Capítulo 5

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Para mi sorpresa, desperté totalmente renovada. Dormí toda la noche sin ningún inconveniente y no me dolía la espalda como el día anterior.

Me dirigí hacia la cocina a buscar algo para desayunar y escuche que Lucy y Jake hablaban.

- Tienes que decirme donde está – decía Jake susurrando para que nadie escuchara. Se notaba que estaba enojado. – Por favor Lucy, tengo derecho a saberlo.

- Lo sé, pero no puedo decírtelo – respondió Lucy en tono de disculpa. – Tienes que entender que lo hago por tu bien. Yo...

No podía seguir escuchando su conversación a escondidas así que entré en la cocina antes que siguieran. Ambos se mostraron sorprendidos al verme y trataron de disimular su comportamiento al igual que yo.

- Buenos días – dije con una sonrisa. - ¿Qué hay para desayunar?

- Oh, hay algunos cereales si no te parece mal. – contestó Lucy sobresaltada esbozando una sonrisa amable.

- Perfecto.

Mientras me sentaba en la mesa noté que Jake me miraba con atención. ¿Habrá notado que escuche lo que hablaron?

- ¿Necesitas algo? – dije tratando de sonar tranquila.

Me miró por unos segundos y luego apartó la mirada ignorando mi pregunta.

Terminé de comer mi cereal y decidí ir a arreglar mi bicicleta. Le pregunté a Lucy la dirección del reparador y le dije que le avisara a mi padre antes que sucediera lo mismo de ayer. Lo último que quería era volver a discutir con mi padre.

Agarré mi bicicleta y comencé a arrastrarla a través de las seis cuadras hasta la bicicletería. Fue algo complicado pero logré llegar en diez minutos.

El lugar estaba lleno de bicicletas nuevas, cascos de todos colores y tamaños, guantes, ruedas y asientos. Era un lugar donde vendían cosas para la bicicleta, no las reparaban.

Comencé a retroceder para irme con la bicicleta a cuestas, cuando un chico me gritó desde adentro del local. Lo miré sorprendida.

Conocía esa cara.

- Hey, ¿qué necesitas? – dijo con una sonrisa enorme con dientes perfectamente alineados.

- Pues necesito que me arreglen la bicicleta pero creo que eso no lo hacen aquí – dije avergonzada.

- Oh, sí que lo hacemos. Déjame ayudarte – se acercó y levantó mi bicicleta indicándome que lo siguiera.

Salimos por una puerta trasera donde habían varias bicicletas rotas y algunas ya reparadas. Colocó la mía junto a las otras y le echó un vistazo como si estuviera descifrando algo.

Me preguntó que le había pasado que había quedado en tan mal estado y le explique cómo me caí.

- Bueno – dijo cuando terminé mi historia. – Estará preparada para el lunes que viene.

Lo miré algo decepcionada.

- ¿No podrá estar antes?

- Me temo que no. Tengo muchas otras por arreglar.

No protesté. Lo entendía.

Le pregunté cuanto saldría el arreglo y rogué que no fuera demasiado porque no quería pedirle mucha plata a mi padre.

- Te lo dejaré gratis – dijo con un giño. Le dirigí una sonrisa de agradecimiento – Eres una nueva clienta y no puedo cobrarte en la primera. ¿No eres de por aquí o sí? – preguntó con curiosidad.

Summer NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora