Capítulo 12

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El rubio miraba nervioso su copa de whisky. Sus pensamientos iban y venían entre los pros y contras de la situación en la que se encontraba. Confiaba en el juicio de Gaara, pero también lo hacia en el de su corazón... y ambos estaban tan distantes que ya no sabía a quién apoyar.

– Ken... yo... – soltó las primeras palabras de la noche. Las cuales callaron al escuchar la risa alegre del castaño.

– Lo siento –dijo entrecortado. Se notaban sus nervios. – pero no creí que me hablarías en toda la noche. –se disculpó mientras sonreía algo tímido.

Naruto lo miró en silencio. En verdad, él tampoco creía que iba a ser el primero en hablar; es más, ni siquiera tenía deseos de hablar, pero la incomodidad era demasiada, al igual que su culpa.

– Entiendo que esto es incómodo para ti, Naruto. Pero –se mordió los labios y suspiró –escuché lo que tuviste que decirme ese día, y... con lo que me dijo Sai, pensé que no me verías más... cuando me invitaste hoy, me alegré mucho. Aunque..., luego, con todo el silencio y con lo que  evitabas mis ojos,... –dejó de hablar, indeciso si continuar, para al final soltar lo último en un susurro lento– llegué a pensar que te habían obligado.–

– ¿Sai te habló de mí? – preguntó el rubio sorprendido por lo primero que escuchó. Luego aclararía el resto, pero no se sentía cómodo con saber que hablaban de él a sus espaldas.

– No creas que habló de tu vida privada, Naruto. Fue más una "amable" amenaza. – comentó en una risa falsa. Le hirió un poco que ignorara sus últimas palabras. – Me dijo que él y su novio te querían mucho y que si tenía malas intenciones contigo o si te hacia algo que no te gustara me iba a colgar de donde más me doliera... y bueno, algo más que no creo que sea bueno pronunciar en un restaurante.–

El ojiazul rió de la situación y se relajó un poco.

– No es que me hayan obligado a invitarte, Ken. –mencionó con una sonrisa mientras miraba su copa en mano– Pero no te voy a mentir, me tuvieron que convencer... y mucho –Miro la sonrisa incómoda del menor y le tomó la mano – Eres un buen chico, Ken. Y creo que si me hubiese topado contigo en mi juventud, –dudó un poco antes de lo que iba a decir. Negó con la cabeza y le soltó la mano. –No, si te hubiese conocido antes que a él, sería lo adecuado.

 El blondo miró tímida y avergonzadamente al castaño por lo que acababa de decir. El ojiverde sonrió rompiendo la tensión un momento, cosa que no funcionó cuando el ojiazul se tensó al escuchar la campana de la entrada del local y ver a una familia ingresar. El menor sintió el cambio en el otro y tomo su mano para que este volviese la atención a su acompañante.

– Salgamos de aquí, Naruto. Vamos a tu departamento. –

– Pero acordamos salir a comer – espetó el rubio. No quería sentir que no dio su mejor esfuerzo.

Ken volteó y le sonrío mientras le daba su saco a la salida del restaurante. – Acordamos comer juntos, no quiere decir que tiene que ser en un restaurante ¿no? – dijo con una sonrisa que no pudo evitar contagiarse al otro. – Si te es incómodo el restaurante, no tiene sentido todo esto. –

– Gracias, Ken – terminó de decir el rubio para luego apretar más la mano del chico que lo sostenía y seguirlo.




Los inversionistas de la empresa se miraban entre sí. La situación era completamente incognoscible.

Todos estaban en silencio mirando a la pelirosa mujer que había llamado a una junta de emergencia de todos los altos mandos de la empresa Uchiha. Uno de los más antiguos levantó la mano temeroso a dar palabra a la situación.

– Adelante, Sr. Fujitoma. – dijo con una falsa sonrisa amable la mujer.

– Sra. Uchiha. Entiendo la situación, sin embargo, no creo que se pueda hacer el traslado de poder en una reunión donde el presidente no se encuentre. -

– Claro que se puede. –dijo en tono firme – yo estoy dando a conocer que mi querido esposo, el presidente de esta empresa, no está en una situación donde pueda ser quién da las órdenes. Por lo tanto, hasta su recuperación, yo voy a tomar el control de la presidencia momentáneamente. 

– Pero, sin él –el hombre no pudo terminar su oración pues la mujer volvió a interrumpir.

– Estoy diciendo que solo será temporal. Ustedes mismos han podido ver que él no ha estado viniendo a la empresa. Sasuke está en una situación delicada, por lo tanto me ha autorizado a ser su reemplazo. ¿Acaso duda de mí, Sr. Fujitama?

– Claro que no, Sra. Uchiha.

– Perfecto. Entonces, si nadie tiene ninguna otra pregunta. Yo tomaré el cargo de Presidencia hasta que mi querido esposo regrese. No se preocupen, tengo experiencia en esto. Además, si la empresa ha seguido bien sin la asistencia de mi esposo, yo puedo ser solo el reemplazo de nombre mientras aprendo y él se recupera, ¿no es así? – terminó con una sonrisa y finalizó la reunión yéndose alegre.

Los hombres que quedaron en la oficina se miraron dudosos. Ninguno había visto nunca a la esposa de Sasuke Uchiha dentro de la empresa, y la primera vez que la ven se forma aquella situación. Muchos dudaban de lo que se estaba haciendo, pero ya no tenían poder para confrontarla.

– Bueno, solo será temporal ¿no?





Naruto y Ken estaban sentados en la mesa grande del departamento del mayor.  Habían estado bebiendo algo de vino mientras "hablaban". Bueno, mientras Ken hablaba y Naruto escuchaba.

El castaño había notado que Naruto prefería no hablar sobre sí mismo, y como este prefería evitar las situaciones incómodas entre ambos, había decidido volcar la conversación sobre sí para que el blondo no se sintiese en "desventaja".

- Y bueno, terminé la universidad e inicié como freelance con algunos diseños. No es que gane mucho, pero tengo lo suficiente para subsistir y para darme unos pocos lujos. -

- En verdad que has sabido independizarte, Ken. Solo tienes 22 años y ya te vales por ti mismo - dijo con verdadera envidia. - Yo te llevo seis años y aún no tengo... nada, no tengo nada.

El ojiverde se mordió los labios y negó con la cabeza lentamente. - no es para nada así, Naruto. –El castaño tomó de un sorbo lo que le quedaba de vino y se volvió a llenar la copa. - Tú tienes mucho más de lo que yo tengo. - respondió con una pequeña sonrisa a la vez que levantaba su mirada y se perdía en los azules irises.

El mayor se sonrojó tímidamente y rió. - Creo que se te ha subido el alcohol, Ken. - dijo con un tono herido. - ¿qué crees que tengo yo? No tengo familia... no tengo dinero, no tengo trabajo, no tengo sueños, no tengo un amante, no tengo... no tengo a quién amo... así que no tengo ni mi corazón. - Mientras hablaba, las lágrimas se aglomeraron en sus ojos.

Ken lo miraba con lástima. Se veía tan lindo con sus sonrojadas mejillas, sin embargo, la vista de  esos ojos brillantes nublados por la tristeza le rompían el corazón. Naruto le sonrío y terminó su copa, pero no pudo decir más. Naruto pensaba que no tenía nada... pero Ken estaba seguro que el rubio se había ganado su corazón.

Amores OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora