Capítulo cuatro

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Los días pasan y Kayla cada vez está más delgada. No es que se haya vuelto anoréxica, es simplemente que la comida del hospital no es muy buena que digamos. Los huesos de la pobre chica se notan más, su cara ahora es más delgada y sus expresiones... Todas llenas de tristeza.

-Buenas noticias.- entra la enfermera sin siquiera tocar la puerta -Te darán de alta.- da un pequeño grito por Kayla, pero ella no muestra nada de emoción

-Sé que estás triste, pero ¡vamos! Podrás salir de este horrible lugar.- dijo la enfermera refiriéndose al hospital

-Creo... que tienes razón.- dice Kayla con un hilo de voz -Te extrañaré.-

-Yo también.- dicen y se abrazan, sin más. Tantos días hicieron que la amistad entre una enfermera y una paciente creciera cada vez más y ahora... era la despedida

-Y... ¿a dónde irás?- dice Claudia -que es el nombre de la enfermera- después del abrazo

-no... No lo sé. No había pensado en eso.- Kayla habla sin ánimos

-¿Quieres... pasar unos días en mi casa?- Claudia ofrece a Kayla, la cual niega sin pensarlo

-No, no. No quiero ser un estorbo. Simplemente, iré... a mi antigua casa.- dice Kayla con un nudo en la garganta

-Está bien.- la enfermera se rinde

Sale del cuarto, dándole tiempo a Kayla de cambiarse para que por fin, pudiera salir de ese horrible lugar el cual llaman hospital.

Kayla, después de ponerse unos jeans ajustados y una blusa, se ve en el espejo y puede notar que no es la misma ropa que ella llevaba. Esta es más... humilde, pero eso no le importó a Kayla, la cual solo quería salir de ese lugar.

Salió de la habitación y pudo notar a Claudia esperándola, ambas se fueron a la recepción y sacaron unos papeles para que Kayla pudiera ser libre.

Las dos chicas salieron y se prepararon para despedirse. Claudia extendió los brazos y Kayla sólo respondió el abrazo en silencio. Solo se escuchaban los sollozos de las dos chicas.

-Te extrañaré.- por fin se atrevió a hablar Kayla

-Yo más. Prométeme que nos volveremos a ver.- habla esta vez Claudia

-Por supuesto.- dice Kayla mientras se separaban del abrazo

-Bien. Creo que esto es un adiós.- dice Claudia limpiándose las lágrimas

-No es un adiós. Es un hasta luego.- corrige Kayla

Se vuelven a dar un abrazo, intercambian números y Kayla comienza a caminar. Al principio sin ningún rumbo, la chica temblaba al pensar cómo sería entrar a su casa y ni se diga de los escalofríos que le causaba el pensamiento de una nueva vida... sola.

Destino alcanzado. Kayla había llegado a su casa. Un último escalofrío se presentó cuando ella puso la mano en el pomo de la puerta. Sacó la llave y la introdujo lentamente en la herradura.

Cuando la puerta se abrió -de golpe, cosa que causaba mal rollo- Kayla vio el gran salón sólo, sin nadie que pueda ser su hombro en el que ella pueda llorar, sin nadie...

Cansada, subió a su habitación y se recostó, agarrando el primer peluche que vio para poder llorar en paz.

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Prohibido enamorarse; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora