Especial: Nieve

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Hay ciertas cosas que sé sobre los ángeles.

1: Son imparciales.

2: No importa lo que uno haga, tienen terminantemente prohibido presentarse ante un humano, salvo casos excepcionales. Solo pueden mandar señales de distintas formas.

3: Son poderosa energía luminosa con consciencia. Sin cuerpo, sin género, sin limitaciones.

4: Pueden llegar a tomar formas físicas o de lo que deseen, sellando su poder de forma temporal. Puedes tenerlos al lado y nunca enterarte.

5: Todos tienen distintas tareas a realizar, y todos forman parte de un solo ser.

6: Si tu alma conecta con otra durante sus vidas físicas, ese será tu ángel compañero, y si no... también los hay en solitario...

Supe eso cuando él apareció frente a mí, pequeño, peludo, rayado, y con unos enormes ojos que, juraría por el mismo Dios, me miraban con inmensa emoción. Ese gato parecía sonreírme.

Dio un paso adelante, y con esa intensa mirada de pupilas rasgadas me estudió. Pronto su voz sonó en mi mente, presentándose y explicando que había sido enviado como mi nuevo guía. Pero el show se le acabó cuando Melody salió y lo vio. Pasó a ser Nieve, el gato que le trajo su hermano mayor al que pronto viviría apachurrando, vistiéndole de vez en cuando y hasta durmiendo con él.

Por supuesto que él lo sabía perfectamente, llevaba tiempo vigilando desde su dimensión divina, tratando también de advertirme. Cuando Sirio y Lucero desaparecieron, el recibió la orden de tomar su lugar aquí en la tierra.

Me había dedicado a darle caza a los demonios que andaban rompiendo las reglas. Los altos arcángeles no me lo habían ordenado por así decirse, pero digamos que yo actuaba por mi cuenta. Ya que no me habían dado un sermón y Nieve seguía conmigo, intuía que estaban de acuerdo.

O era eso o era el viejo cuento del libre albedrío. Fuera como fuera, siempre trataba de actuar cuando todavía no fueran muy fuertes. Claro que eso era mucho pedir...


***

La horrenda criatura se burlaba de mí y de mi agotamiento. No revelaba su verdadera forma, había escogido una mala hora para intentar desaparecerlo. Ya casi eran las tres de la mañana y no había podido encerrarlo en luz para que Gato pudiera acabar con él como debía ser.

Se empezó a erguir de entre las dunas de arena, podía verle la silueta bajo ese cielo estrellado, podía mantener una forma física bastante horrenda, de hecho había querido felicitarlo al representar un clásico. Los cuernos, las piernas de cabra, la cola, le hubiera aplaudido pero por culpa de él habían muerto personas, y ahora me concentraba más en apretar el corte que había logrado hacerme en el costado.

A muchos de estos les encantaba atormentar a las personas de los pueblos más alejados, en donde la superstición y la ignorancia reinaban, eran todos presas fáciles de estas entidades.

—Basta —gruñí, no aguantaba su risa maliciosa—. ¡Deja de portarte como un cobarde y revela tu forma real! ¡No te tengo miedo y lo sabes!

—Todos lo llegan a sentir... —su voz rasposa caló en el campo.

Se lanzó hacia mí corriendo en cuatro extremidades como un minotauro del inframundo, solo pude ver sus ojos rojos entre su silueta oscura por la noche. Una pesadilla cobrando vida.

Le lancé una onda de luz que logró golpearlo y quemarlo, pero solo lo hizo derrapar y arañar la arena con sus enormes garras para seguir corriendo, gruñendo como una bestia. Gato, con su forma real de batalla, también se lanzó a atacar.

Para mi sorpresa, el demonio, al verse en desventaja, cambió de repente a su forma de pura energía negra también, como yo había querido desde un principio, pero en un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a mí. De un grito de sorpresa y casi sin darme cuenta lo repelí y salí disparado para atrás.

Tosí y traté de escupir la arena luego de rodar un par de metros, pero el ente no me dio tiempo y ya estaba contra mí nuevamente, chillando, tratando de entrar en mí, tratando de romper la especie de barrera que yo había logrado formar con mis antebrazos, gracias a que mis reflejos eran rápidos.

La arena cedió debajo de mí, y por una milésima de segundo cometí el error de sentir preocupación, cosa que le dio desmedida fuerza. Supe que ahora mi expresión era de angustia al ver su sonrisa vacía, y escucharlo chillar de forma estrepitosa, empujando con más fuerza. Deduje enseguida que su plan había sido debilitarme para finalmente destruir mi alma.

Otra milésima de segundo me sirvió para pensar en esa posibilidad. Qué pasaba si un día fallaba y una de estas cosas se apoderaba de mi cuerpo. Ya me lo habían advertido. Iba a dejar a mi madre y a Melody a su disposición, a disposición de esa cosa infernal.

No. ¡No!

—¡Eso jamás, imbécil!

Estallé en luz en un segundo y su fuerza fue tal que incluso grité cuando la sentí venir y salir disparada desde cada célula de mi ser.

Abrí mucho los ojos mientras trataba ponerme de pie cuando la cosa había recobrado su forma física y volvía corriendo. Pero otro destello de luz cegadora apareció tan pronto que cualquiera hubiera creído que había sido un relámpago. Nieve descendió y se lanzó contra el demonio con la velocidad de un rayo.

Otra explosión de luz hizo que cubriera mi vista con el antebrazo. Me apresuré en poder mirar. La pesadez de pronto había desaparecido, y lo único que había en medio del desierto nocturno era un pequeño gato lamiendo su pata delantera.

—¡Nieve! —Corrí a él y lo recogí.

—Ay, suéltame, estoy bien —renegó.

—Pf —lo dejé caer— como quieras, creído. Todavía que quiero ayudarte te haces el fortachón y no dices ni gracias.

Apreté mi herida que de pronto empezó a punzar. Gato, que miraba desde las dunas con sus amarillos ojos, negó en silencio con lo que parecía ser una sonrisa burlona, y se fue.

—Tu eres el que debe agradecerme. Te salvé. —Dio un brinquito y quedó erizado y listo para lo que viniera—. ¡Vamos por el siguiente, esto es divertido!

—Tranquilo Chuck Norris de los ángeles. Gato es el que debe hacer este trabajo, no tú.

Su apariencia adorable solo era un perfecto camuflaje. La humanidad había aprendido a subestimar a los ángeles, y creer más en la fuerza de los demonios o entes negros. Grave error. Un ángel podría ser mil veces más fuerte que un demonio. La luz siempre brillaba en la oscuridad, pero los errores de la humanidad los estaban disminuyendo en número.

Se pasó la pata por la cabeza mientras se lamía y me quedó mirando con esos ojazos que reflejaban la luz del cielo nocturno.

Había mencionado que parecían tener distintas tareas y habilidades. Nieve, o "Vermis" como se había presentado previamente, parecía tener la habilidad de la premonición, no por nada se encargaba de advertir a algunas personas mediante sueños desde la dimensión divina.

Estaba casi seguro de que si algo iba a pasarme un día, fuera bueno o fuera malo, victoria o tragedia, él ya lo sabía...

Y líbranos del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora