Te lo advertí, tarado

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Él había tenido una bronca muy fuerte con su padre, tan grande fue la discusión que terminó echándolo de su casa. Luego decidió vivir con su mejor amigo, hasta que ya no pudo seguir manteniéndolo.

Pero, a pesar de todo aquello, Vegeta me contó su historia con un cara de tranquilidad. Esa clase de conversación la tuvimos el día en que llegó, el día de aquel mensaje tan repentino.

Como buena persona, con valores y entusiasta a la solidaridad, le ofrecí mi techo como hogar temporal en lo que encontraba el suyo.

Bueno, justo ahora no lo encontraba, por ninguna parte. Goku y Milk se habían ido, y Trunks dormía muy tranquilo y sin sobresaltos, pero... Donde estaba su padre?

En mi jardín, justo en el centro , en medio de la rosas y cuarenta metros cuadrados de césped, se encontraba aquella máquina que una vez le construí.

Toqué la puerta de metal y segundos después apareció un Vegeta cubierto de sudor y quilates de hormonas.

-Necesitas algo?-

- Solo me preocupaba donde estabas..-

-Te preocupo?-

-Me preocupa tener que buscarte de nuevo en un basurero, diciendo que soy tu ángel..-

Gruñó. Me quedé perdida en sus pectorales.

-Algo más?- dijo.

-No utilices la potencia 5.- me referí a la maquina.- Puedes lastimarte...-

Asintió y me cerró la puerta en la cara.

Al siguiente día supe que él nunca escucha mis advertencias. Fui a comprar pañales, si mucho me tomó 10 minutos, y cuando regresé él estaba ... Bueno, aplastado por lo que solía ser mi estupenda maquina de entrenamiento.

-Eres un estúpido.-

-Yo puedo solo.- intentó caminar.

Se escuchó el golpe seco de su cuerpo al caer.

-Vegeta!-

Mi padre lo curó, comentó algo sobre lo resistente que fue, y yo pensé algo sobre lo tarado que fue.

-Deja lo descansar.- dijo mi padre antes de marcharse.

-Y la medicina?!-

-Tienes que dársela cuando despierte.-

Me senté en la silla justo a la par del escritorio.

-Cuando vas a despertar?- pensé en voz alta.

No hubo respuesta. Se miraba tan tranquilo, como si fuera una persona totalmente distinta. Mi corazón dio un salto. Que pasará por esa mente tan incomprendida? Su mano... La tomé. Era bastante grande y gruesa, pero estaba cálida. Me encantaba verlo tan sereno, acaricié su palma y medí mis dedos contra los suyos. Su cuerpo dio un respiro que me dio un susto tremendo. Solté su mano con torpeza y casi me caigo de la silla.

-NO!!- gritó al despertar.

-NO QUE?!- dije yo más asustada.

Me vio confundido. Suspiro.

-Solo fue una pesadilla...-


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Gracias por su paciencia.
Los amuu.

Gracias por leer.




El chico malo de mi preparatoria - Vegeta y BulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora