente, no me gustaba. 

— Sí, ¿Y tú quién eres? —Pregunté, en mi voz había una desconfianza absoluta, pues estaba seguro de que aquél no era el chico de las notas, muy seguro. 

— Mi nombre es Michael, él está fuera, pero quería que me asegure de que no estás enfadado con él o algo similar. —Pronunció, claramente le fastidiaba estar allí tanto como a mi me fastidiaba que estuviera allí. Negué con la cabeza suavemente.

— Sólo quiero verle. 

Acto seguido aquel chico salió y yo me removí en mi lugar, sin bajarme del mármol, mis piernas se balanceaban inquietas y mis manos apretaban con fuerza la tela de mis jeans, esperando. Cada latido de mi corazón era insoportable, no podía esperar tanto, no podía esperar ni un segundo. Y minutos después la puerta volvió a abrirse, y esta vez entró el hombre más hermoso que nunca pudiera haber visto. 

Sus ojos eran marrones, su cuerpo bronceado y ligeramente musculado, sus mejillas estaban totalmente sonrojadas y su cabello castaño oscuro estaba también algo despeinado, pero sus labios carnosos eran lo que más me apetecía en aquel momento. Sonrió un poco, pero, en cuanto hice el ademán para bajarme del mármol, se apresuró en correr hacia mi, colándose entre mis piernas, abrazando con fuerza mi cuello. Nuestros pechos se apegaron el uno al otro y por fin nuestros corazones estaban cerca.

Mi nombre es Calum Hood. —Pronunció en un murmuro, aún sin separarse de mi. Mis manos rodeaban su espalda, mi rostro se escondió en su cuello, donde dejé un pequeño beso para tranquilizarle, pues estaba temblando.— Y me gustas. Te he dejado notas todo este tiempo porque me gustas. 

Mi corazón latía con tanta fuerza que casi no podía respirar, su abrazo se apretó, pues obviamente la forma en que mi cuerpo se había tensado fue notoria para él. Mis labios subieron, acariciando su piel, su mandíbula marcada, su mentón, y se apresuraron en llegar a su boca para poder besarlo con urgencia, con necesidad, no fue un beso suave y bonito como en todas las películas y los libros, fue un beso desesperado, pues había estado necesitándole con urgencia desde hacía demasiado tiempo, pero aún así para mi fue más que perfecto.

Lenguas Muertas. [Cake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora