Capítulo once

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Kayla salió de la ducha y comenzó a cepillar su cabello, mientras practicaba su sonrisa en el espejo. ¿Cómo se presentaría? ¿Les agradaría? ¿Cómo serían con ella? Eran algunas de las preguntas que ocupaban lugar en la cabeza de Kayla.

La chica se recostó en la cama y agarró su móvil, el cual marcaba las  "9:30 pm"

-Si que perdí tiempo ensayando frente al espejo.- se dijo a sí misma

Bajó las escaleras y fue directo a la cocina por un vaso de agua fría; el calor en Madrid era notorio, puesto que estaban a mitades de Agosto.

Kayla tomaba su vaso de agua, mientras que desde la sala veía la puerta deslizable que llevaba al jardín trasero. Dejó el vaso en la mesa de centro y deslizó la puerta; salió y se encontró con una fresca brisa en toda su cara.

Comenzó a caminar descalza, el contacto del pasto con su desnudo pie le provocaba una sensación de relajación; se recostó boca arriba en el césped, mientras disfrutaba del estrellado y  oscuro cielo de Madrid. No es que le encantara esta ciudad, pero no le disgustaba.

Y ella hacía lo que siempre hace, estar absorta en sus pensamientos ¿Lo qué habrá pasado acaso es o será algo bueno? ¿O simplemente la vida le dio una mala jugada a Kayla?

Cuando los párpados le comenzaron a pesar, Kayla decidió incorporarse nuevamente y dirigirse a su habitación a descansar un poco. Al llegar, vio su reloj que se encontraba en la mesita de noche "2:36 a.m". Cansada, Kayla abrió las sábanas y se recostó en su cama, dispuesta a dormir.

Las horas pasaban y Kayla solo giraba una y otra vez en su cama, y es que algo no la dejaba dormir ¿Nervios? Unos pocos, ¿Curiosidad? Algo ¿... Miedo? Muchísimo, demasiado para ser exacto. Y es que ¿qué haría Kayla? Nunca llegó a ser la "nueva" en una escuela, y cuando una llegaba a SU escuela, ella la trataba como mierda. Claro que al estar en su posición ahora, ella se arrepiente.

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El molesto sonido de la alarma sonó, y una perezosa Kayla se despertó. Se estiró y bostezó, para después salir de la cama y dirigirse directo al baño.

El día había llegado, Kayla había dormido poco anoche, por lo que no tenía toda la energía de siempre –bueno, para ser sinceros, la perdió desde la muerte de su padre–.

Kayla salió del baño enrollada en una toalla, mientras se dirigía a su clóset para ver qué iba a usar.

Después de tanto pensar, decidió usar una playera gris de manga larga, una chamarra color verde militar –que quedaba perfecta con la mochila–, unos jeans ajustados azules y unas vans negras.

Nada formal, ya que no quería llamar la atención

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Nada formal, ya que no quería llamar la atención. Pero no sabía que justamente ella sería el centro de atención, puesto que en las escuelas de Madrid –o al menos a la que se dirigía– no se acostumbra a tener nuevos alumnos. Y menos después de haber iniciado ya las clases.

Kayla bajó hacia la cocina apurada y desayunó rápidamente, puesto que iba tarde.

-¡Genial! Primer día y llegaré tarde.- habló sarcásticamente Kayla mientras subía al automóvil

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-Mucha suerte hija.- su mamá le acarició la mejilla antes de que se bajara del coche

-Gracias mamá.- Kayla mostró una sonrisa sincera -Pero tengo que ir.- dijo y se bajó del coche, mientras caminaba rápidamente y todas las miradas –o la gran mayoría de ellas– se posaban directamente hacia ella.

Una vez adentro del instituto, comenzó a alentar sus pasos, estaba perdida.

Comenzó a explorar la gran escuela y pronto llegó a un salón peculiar a los demás. Ella se encogió de hombros y entró, haciendo que todos los alumnos –y el profesor– la miraran atentamente.

-¿Es- es ésta la clase de biología?- habló con un hilo de voz

-No. Esta es él aula de matemática. Señor Doblas ¿podría llevar a la chica a su respectiva aula?- el profesor señaló a un chico y éste se levantó de su pupitre. Kayla dirigió su mirada hacia aquel chico y pudo notar que era el chico de la tienda, y el chico de días atrás.

-Mierda.- susurró Kayla mientras veía como el castaño se acercaba a ella

Ambos chicos salieron del salón y comenzaron a caminar, mientras un gran silencio se apoderaba del lugar.

-¿En serio?- preguntó el chico con una risa

-¿Qué?- preguntó Kayla nerviosa

-¿Otra vez te irás sin decirme tu nombre?- dijo el chico, con un tono burlón

-Así que... te acuerdas de eso.- Kayla habló tan bajo que parecía un susurro

-Claro que lo recuerdo. ¿Cómo olvidar un encuentro con una chica tan bella?- Kayla sintió un sonroje en sus mejillas

-¿Me dirás tu nombre?- el castaño le dedicó una mirada a Kayla

-Kayla.- susurró

-Lindo.- el castaño se acercó a ella

-Gracias.- Kayla le dedicó una pequeña sonrisa

-Bien. Hemos llegado. Aula de matemáticas.- ambos chicos se pararon frente a la puerta cerrada

-Gracias.- Kayla agarró la perilla de la puerta, dispuesta a entrar

-Rubén.- dijo el castaño después de darle un beso en la mano a Kayla. Ella simplemente entró al salón sin pensarlo, consiguiendo –nuevamente– la mirada de todos sus compañeras

-Tarde.- habló el profesor -Siéntese, señorita Clark.- Kayla solo se limitó a obedecer y sentarse en un pupitre que se encontraba alado de la ventana

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La clase pasaba lentamente y Kayla sólo veía el hermoso paisaje por la ventana.

-Ptss.- un ruido desconcertó a Kayla

-Ptss.- nuevamente ese sonido. Kayla decidió voltear y se encontró con una chica, sentada a su lado

-¿Hola?- preguntó Kayla

-Te vi con Rubén.- dijo la chica, un tanto emocionada

-¿Hay algo malo en eso?- susurró Kayla

-No, no. Para nada. Solo que él es el chico más popular.- dijo y Kayla bufó

-Recuerdo cuando yo lo era...- Kayla dijo casi inaudible

-¿Podría guardar silencio, señorita Gómez?- el profesor regañó a la chica

-Te explicaré todo en el receso.- susurró y regresó a lo suyo

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Prohibido enamorarse; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora