Capítulo cinco

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Las horas pasaron y un ruido despertó a Kayla, la cual pegó un brinco de la cama -poniéndose de pie-. Volvió a escuchar el mismo ruido, parecía que provenía de la cocina. Kayla, agarró lo primero que vio y comenzó a bajar las escaleras.

Cuando llegó a la cocina, pudo notar a una persona de espaldas. Con miedo, agarró más fuerte su "arma", cerró los ojos y le soltó un golpe lo más duro que pudo en la cabeza. Abrió los ojos y pudo notar que esa persona era nada más ni nada menos que su madre la cual la miraba extrañada, esperando una respuesta de por qué la había golpeado -Claro que un peluche no ayudo mucho a dejarla inconsciente-

-¿Ma... mamá?- tartamudeó la chica sin poder creérselo

-¿Kayla?- dijo la madre con lágrimas en los ojos. Las dos se fundieron en un abrazo lleno de necesidad, lleno de amor

-Pero... ¿como?- preguntó Kayla aún sin creérselo

-Pues yo salí del hospital hace 2 días.- su madre se encogió de hombros

-y... ¿Mi padre?- dijo Kayla con esperanza

-Él... él no sobrevivió, Kayla.- dijo con un hilo de voz

-Yo...- Kayla no pudo decir más por unos brazos que se lo impedían. Esos brazos pertenecían a su madre, la estaba abrazando

-¿Sabes qué? Olvida eso, empezaremos de nuevo. Sólo seremos tú y yo.- su madre intentó animar a Kayla

-Si, claro.- Kayla soltó una sonrisa forzada

-¿Quieres almorzar?- Kayla asintió

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Al día siguiente:

Kayla se despertó y se metió a la ducha sin ganas. Sintió el agua fría recorrer su cuerpo y sintió algo que no había sentido hace bastantes días, relajación.

Se vistió con lo primero que vio y bajó a desayunar a la cocina. Ahí, se encontró con su madre, la cual mostraba una sonrisa fingida.

Kayla no le tomó importancia y metió dos tostadas a la tostadora, para después sentarse en la mesa y comerlas junto con un vaso de jugo.

-Kayla, tenemos que hablar...- tres palabras que te podían helar la sangre

-Si. Dime.- respondió Kayla nerviosa

-Nos mudaremos a España, por tu beca.- a Kayla si que se le había helado la sangre

-¿Qu... qué?- tartamudeó después de unos segundos

-Si. Mañana sale un vuelo a las 6:30 así que prepara tus maletas.- dijo y no volvieron a mencionar el tema

Kayla estaba alterada, nerviosa y aterrada, todo al mismo tiempo. ¿Qué pasará con Claudia?

-ya he acabado. No tengo hambre.- Kayla alejó el plato y su madre solo asintió.

Kayla subió corriendo a su cuarto y agarró su móvil. Busco en sus pantalones de anoche y encontró el papel que contenía el número de Claudia. Comenzó a sonar y después de tres pitidos, contestó.

-¿Hola? ¿Claudia?- pronunció la chica, con la respiración agitada por correr de la cocina hasta su habitación

-si, ella habla ¿Kayla?- dijo Claudia del otro lado de la línea

-Si soy yo. Me preguntaba si... Querías salir a algún lado.- Kayla estaba nerviosa ¿en serio se iría a España?

-Mmm, claro. No tengo nada que hacer.- dice sonriente -¿te parece en una hora?- dice y Kayla asiente

-Hasta entonces.- terminan la llamada

Kayla se tumba en la cama, frustrada. No sabe cómo decirle que se irá a España... quizá para siempre. También tiene que pensar en otras personas, como su novio.

Antes ella tenía una vida, era rica y popular, le iba bien en la escuela y todos la querían. Tenía un novio, lo quería demasiado, y... ¿ahora? Ahora no tenía nada. Se iría a España y empezaría de nuevo, como una desconocida.

No tenía ganas de hacer algo, pero el tiempo se le pasaba muy lento ¿qué podía hacer ella? Prendió su consola de videojuegos y se puso a jugar para matar el tiempo

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Prohibido enamorarse; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora