Capítulo 14: "Será difícil acostumbrarme a esto"

352 18 0
                                    

Empacamos nuestras cosas, tomé mis ahorros y salimos de la casa, no sin antes despedirnos de mi mamá.

Llamamos a un taxi y nos subimos en él un poco incómodas por las maletas. Le dije la dirección al taxista y me recosté sobre el asiento mirando por la ventana, deseando tener suerte.

Santana me preguntaba impaciente en todo momento a dónde íbamos, pero yo sólo fingí no escucharla, cerré los ojos y esperé a que el conductor nos dijera que habíamos llegado.

Varios minutos después, cuando el taxi frenó, se pagó el motor y oí al conductor bajarse, supe ya estaba estábamos ahí. Abrí los ojos y efectivamente así era.

- ¿Es en serio, Quinn? ¿La casa de Berry? ¿Estás segura que nos aceptará a ambas? A ti obviamente que sí, pero no creo que a mí me deje quedarme.

- Estoy bastante segura, pero por si acaso, crucemos los dedos.

Toqué el timbre luego de dudar por unos segundos y Rachel no se demoró en abrir la puerta.

- ¡Hola Quinn, Santana! ¿Qué pasó? ¿Qué hacen aquí? 

- ¿Podemos pasar? Es una larga historia.

Entramos y nos pasamos a la sala dejando las maletas al lado de la puerta por si Rachel no aceptaba. Realmente estaba rogando por que nos dejara quedarnos, aún no había pensado en un plan B y a estas alturas no podía pensar en algún otro.

Santana y yo nos sentamos en un sofá de dos y Rachel frente a nosotras a escuchar atentamente la historia de todo lo que había pasado, la cual yo traté de contar lo más tranquilamente posible para no ponerme a llorar.

- Wow, ¿en serio tus padres hicieron eso? Pero yo pensé que te querían demasiado.

- También yo, pero ya vez que no era tan cierto.

- Y Santana también quiere quedarse porque aún no tiene a dónde ir ¿cierto?

- Sí... – dijo triste – La verdad, entiendo que estuvieras dudando sobre eso.

- No, no, no tengo problema con que te quedes, si por mí fuera, ambas se quedarían, pero tengo que consultarlo primero con mis padres.

- ¿Y crees que ellos nos dejen? – pregunté esperanzada.

- Bueno, conociéndolos, sí, es lo más probable... Pero aún así no debo ir sacando conclusiones.

- ¿Les puedes preguntar? – dijo Santana.

- Claro, de hecho, ahora mismo voy a llamarles, porque han salido. Espérenme, en un momento vuelvo.

Rachel se alejó y subió las escaleras. Santana y yo nos quedamos sentadas en silencio tratando de escuchar lo que decía, pero no era mucho lo que podíamos captar.

Yo estaba rogando por que sus padres se apiadasen de nosotras y nos dejen quedarnos, al menos por un tiempo hasta que encontremos otro lugar a dónde ir.

Después de una larga espera, Rachel bajó y se paró frente a nosotras y nos levantamos para recibir la noticia cualquiera que fuese.

- Dijeron que sí.

- ¡¿Enserio?! – dije aliviada – ¡Genial! Empezaba a ponerme nerviosa.

- Gracias, Rachel, te debo una – dijo Santana de la manera más amable posible.

- Pero... hay un inconveniente. Sólo hay dos habitaciones en esta casa y una es de mis padres. Por lo tanto tendríamos que ingeniárnosla para caber las tres en la mía.

- Eso es lo de menos, debemos agradecer que tenemos donde quedarnos.

- Las ayudo con sus maletas.

Mi pequeña amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora