Capítulo 10

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Había estado limpiando el lugar mientras esperaba a la señora del teléfono. Aquella mujer le había fastidiado un poco por la manera despectiva en la que le había hablado, pero no era la primera vez que lo trataban de esa manera. Uno podía conocer a un gran número de personas trabajando en un bar, y muchos de estos cambiaban de personalidad una vez que el alcohol hacía efecto en ellos.

La puerta se abrió rudamente y una pelirrosa con un vestido corto y escotado, lentes de sol y unos tacos que apostaba eran de más de 10cm de altura había ingresado al lugar. La mujer dio un rápido vistazo a dónde se encontraba el moreno descansando e hizo un gesto con la boca como si tuviera asco.

- Este idiota... ¿acaso no piensa que alguien podría venir y verlo ahí? – fue lo primero que dijo la mujer antes de acercarse y darle un golpe en la cabeza al moreno con su cartera. 

El azabache no despertó, pero se movió ligeramente entre sueños quejándose por el mal trato. El barman le sirvió a la mujer un vaso con agua educadamente antes de disponerse a hablar. La pelirosa rechazó el acto sin pensarlo, causando algo de fastidio en el hombre, el cual simplemente sonrió y tomó de vuelta el vaso para limpiarlo y guardarlo.

– Creo que el joven no despertará por hoy, señora. Ha bebido demasiado, lo mejor es que lo carguemos y embarquemos en un vehículo.

– ¿Disculpe?, ¿lo carguemos? - la mujer sonrío y miró al joven trabajador. - Mire, le doy $20 para que meta a mi esposo al carro ¿de acuerdo? 

Y sin decir más, la mujer salió del negocio dejando al trabajador con el hombre y un billete de $20 en la mesilla del bar. El trabajador suspiró y miró al señor que aún descansaba en su mundo del sueño. - Ya entiendo porque vino... -




Tomó un sorbo de su vaso de whisky mientras sonreía amablemente al chico que se encontraba delante de él. Era un joven amable y social, de cabellos castaños y ojos verdes. Muy atractivo, en realidad... pero eso no cambiaba las cosas. Trataba de divertirse como lo había prometido, pero, aún así, su mente comenzaba a divagar con las cosas más pequeñas y terminaba acordándose de Sasuke, de como eran sus salidas, de su romance durante el colegio... le dolía, y su acompañante se daba cuenta.

– Naruto... lo siento, ¿te estoy aburriendo? -

– ¡N-no! No es así. - intentó sonreír nuevamente para mostrar que todo estaba bien, pero al ver la sonrisa triste del otro, era obvio que ya no lograba nada con eso. - No es tu culpa, Ken -

– Lo sé... pero aún así, eres muy lindo, Naruto. Yo quería poder ver tu sonrisa... la real, no la que me muestras. Pensé que una persona tan bella como tú debía tener una sonrisa hermosa... algo que yo quería ver, pero no pude sacarla. - el castaño sonrío - Bueno, al menos lo intenté ¿no? - dijo como animándose a sí mismo, para luego poner un rostro triste y compasivo - en verdad, quisiera saber quién pudo quitarte esa sonrisa... no creo que merezcas algo así... esa persona debe ser mala -

El rubio negó con la cabeza y tomó un poco más del líquido que tenía entre sus manos. A pesar de estar en un bar dónde tocaban algo de música de fondo, el silencio que sentían ellos entre ambos hacía las cosas ligeramente incómodas. Ambos se miraron y sonrieron sin, en verdad, sentir una razón para sonreír. El castaño suspiró y tomo la manó del mayor que solo miraba la diferencia que había entre ambos tonos de piel.

– Sabes... - tocó con cuidado la mano ajena y entrelazó sus dedos, haciendo que el otro se sonrojara suavemente - yo solía admirar como mi piel y la de él contrastaban cuando nos tocábamos... su piel, blanca como la nieve; y la mía, dorada, prácticamente quemada por el sol... -

Amores OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora