38: Pan de cada día

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Los dos sujetos me miraban fijo, tenían ropas normales, nada que pudiera ser extraño.

—Si me disculpan, tengo cosas que hacer.

—Será mejor que no pienses mucho, ni te metas en donde no se te ha pedido.

—¿Qué?

—No tienes porqué atentar.

Y no tuve tiempo de responder, ya que se me abalanzaron y me cayeron a golpes. Puñetazos en el estómago que me dejaron sin aliento, pero aguantando el dolor logré darle un codazo al que intentaba sostenerme por la espalda, aunque eso no lo impidió. Pero aproveché y lo usé como apoyo para apartar de una patada al que estaba frente a mí. Forcejé con el que me tenía y un puñetazo directo en la cara me hizo caer.

—¡Maldito! —grité luego de escupir sangre y me le lancé hecho una furia.

Le jalé de los pelos bajándolo y dándole con mi rodilla para luego tirarlo de un puñetazo, el otro me embistió y dimos contra el auto, otro golpe seco contra este me sacó el aire. Giré con fuerza y le reventé la nariz al sujeto, aunque me sorprendí ya que no sangró. Me golpeó contra el auto otra vez sin darme tiempo a reaccionar, así que pataleé y golpeé hasta lograr darle y apartarlo.

Formé una barrera y antes de que volviera a querer embestirme, se chocó contra esta y soltó un chillido cuando lo repelió, quemándolo.

Llevé mi puño, que ardía y dolía, al labio que me estaba sangrando. Respiraba agitado.

El cielo pareció retumbar, para sorpresa mía, y aparecieron los ángeles destellando con fuerza. Y además también el gato demonio en su forma real. Los otros dos no tomaban su verdadera apariencia, lo que era raro.

—¿Qué significa esto? —ordenó saber Sirio.

Las cosas se desestabilizaron.

—Que no vaya más allá de lo que se le ha sido encomendado —murmuró uno con voz pastosa—. La gente no debe pensar.

—Eso es lo que creen ustedes —intervine—, ¡pero ya verán cuando busque a todos y cada uno de los que estén influenciando personas para exterminarlos!

Se giraron tambaleándose.

—Las personas no deben pensar más allá... —Se desboronaron bajo mi atónita mirada.

Gato, nuevamente tras alguna orden, se lanzó a absorber la magia negra que salió de aquellos montones de ropa y hojas. Eso me hizo recordar aquel día en el que me había topado con esa cabeza que me atacó, cuando se le despojó de su energía negra, era solo tela y ojos raros. "Brujería".

Me quejé apenas por el dolor, pero debía aguantar.

—Alguien los mandó... —Pero no me dejaron explicarles más pues desaparecieron en un destello.

Iba a cuestionarme el porqué, cuando alguien me llamó.

—¡Alex! —Mónica venía corriendo—. Ay, Dios mío, ¡¿qué te pasó?!

—Un... asalto...

—Ayyy —se quejó como si le doliera al ver mis heridas—. Vamos...

—No voy a ir al hospital si eso planeas —le advertí—, esto solo fue una pelea, no quiero problemas.

Frunció el ceño.

—Bueno, entonces ven.

—¿Qué? —Tiró de mi brazo—. Oye...

—Obviamente no te voy a dejar así.


***

Y líbranos del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora