Empacamos nuestras cosas, tomé mis ahorros y salimos de la casa, no sin antes despedirnos de mi mamá.
Llamamos a un taxi y nos subimos en él un poco incómodas por las maletas. Le dije la dirección al taxista y me recosté sobre el asiento mirando por la ventana, deseando tener suerte.
Santana me preguntaba impaciente en todo momento a dónde íbamos, pero yo sólo fingí no escucharla, cerré los ojos y esperé a que el conductor nos dijera que habíamos llegado.
Varios minutos después, cuando el taxi frenó, se pagó el motor y oí al conductor bajarse, supe ya estaba estábamos ahí. Abrí los ojos y efectivamente así era.
- ¿Es en serio, Quinn? ¿La casa de Berry? ¿Estás segura que nos aceptará a ambas? A ti obviamente que sí, pero no creo que a mí me deje quedarme.
- Estoy bastante segura, pero por si acaso, crucemos los dedos.
Toqué el timbre luego de dudar por unos segundos y Rachel no se demoró en abrir la puerta.
- ¡Hola Quinn, Santana! ¿Qué pasó? ¿Qué hacen aquí?
- ¿Podemos pasar? Es una larga historia.
Entramos y nos pasamos a la sala dejando las maletas al lado de la puerta por si Rachel no aceptaba. Realmente estaba rogando por que nos dejara quedarnos, aún no había pensado en un plan B y a estas alturas no podía pensar en algún otro.
Santana y yo nos sentamos en un sofá de dos y Rachel frente a nosotras a escuchar atentamente la historia de todo lo que había pasado, la cual yo traté de contar lo más tranquilamente posible para no ponerme a llorar.
- Wow, ¿en serio tus padres hicieron eso? Pero yo pensé que te querían demasiado.
- También yo, pero ya vez que no era tan cierto.
- Y Santana también quiere quedarse porque aún no tiene a dónde ir ¿cierto?
- Sí... – dijo triste – La verdad, entiendo que estuvieras dudando sobre eso.
- No, no, no tengo problema con que te quedes, si por mí fuera, ambas se quedarían, pero tengo que consultarlo primero con mis padres.
- ¿Y crees que ellos nos dejen? – pregunté esperanzada.
- Bueno, conociéndolos, sí, es lo más probable... Pero aún así no debo ir sacando conclusiones.
- ¿Les puedes preguntar? – dijo Santana.
- Claro, de hecho, ahora mismo voy a llamarles, porque han salido. Espérenme, en un momento vuelvo.
Rachel se alejó y subió las escaleras. Santana y yo nos quedamos sentadas en silencio tratando de escuchar lo que decía, pero no era mucho lo que podíamos captar.
Yo estaba rogando por que sus padres se apiadasen de nosotras y nos dejen quedarnos, al menos por un tiempo hasta que encontremos otro lugar a dónde ir.
Después de una larga espera, Rachel bajó y se paró frente a nosotras y nos levantamos para recibir la noticia cualquiera que fuese.
- Dijeron que sí.
- ¡¿Enserio?! – dije aliviada – ¡Genial! Empezaba a ponerme nerviosa.
- Gracias, Rachel, te debo una – dijo Santana de la manera más amable posible.
- Pero... hay un inconveniente. Sólo hay dos habitaciones en esta casa y una es de mis padres. Por lo tanto tendríamos que ingeniárnosla para caber las tres en la mía.
- Eso es lo de menos, debemos agradecer que tenemos donde quedarnos.
- Las ayudo con sus maletas.
ESTÁS LEYENDO
Mi pequeña amiga
FanficEn toda vida adolescente hay momentos en que lo estropeamos todo. Cometemos terribles errores que no sabemos cómo arreglar, decimos cosas que no queríamos decir, y conocemos personas que no podemos olvidar. También llegan momentos en que estamos con...