Capítulo 9

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El azabache se encontraba en su habitación, echado en la cama con una botella en la mano mientras miraba su celular y sonreía. Su ropa se hallaba sucia y desarreglada, su rostro se encontraba demacrado, con unas grandes ojeras, legañas sin sacar y la barba dejada crecer de una manera desaseada.
El hombre se había dejado a perder, se había tirado completamente al abandono.

-          ¡Sasuke! ¡Ya estoy cansada! – entró la pelirrosa gritando, haciendo que el pelinegro cerrara los ojos y soltara una lisura por el dolor provocado por el ingreso de la luz y la resonancia del grito agudo de la mujer contra su dolor por resaca.

-          ¿Y ahora por qué? – contestó en un hablar mordido. La mujer se acercó y le quitó la botella de la mano, haciéndolo enojar y levantarse cómo pudo de la cama - ¡¿Qué mierda quieres ahora?!

-          ¡No has ido a trabajar desde hace dos meses! ¿Cómo crees que viviremos si ya no traes dinero a casa? –

-          Aún hay muchos ingresos de la empresa, así que no me vengas a joder ¡Lárgate! – contestó, arranchándole la botella de la mano y terminando su contenido de un solo trago –

-          ¡No, Sasuke! ¡Tenemos un estilo de vida y no te quedarás en la casa a no traer dinero! – la mujer miró al hombre indignada, para seguido tomar la billetera que este tenía en la mesa del buró –

-          ¡Perfecto! – El moreno se paró y salió de la habitación – ¡Me largo! –

El moreno salió de la casa, estrellando la puerta de la entrada. La pelirrosa sabía a dónde se dirigía: de nuevo al bar, a perderse ahí hasta el día siguiente por la mañana que lo llamara el dueño o el trabajador para decir que ya cerraban. Se sentía avergonzada por las personas que veían así a Sasuke. Antes ella se lucía acerca de quién era su esposo, de lo buen trabajador que era, de la cantidad que ganaba trabajando y siendo dueño de un conglomerado de empresas, de cómo la mantenía, de cómo la mimaban,... pero ahora que Sasuke se encontraba en esas condiciones, yéndose borracho de un lado a otro, sin trabajar, tirándose de lo ebrio en las calles a dar pena.  Ella trataba de esconder todos los hechos a sus amigas, no quería rumores, no quería ser el hazme reír del vecindario.

-          Ya no soporto más esto – se dijo a sí misma, para luego tomar su bolso y guardarse la billetera de su esposo para darse un merecido descanso e ir de compras. – Me merezco más que esto – mencionó indignada. – Debería ser tratada como una reina, tener todo lo que quiero y un esposo modelo el cual me envidien –



Satoru había escuchado todo. Se hallaba en su habitación, en silencio, no podía aguantar las lágrimas que caían de sus ojos, pero no quería que lo oyeran y se dieran cuenta que los estaba escuchando. ¿En qué momento su familia se había convertido en eso? Su padre ahora pasaba mucho menos tiempo con ellos, pero ya no podía decir que era culpa de Naruto, sino del maldito alcohol. El mayor solo se la pasaba en su cuarto encerrado bebiendo o, si se peleaba con Sakura, se iba a algún lugar y regresaba al día siguiente traído por su madre o por la policía. Sabía que todo esto era a causa de intentar olvidar al señor rubio, pues cuando su padre se encontraba dormido a causa de lo ebrio que se encontraba, podía escucharlo sollozar en sueños y profesar cuanto quería y extrañaba al ojiazul.

Y su madre, ella solo estaba en las tiendas "dándose un descanso" de cuidar de su padre, o se lo pasaba en el teléfono tratando de convencer a sus amigas que nada malo pasaba en su casa, que todo seguía igual que siempre, que seguían siendo la misma familia que se amaba y querían más que nada. Pero no, Satoru sabía que no todo estaba bien. Sus padres estaban cada vez menos en casa, sus peleas se hacían cada vez más fuertes y a veces temía que uno de los dos golpease, en un ataque de rabia, al otro en cualquier momento. Porque había varios momentos en los que se amenazaban y comenzaban a lanzar cosas. Ambos adultos estaban tan sumergidos en sus peleas que se habían olvidado casi por completo de él.

El ya temía hablar con ellos, pues casi siempre llevaban un temperamento que parecía a punto de explotar en cualquier momento. El pequeño trataba de decirse a sí mismo que no podía ser toda su culpa, que era imposible que el simple hecho de haber alejado a su padre de ese rubio hubiera causado todo eso. Es que, simplemente, no podía ser debido a eso. El hombre ese era un intruso, él hizo lo correcto en proteger a su familia. La familias debían estar juntas y protegerse ¿cierto? El señor Naruto era el malo ¿cierto?

  

  

Una botella, y otra, y otra, y otra.

El moreno seguía pidiéndolas hasta el punto que ya no sabía cuánto andaba tomando, pero sentía como su cuerpo tenía la necesidad de perderse en el ardor de la garganta del alcohol y de la nubosidad de los pensamientos incongruentes. Su cuerpo se sentía ligero, adormecido. Su rostro hacía gestos por sí solo y su cerebro ya no sabía a qué camino de idea seguir; iba de un recuerdo a un pensamiento, a un sentimiento y volvía a repetir todo.

Bueno, eso era lo que había estado buscando. Que su cabeza estuviese tan perdida para que no pudiera recordar nada que no debía. No quería pensar en nada, no quería tener su rostro en su mente, no quería sentir a su corazón presionarse de manera dolorosa ante la memoria de aquella persona, ya que cuando sonreía por sus recuerdos, su cara llorosa de Navidad se volvía a hacer presente, haciéndole sentir culpable. Y a eso se le sumaba la culpa de saber el dolor que le había causado a su hijo.

Se sentía jodido. Ya no sabía qué hacer. Había prometido algo, pero extrañaba tanto al rubio que había tenido que borrar y bloquear el número de este de su teléfono para no intentar llamarlo en su nublados pensamientos debido al alcohol. Lo necesitaba tanto... lo extrañaba tanto... lo amaba tanto.

-          Naruto... Naru... lo siento tanto – sollozaba con el vaso a medio beber en su mano. – discúlpame, por favor... te amo – bebió lo que quedaba en el vaso y pidió al barman que le trajese una botella más.

El barman sentía pena por aquel hombre. Se veía destrozado, llorando el nombre de vaya a saber quién mientras se hundía en los delirios del alcohol. Él había pensado que era el nombre de una novia que lo había botado o algo así, pero, la primera noche que aquel hombre llegó y se quedó tumbado en la barra hasta el amanecer, escuchó parte de la conversación que este tuvo con la que se presentó como su esposa.
  
 
 
 
 

Ya eran las 5 a.m. y se suponía que debía tener el bar cerrado, pero aquel azabache que había llegado a llorar su dolor y a beberse casi todas las botellas de pisco y vodka que tenían, aún se encontraba dormido en la barra mientras mencionaba entre sueños el nombre de quién el barman creía era el nombre de una novia.

Ya lo había tratado de despertar, pero parecía que este tenía el sueño pesado, o podía el alcohol haberlo noqueado de una forma contundente. Bueno, no esperaba menos, ya que se había bebido lo suficiente para tener un coma etílico.

Casi desesperado por cerrar el lugar y poder irse a su casa a descansar, no pensó en otra idea que buscar en los bolsillos del joven señor su celular y llamar a alguien que lo pudiese recoger. Revisó la lista de contactos, una muy corta, dónde el único número que no parecía de trabajo era el de una tal Sakura.

-          ¿No tendrá amigos? – pensó algo curioso por el hombre que se encontraba casi como muerto en su barra. – Es atractivo, y parece de alta clase. ¿Tendrá algún defecto tan horroroso? –

Sin preocuparse más, ya que no era su trabajo hacerlo y el hombre ahí dormido no era nada más que un cliente. Marcó el número y esperó que alguien le contestara.

-          "¿Qué hora crees que es?" – respondió una voz enojada apenas le contestaron. – "¿Dónde estás? ¿Con quién? Contéstame rápido." –

-          Disculpe, señora. Llamo del bar LYN, el dueño de este teléfono se encuentra dormido en el local y no he podido despertarlo para subirlo a un taxi. ¿Cree que podría venir a recogerlo? – pidió amablemente y con cuidado, ya que la mujer parecía ser alguien con quién debía tener precaución.

-          "Joder, ¿quién se cree ese idiota qué es? Sí, sí, dame la dirección. Y cuida que nadie lo vea así ¿entiendes?"

-          Sí, señora.

Amores OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora