Quinto Viernes

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Echo de menos las notas, llegar ansioso a clase para poder ver aquella letra tan desastrosamente hermosa escribiéndome alguna palabra bonita, traducir lo que hay en la nota y pegarla en mi cuarto. Echo de menos el misterio. Coraline ni de lejos es tan romántica cara a cara, echo de menos las notas.
Necesité estar en silencio y en una situación límite para darme cuenta de que Coraline no era la persona de las notas, y comencé a sentirme culpable, muy culpable. Porque me gustaban las notas, y quería abrazar a la persona que las escribía, quería darle un beso y que todo fuera tan cliché como en las películas.
El precioso rostro adictivo de Coraline salió de su escondite, dejando libre mi cuello por primera vez en algunos minutos. Enormes cardenales se habían dibujado en mi piel a causa de sus finos labios rosados, su cadera se movió sobre la mía y su boca encajó con la mía, robándome el aliento de golpe. Mis manos se apartaron despacio de sus glúteos y subieron por su cintura, esperando a que él beso se cortase para jadear en busca de aire.
El resto es historia que no se supone que deba contar. O que no quiero contar. En todo caso, es lo mismo.

Lenguas Muertas. [Cake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora