Capítulo 5: "Descubriendo a Finn"

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Nos pasamos al asiento trasero del auto que en otro momento me hubiera parecido incómodo, pero por alguna razón esa noche me parecía de lo más genial y excitante.

Finn continuó desvistiéndome y acto seguido yo lo hice con él. Me quedé observado su ancho pecho por un minuto sin decir nada y luego procedí a pasar mi lengua por cada rincón de él.

Nos acomodamos de una manera increíble para que él quedara sobre mí. Y, con suavidad Finn entró en mí. Fue demasiado bueno sentirlo en mí de nuevo. No había pasado eso desde que me enteré que estaba embarazada. Ya había olvidado lo bien que se le daba esto a Finn. Poco a poco él fue moviéndose con más fuerzas. Yo gemía a su ritmo.

Grité cuando llegó el orgasmo, largo, esperado, el cual me dejó sin aliento y mi cabeza cayó en el asiento. Pero, por más raro que suene, luego de unos segundos no estaba conforme, para nada. Sólo sentía que quería tener a Finn encima de mí de nuevo, o tal vez yo encima de él; la mejor opción, porque a veces él me aplastaba.

Me levanté y giré sobre quedando encima y una vez más volvimos a hacerlo. Y otra vez, y tal vez de nuevo, la verdad no lo recuerdo desde la tercera vez. Sólo recuerdo que en un momento, luego de que habíamos terminado, me levanté, me había quedado dormida.

Aún estaba en el asiento trasero del auto. Tenía mucho sueño, y para nada fuerzas para pararme y decirle a Finn que me llevara a casa. Él no estaba en el auto. Lo vi apartado hablando por teléfono con alguien. Las únicas palabras que logré entender fueron ≪Gracias≫, ≪Lo hice≫ y ≪Rápido≫.

Se me cerraron los ojos y caí en un profundo sueño.

Me desperté con el sonido de mi alarma y un golpe a mi puerta.

- ¡Buenos días, cariño! – era mi mamá con esa sonrisa de siempre.

- Buenos días, mamá – no podía abrir bien los ojos.

- Apresúrate que hoy hay pancakes con miel.

- Gracias... – se fue.

La cabeza me dolía demasiado. La luz que entraba por la ventana me molestaba y sentía que mi cuerpo pesaba como el concreto, no quería ni levantarme. Si por mí fuera, no iría a la escuela. Pero tenía cosas que hacer.

Me levanté con esfuerzos, me di una ducha fría, lo cual ayudó para incorporarme, me vestí y bajé a desayunar.

Allí estaba mi padre, al cual saludé con un beso en la mejilla. Sentado en la silla de siempre leyendo el periódico con una taza de café al lado. Mientras en la cocina estaba mamá, sirviéndome los pancakes y un vaso de leche.

Era la típica familia feliz. Me sentía tan mal de decepcionarlos así.

Soy una vergüenza para ellos...

Ahora, además de sentirme mal por haber tomado, también me sentía mal por ellos.

Pero tengo que fingir estar bien para parecer la familia feliz que ellos quieren que seamos.

Me acabé mi desayuno, cargué mi mochila y mi padre me llevó en su auto camino al trabajo.

Esta vez pasé de Rachel y Finn y fui directamente a buscar a una persona en especial... A mi "querida amiga" Santana López.

La busqué por todas partes y la encontré junto a Brittany en el baño. Tal vez debería haber empezado por ahí.

- Santana, te necesito... - la miré por el espejo.

- ¿Tú también quieres experimentar? – me miró extrañada.

- ¿Experimentar? ¿Q-qué? ¡No!

Mi pequeña amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora