25: Desconcierto

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—Tienes un don con la energía blanca —comentó Herminia mientras caminábamos.

La seguían sus perros, y a mí el mío, al que ya le había puesto "El negro". Sí, los nombres que usaba eran súper originales. Miré al cielo, la noche ya caía.

—Quizá mi alma es blanca —murmuré.

—Ummm, no descarto la posibilidad.

—Por eso no se me hizo tan fácil con la energía negra.

—Puede ser. Lo que sí es seguro es que has logrado en unos minutos lo que yo en algunos años.

—¿Y por qué tanto?

—Muchos problemas, supongo.

—¿Te molesta si te pregunto por tu familia?

Tensó los labios, y aunque casi imperceptible, entristeció.

—No tanto. Mi papá ya se fue hace tiempo como sabrás, y ahora mi mamá... Habían estado divorciados, aunque se apreciaban. Estudié y trabajé para pagar las cosas de la carrera, mantener a mi madre que en ese tiempo estaba enferma. Sufría de migrañas además...

—Um, supongo que no fue facil. Lo mío ya lo sabes. Mi padre loco hizo más de una cosa mala. Y ahí es cuando me preguntaba por qué nos hacían rezar en el colegio, si no surtía efecto, si ese Dios no escuchaba.

—Entiendo. También me lo pregunté, por eso empecé a tratar de encontrar alguna explicación.

—¿Has visto ángeles? Bueno ya me has dicho algo sobre ellos, pero quiero saber cómo, cuándo, y eso.

—Ellos dan señales, pero como dije, no todos las ven o interpretan. No está en su naturaleza intervenir más. Los he visto en sueños, bajo formas de personas conocidas, o en visiones. Desde pequeña veía cosas... —Meditó un par de segundos—. Cosas feas más, o extrañas, pero también buenas, aunque pocas.

—Yo cuando sueño veo sombras, y claro, también sueños normales o raros, como el que te conté. He visto muchos entes, espíritus horribles. —Suspiré—. Entes que en su mayoría fueron absorbidos por el que me persigue.

—Seguro lo querías hacer más fuerte. Eres el colmo. —Negó con la cabeza en gesto de desaprobación.

—Sí, ya sé que cometí un error, pero es que... Ella, la que anda medio desequilibrada tiene a uno que ahora ya no es tan fuerte, pero en ese entonces estaba decidida a matarme y no sé por qué. Tenía que ver cómo defenderme, al no aparecerse ni un ángel tuve que recurrir a eso. Justamente te conocí mientras escapaba de esa cosa... que al aparecer tú, dejó de perseguirme. —La miré.

—Dejó de hacerlo por orden de ella, no encuentro otra razón. Las iglesias están llenas de entes buscando motivos y respuestas. Buscan la luz como polillas.

—Como si fueran almas...

—Desde lo que pasó cuando vimos a mi "padre" aparecerse, he empezado a creer que el alma a pesar de energía guarda recuerdos. Además de eso a veces he tenido sueños que los he sentido muy reales, y analizándolos ahora empiezo a creer que son como recuerdos... de alguna vida anterior. Por eso las almas negras buscan las iglesias, aun recuerdan y están con esa carga de su maldad que recién son capaces de sentir al cien por ciento... Pero no tardan en ser absorbidas por otros entes o quedan vagando eternamente...

—Vagando y siendo perseguido... como una especie de infierno. El infierno que está entre nosotros —reflexioné casi para mí mismo.

—Por eso creo que debemos alimentar a nuestra alma para elevarnos al morir, y no quedar aquí. —La idea me hizo estremecer. No creía antes en el infierno pero ahora hasta lo sentía. No podía ser, ahora quería rezar por Diane—. En fin —soltó en un suspiro—, deberías leer los otros artículos que tengo en mi viejo blog.

Y líbranos del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora